29 de noviembre de 2009
24 de noviembre de 2009
Carta de un Sacerdote a otro Sacerdote - "Jesus prisionero de Amor"
Santa Margarita María, 16-10-1993
Querido padre Tomás:
La obra "Los Miserables" de Víctor Hugo tiene un mensaje de mucha actualidad. Trata de un pobre carpintero sin trabajo. Su crimen: haber robado un pedazo de pan para alimentar a sus hijos hambrientos. Su sentencia: cinco años de prisión. Al pretender escapar, es capturado para servir a la cruel justicia del gobierno por quince años más. En la prisión es olvidado y abandonado por los suyos.
¿No podría ser ésta la historia de Jesús en el Santísimo Sacramento?. Para alimentar espiritualmente a los hambrientos hijos de su Padre, Jesús se convierte en el Pan vivo bajado del cielo. Este es su "crimen". Él no es retribuido con agradecimiento y adoración. Es castigado poniéndolo en la prisión del Sagrario. Ahí, en el calabozo es olvidado y abandonado por los suyos. Nos avergonzamos y no lo exponemos. Por estar demasiado ocupados, no lo honramos. La custodia es su trono de donde Él quiere liberarse para reinar como Rey del Amor. Pero, por el contrario, se le encierra y se le trata como aquel "criminal " de "Los Miserables".
Jesús se describe a sí mismo como un "prisionero de Amor".
No hay exageración en lo que te digo. Todo esto es lo que Jesús mismo le reveló a Santa Margarita María. Ella estaba orando cuando Él se le apareció en el Santísimo Sacramento y le dijo: "He aquí este Corazón que ama tanto y, a cambio, es tan poco amado".
Le explicó que la corona de espinas alrededor de su Corazón es un símbolo del dolor que sufre por la ingratitud e indiferencia de sus sacerdotes y de su pueblo a su Amor en el Santísimo Sacramento. Luego, Jesús le manifestó que Él sufría más por esta indiferencia e ingratitud de lo que sufrió durante su Pasión.
Por esta razón Jesús nos llama a cada uno diciéndonos: "Tengo sed, una ardiente sed de ser amado por ustedes en el Santísimo Sacramento".
El Santísimo Sacramento es el Sagrado Corazón de Jesús en medio de nosotros. Hoy Él llora como lloró por Jerusalén. ¡Cuánto desea Él reunir a cada uno de nosotros en su Corazón, así como la gallina reúne a sus polluelos debajo de sus alas!.
Cambia su llanto en una sonrisa. Establece la adoración perpetua en tu parroquia y cambiarás las espinas de su Corazón en muchas flores de consuelo. Cada hora santa reparará toda la indiferencia e ingratitud del mundo. ¡Qué gracia tan grande!.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico.
San Pedro Eymard y la Eucaristia
San Pedro Julián Eymard
Entre el cíelo y los que adoran la Eucaristía aquí en la tierra, entre éstos y su madre la Iglesia debería existir un santo contrapunto, un concierto de oración, una armonía de servicio divino.
San Pedro Julian Eymard
Si nuestro Señor no se hubiera quedado en el Santísimo Sacramento, todas nuestras celebraciones cristianas no serían más que una serie de servicios fúnebres. La Eucaristía es el Sol de todas las fiestas de la Iglesia. Derrama luz sobre las otras fiestas y las llena de vida y alegría.
San Pedro Julián Eymard
El Dios de la Eucaristía se esconde para ser buscado, se cubre para convertirse en objeto de contemplación; se hace misterio para animar y perfeccionar el amor del alma.
San Pedro Julian Eymard
Hora Santa- 3era semana de Noviembre
“… Maestro, ¡qué bien estamos aquí!...” Lc 9, 33
Cancion al Espiritu Santo o de Adoración…
Qué bueno es estar en tu Santa presencia Jesús! Qué bien estamos aquí!
Es una gran bendición estar cara a cara con Vos, con nuestro Salvador, que nos amaste hasta el extremo y diste tu vida, para que nosotros tengamos vida en Vos!
