19 de abril de 2015

HORA SANTA EN PASCUA: JESÚS TU ESTAS VIVO, ALELUYA



1- Jesús, Te adoro, porque Tú eres el vencedor sobre la muerte.
Te amo, Jesús, porque dominaste al pecado con el amor.
Jesús, creo en Ti, porque resucitaste.

2 - Bendito sea aquel momento en que gloriosamente resucitaste en la aurora del tercer día, después de tu muerte.
Sea glorificado aquel momento en que el frío sepulcro quedó vacío, cuando la piedra sepulcral no tuvo nada que proteger.
Bendito sea aquel momento en que la aurora de la resurrección amaneció en este mundo. Haz que mi corazón te cante, haz que se goce, haz que mi alma te llame. Haz que se sume al coro de todos los santos y ángeles y de toda la creación porque Tú triunfaste y Tú estás vivo.
- Glorifico tu resurrección gloriosa, aleluya. (Esta invocación la repito interiormente)



3 - Jesús, Bendito sea aquel momento en que glorificado, te presentaste ante tu Madre María.
Ella fue la que más sufrió junto a Ti, porque como madre fue la que mas te quiso.
Cuando todos perdieron la esperanza Ella te esperaba, porque tus palabras y las palabras dichas sobre Ti las guardaba en su corazón. Cuán gozoso fue el momento en que le dijiste a tu Madre: “la paz sea contigo”.
María, gracias porque con fe, con esperanza, con amor y en total entrega, esperaste el encuentro después de la resurrección. Tú deseas que mi corazón se abra y se goce; por eso exclamaste durante la apareció, el día de Pascua: Queridos hijos:
Regocíjense conmigo aleluya (Pascua 1987)
-María, contigo deseo celebrar el triunfo del amor y de la vida. Aleluya. (Esta invocación la repito interiormente)

4-Jesús, bendito sea aquel momento en que te apareciste a las mujeres que lloraban y te buscaban con miedo, en la temprana aurora del primer día de la semana. No sabían que Tú las esperabas vivo, no presintieron que la piedra había sido corrida y por lo cual se preguntaban: cómo la quitarían del sepulcro, porque para ellas era muy pesada. Todo ya había acontecido.
“María de Magdala, se quedó junto al sepulcro y lloró; mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro y vió dos ángeles vestidos de blanco, uno a la cabecera y otro a los pies, de donde había estado el cuerpo de Jesús. Dícenle ellos:
Estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de
Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús:
«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» “-. S. Juan 20,11-16 -Rabbuní - Mi maestro- Tú estás vivo. (Esta invocación la repito interiormente)

5 - Jesús Señor resucitado. Bendito sea aquel momento cuando te apareciste a tus discípulos. A ellos tu muerte los asustó. Sin embargo, se quedaron juntos y con miedo esperaban que algo iba a pasar. San Juan nos dejó escrito:
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. San Juan 20,19-20
Bendito sea aquel momento en que ellos escucharon tu voz, cuando la paz volvió a sus corazones, cuando los liberaste del miedo, cuando sus rostros nuevamente brillaron de gozo.
-Jesús, me regocijo con tus apóstoles por tu resurrección. Aleluya (Esta invocación la repito interiormente)

6 - Jesús, Señor resucitado, te doy gracias porque te acercaste a los dos discípulos que iban de Jerusalén a Emaús. En verdad, ellos se escapaban a sus casas después que todas sus esperanzas las sepultaron el Viernes Santo con Tú cuerpo.(muerto)
Gracias porque les explicaste las Sagradas Escrituras y entonces sus corazones comenzaron a arder. Para ellos comenzó la resurrección cuando les devolviste a sus corazones la esperanza. Gracias porque estuviste con ellos y durante la cena, finalmente, se les abrieron los ojos.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» San Lucas 24,28-32
-Ábreme los ojos, para que mi corazón arda porque Tú estás vivo. Aleluya (Esta invocación la repito interiormente)

7 - Señor Jesús, bendito seas en todos aquellos que abrieron su corazón y creyeron en seguida. Bendito seas y en aquellos que tuvieron sus preguntas y expresaron sus dudas, y presentaron sus condiciones para que crean en Ti.
San Juan nos relata:
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» San Juan 20,24-28
-Señor mío y Dios mío, aclamo a Ti con Tomás, aleluya. (Esta invocación la repito interiormente)

8- Señor Jesús, bendito seas porque resucitaste y a los tuyos les devolviste la paz después que tu muerte los sumió en la oscuridad, en la desesperanza, en el miedo, en la incredulidad y perdieron el sentido de la vida y la fe en los hombres. Jesús resucitado, acércate ahora a todos aquellos que como los discípulos de Emaús, los que comentaron sus tragedias y la de los otros y en sus corazones no tienen vida ni esperanza.
Especialmente acércate a los jóvenes. Ábreles los corazones para las Sagradas Escrituras, haz que te reconozcan y te glorifiquen.
(Ahora, en tus pensamientos, presenta a aquellos que conoces que sufren espiritualmente y tienen el alma atormentada.)

9- Señor Jesús, ven a los enfermos, a los imposibilitados, a los que están solos, a todos aquellos que tienen enfermedades incurables, a todos aquellos que atienden a los niños enfermos, aquellos que atienden a los inválidos e incapacitados, aquellos que tienen poca esperanza y amor o lo han perdido.
Muéstrales tus heridas glorificadas, tu herida del costado y ábreles el corazón mientras están sufriendo. Haz que crean que todos los sufrimientos se convertirán de una vez en gloria.
(Ahora presenta a todos los enfermos que conoces)

BENDICIÓN

10 - Jesús, Tú estás vivo, yo creo. Ahora te ruego que pongas tu mano derecha glorificada sobre las heridas del alma y del cuerpo, sánanos. Roza con Tú amor todo pecado mortal que haya en nosotros.

Abre los corazones que ahora son como sepulcros, salva a las familias que han enterrado la paz, el gozo y el amor y viven a la sombra de la muerte. Revive a las comunidades, a la Iglesia, y al mundo. Haz que todos juntos glorifiquen tu resurrección, porque Tú vives y reinas por los siglos de los siglos. AMEN.

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