Señor, abrí nuestros corazones en esta noche para que tu presencia real en este Santo Sacramento los transforme, y los haga más semejantes al tuyo. Dejanos sumergirnos en tu amor, para poder encontrar y sentir la verdadera alegría que nos da el estar con Vos!
Canción o momento de reflexión…
Gracias Jesús por darnos el regalo de conocerte, de quererte y de desear ardientemente seguir tu camino! Qué alegría nos da el sentirnos tan amados por Vos y por el Padre, que tanto nos amó que entregó lo que más quería por nosotros, y de esta manera se pagó el precio más alto que podía existir por nuestra Salvación!
Acaso, algo de este mundo puede empañar este Amor tan perfecto? Podemos entristecernos por cosas terrenas si sabemos que, el que es Todo, Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo nos ama de una forma tan grandiosa??!!
Canción o momento de reflexión…
“…¿Qué más podemos añadir? Sí Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdono a Su propio hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿Cómo no va a darnos gratuitamente todas las demás cosas juntamente con él?...¿Quién nos separará del amor de Cristo?¿ El sufrimiento, la angustia, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? … nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Rom 9, 31
Qué lindo es ser Cristianos Maestro! Qué bueno es ser discípulos tuyos! Por Vos todo queda justificado. Ni la muerte tiene poder sobre nosotros, porque con tu Santa Resurrección sabemos que vamos a resucitar con Vos y vamos compartir tu gloria en el cielo!
“Si Cristo no hubiera resucitado-escribe Pablo a los romanos- vana sería nuestra Fé. Pero como Él ha resucitado, somos los más felices de los hombre”.
Como dice Pablo, somos los hombres más felices del mundo! Por este amor tan grande que nos das Jesús! No te bastó anonadarte y rebajarte al punto de hacerte uno de entre nosotros, tampoco te fue suficiente el entregar tu vida en la Cruz y morir por nosotros simples criaturas! Sino que te quedás en la Santa Eucaristía para que así podamos adorarte, y mejor todavía, podamos recibirte cuando comulgamos para hacernos uno con Vos, y recibir infinitas gracias y bendiciones todos los días que queramos! Acaso existe amor más grande que este??? Gracias!!!...
Canción o momento de reflexión…
Señor, ojalá este amor tan inmenso, perfecto e incondicional que recibimos de tu parte nos llene de felicidad. Que nada en este mundo desvíe nuestra mirada de esta entrega tan linda!
Que nada nos saque la paz de nuestros corazones, por sabernos hijos amados tuyos. Concedenos la gracia de abrir nuestros pequeños corazones para poder recibir todo este amor gratuito.
Y especialmente te pedimos, que la alegría que nos da el ser cristianos y seguidores tuyos empape nuestra vida Señor! Que podamos ser luz en este mundo que tanta sed tiene de Vos, a través de esta alegría sincera y profunda que nos da el seguirte!
Que la felicidad que alcanzamos estando junto a Vos, sirva de verdadero testimonio para los que nos rodean, y estos puedan llegar a decir: “ si así es el siervo, ¿Cómo será su Señor?”
Que esta vida de alegría, llegue a ser nuestra carta de presentación Jesús! Ojalá podamos mostrar al mundo que, el ser cristiano es sinónimo de ser alegre y de ser Luz en la oscuridad!
Canción o momento de reflexión…
Y nosotros…
Estamos siendo testimonios vivos del amor de Dios??
Vivimos alegres por todo lo que recibimos de nuestro Buen Dios o algunas cosas terrenales nos sacan la paz y la alegría que nos da el ser Hijos amados de Dios??
Chicos pongamos en las manos de María, madre del mismo Dios y madre nuestra, todo esto. Aprendamos de ella, a quien el amor del Padre hacía que su espíritu se estremezca de gozo y de felicidad! Aprendamos a abandonarnos y abrir de par en par nuestros corazones a Nuestro Señor, como ella lo hizo!
Rezamos un ave maría…
Y por último pidámosle a Nuestra Madre del Cielo que interceda fuertemente por nosotros, para que Dios nos conceda la gracia de vivir nuestra vida, de una forma tan entregada a Él y con la mirada puesta en las cosas celestiales que son las que llenan de una felicidad plena y de tanto sentido a nuestro existir!
A Jesús, realmente presente en La Santa Eucaristía, sea toda la gloria, por los siglos de los siglos, Amén!
23 de noviembre de 2009
21 de noviembre de 2009
Aclamaciones Eucarísticas
Recemos junto a la Santísima Virgen frente a Jesús Eucaristía diciendo:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paraclito.
Bendita sea la Excelsa Madre de Dios, Maria santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Carta Pastoral del Obispo de Sioux
Obispo de Sioux City
Monseñor Walker Nickless señala cinco prioridades pastorales:
1. Debemos renovar nuestra reverencia, amor, adoración y devoción al Santísimo Sacramento, dentro y fuera de la Misa. Una renovación de la espiritualidad eucarística necesariamente supone una continuada implementación de la reforma de la liturgia como la enseña autorizadamente el Magisterio de la Iglesia, la promoción de la Adoración Eucarística fuera de la Misa, la recepción regular del Sacramento de la Reconciliación y la devoción a la Santísima Virgen María, Madre de la Eucaristía y nuestra Madre.
2. Debemos fortalecer la catequesis en todos los niveles, comenzando con y enfocándonos en los adultos. Si nosotros, que se supone seamos maduros en la fe, no conocemos la fe católica bien, ¿cómo podemos vivirla e impartirla a nuestros niños y a las futuras generaciones de católicos?
3. Las primeras dos prioridades pastorales – la renovación de la espiritualidad eucarística y la catequesis – fomentarán familias fieles que son el fundamento de la Iglesia y de la sociedad. Somos llamados a proteger, desarrollar y fomentar familias santas entre nosotros, sin las cuales la Iglesia y el mundo perecen.
4. Si renovamos la Eucaristía, la catequesis y la vida familiar de nuestra diócesis, simultáneamente estaremos fomentando una cultura donde los jóvenes puedan responder más fácilmente a los llamados radicales del sacerdocio ministerial y de la vida consagrada.
5. Debemos reconocer y abrazar el carácter misionero de la fe católica y la vocación de todos los católicos a ser, no sólo discípulos, sino también apóstoles.
Sobre cada una de estas prioridades, el Obispo de Sioux City escribe un comentario.
Acerca de la prioridad número uno, relativa a la espiritualidad eucarística, dice entre otras cosas:
Todo lo que hacemos y somos debiera brotar de nuestra participación en la Eucaristía y llevarnos nuevamente a ella. Es absolutamente central a nuestra identidad y fe como católicos. Nos permite comprometernos en nuestra misión. Sin una adecuada reverencia, amor, adoración y devoción a la Eucaristía y a la Liturgia estamos perdidos.
Cuando damos culto a Dios de esta forma, Él nos santifica, es decir, nos hace santos. Ésta es el segundo fin de la Liturgia.
Dado que, en la Liturgia de la Iglesia, encontramos a Dios en una forma única, el modo en que damos culto – los ritos externos, los gestos, los vasos sagrados, la música, el edificio mismo – debería reflejar la grandeza de la Liturgia Celestial. La Liturgia es mística, es nuestro misterioso encuentro con el Dios trascendente, que viene a santificarnos por medio del Sacrificio de Cristo hecho presente en la Eucaristía y recibido en la Santa Comunión. Debería irradiar la verdad y la bondad celestiales. Este resplandor, este esplendor de la verdad, es la belleza.
Nuestra liturgia debería irradiar verdadera belleza, reflejando la belleza de Dios mismo y de lo que Él hace por nosotros en Cristo Jesús. Debería elevar nuestra alma – en primer lugar a través del intelecto y de la voluntad, pero también por medio de nuestros sentidos y emociones – para adorar a Dios, ya que estamos teniendo parte en el culto eterno del Cielo. En este valle de lágrimas, la Liturgia debería ser las estrella polar, un lugar de maravilla y consuelo en el día a día de nuestras vidas, un lugar de luz y de elevada belleza, más allá del alcance de las sombras mundanas. Muchas personas entran en contacto con la Iglesia, y a veces con la oración y con Dios, sólo a través de la Misa dominical. ¿Acaso no deberíamos ofrecer una experiencia de belleza y trascendencia, convincentemente distinta de nuestras vidas diarias? ¿No debería ser cada faceta de nuestra ofrenda proporcionada a la realidad divina?
Es imperativo que recuperemos este asombro, recogimiento, reverencia y amor por la Liturgia y la Eucaristía. Para hacerlo, debemos sentir y pensar con la Iglesia entera en “reformar la reforma” del Concilio Vaticano Segundo. Debemos aceptar e implementar la corriente vigente de documentos litúrgicos magisteriales emanados de la Santa Sede: Liturgiam Authenticam (2001), la tercera Editio Typica del Misal Romano, con su nueva Instrucción General (2002), el Directorio sobre Piedad Popular y Liturgia (2002), Ecclesia de Eucharistia (2003), Spiritus et Sponsa (2003), Redemptionis Sacramentum (2004), Sacramentum Caritatis (2007), y Summorum Pontificum (2007).
18 de noviembre de 2009
Sumos Pontifices y La Eucaristia
Juan Pablo II
Para protegerme del pecado y que no me aleje de El, Dios se ha servido de la devoción al sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento. Mi vida está destinada a ser consumida por la luz que surge del sagrario, y es al Corazón de Jesús al que recurro para encontrar la solución a mis problemas.
Beato Juan XXIII
El pensamiento de la presencia de Dios y el espíritu de adoración presentes en mis acciones tiene como objeto inmediato a Jesús, Dios y Hombre, realmente presente en la santísima Eucaristía. El espíritu de sacrificio, de humildad, de desprecio de sí mismos a los ojos de los hombres, será iluminado, apoyado y fortalecido por el pensamiento constante en Jesús, humillado y despreciado en el Santísimo Sacramento.
Beato Juan XXIII
Cada vez que escucho a alguien hablar del Sagrado Corazón de Jesús o del Santísimo Sacramento experimento una gran alegría. Es como si una ola de recuerdos hermosos, dulces afectos y alegres esperanzas cayera sobre mi persona, haciéndome temblar de felicidad y llenando mi alma de ternura. Estos son invitaciones amorosas de Jesús para que ponga todo mi corazón en la fuente de todo bien,su Sagrado Corazón, que late siempre detrás del velo de la Eucaristía.
Beato Papa Juan XXIII
Maria 1er Sagrario
Santa Faustina Kowalska
Frases de Santa Faustina sobre La Eucaristia
"Virgen Inmaculada... Jesús desciende del cielo, dejando su trono eterno, y adquiere un Cuerpo y Sangre de tu corazón y durante nueve meses permanece escondido en el corazón de una virgen. Madre, Virgen, la más pura de todas las flores, tu corazón fue el primer sagrario de Jesús en la tierra..."
"Huésped viviente, mi única Fuerza, Fuente de amor y misericordia, abraza al mundo entero, y fortifica a las almas débiles..."
"Señor de la gloria, a pesar de que escondes tu belleza, los ojos de mi alma traspasan el velo que la cubre. Veo los coros angélicos rindiéndote honor sin cesar..."
Santa Faustina Kowalska
Frases de San Francisco sobre Jesus Eucaristia
"Te adoramos, santísimo Señor Jesucristo, aquí en todas tus iglesias extendidas por el mundo entero, porque por tu santa cruz redimiste al mundo."
"Creo que tú, Jesús, estás en el Santísimo Sacramento. Te amo y quiero estar contigo. Ven a mi corazón para que te abrace. Nunca me dejes. Te suplico, Señor, que el ardiente y dulcísimo poder de tu amor se apodere de mi mente y así yo sepa morir por amor de tu amor, que tuvo la compasión de morir por amor de mi amor."
San Francisco de Asís
14 de noviembre de 2009
Adoracion 2da semana de Noviembre
"He conocido y creído el amor que me tienes. Y ante este amor sólo puedo callar, hacerme vacío para que Tú puedas volcarte, desahogar en mí tu amor; dejarme en tus manos para que puedas amarme todo lo que quieras. Amarte será dejarme amar".
Nuestra tarea principal en la oración es amar. Pero en la relación con Dios, amar es dejarse amar. Y esto no es tan fácil como parece. Debemos creer en el amor, cuando tenemos una facilidad tan grande para dudar en él. Debemos aceptar también nuestra pobreza.
Nos es más fácil, a menudo, amar que dejarnos amar. Cuando somos nosotros los que hacemos algo, los que damos, eso nos gratifica: nos creemos útiles. Dejarse amar supone el no hacer nada, el no ser nada. Nuestro primer trabajo en la oración es este: no pensar, ni ofrecer ni hacer nada para Dios, sino dejarnos amar por él como pequeños.
Canción o momento de reflexión...
Dejar a Dios la alegría de amarnos. Esto es difícil, porque supone creer absolutamente en el amor de Dios por nosotros. Y esto implica también consentir a nuestra pobreza. No existe un verdadero amor por Dios que no esté establecido en el reconocimiento de la absoluta prioridad del amor de Dios por nosotros, que no comprenda que, antes de hacer ninguna otra cosa, debemos recibir. “En esto está el amor, nos dice San Juan, no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero…” (1 Jn 4, 10).
Dios nos pide en primer lugar que nos dejemos amar, que creamos en su amor, y esto es siempre posible.
La oración es fundamentalmente esto: pararnos en la presencia de Dios para dejar que nos ame.
Si nos dejamos amar, es Dios mismo quien producirá el bien en nosotros y nos permitirá realizar “las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos de ellas” (Ef 2, 10)
Canción o momento de reflexión...
El corazón no se despierta a la confianza sino cuando se despierta al amor, y tenemos necesidad de experimentar la dulzura y la ternura del Corazón de Jesús.
Aprendamos entonces a abandonarnos, a tener confianza total en Dios tanto en las grandes cosas como en las pequeñas, con la simplicidad de los niños.
La vida cristiana no consiste tanto en la lucha sino en adorar, que es dejar a Dios que sea. Dios ES, esto nos basta para sabernos siempre en sus manos y abandonarnos a lo que Él quiera para cada uno de nosotros.
Ante la inmensidad del amor y de la misericordia del Padre sólo cabe la adoración silenciosa y abandonada de quien abre su vida para dejarse amar por el Amor.
Dejémonos amar por Jesús, que viene a nuestro encuentro en la Eucaristía, entregándole todo lo que somos… para que Él lo revista con su amor.
10 de noviembre de 2009
LA HORA QUE DA SENTIDO A MI DÍA
-Arzobispo Fulton J. Sheen- (parte1)
apóstol de la Hora Santa ante el Santísimo Sacramento
"En el día de mi Ordenación, tomé dos decisiones:
1. Que ofrecería la Sagrada Eucaristía todos los sábados, en honor a la Santa Madre, para implorar su protección sobre mi sacerdocio. (La Epístola a los Hebreos ordena al sacerdote ofrecer sacrificios no sólo por los demás, sino también por sí mismo, ya que sus pecados son mayores debido a la dignidad de su oficio).
2. Resolví también que todos los días pasaría una Hora Santa en presencia de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento.
He mantenido ambas decisiones en el curso de mi sacerdocio. La Hora Santa se originó en una práctica que desarrollé un año antes de ser ordenado. La capilla grande del Seminario de San Pablo cerraba a las seis de la tarde; todavía había capillas privadas disponibles para devociones privadas y oraciones nocturnas. Esa tarde en particular, durante el recreo, caminé durante casi una hora, de un lado a otro, por la parte de afuera de la capilla mayor. Un pensamiento me surgió –¿Por qué no hacer una Hora Santa de adoración en presencia del Santísimo Sacramento?-
Empecé al día siguiente, hoy la práctica ya lleva más de sesenta años.
Expondré brevemente algunas razones por las que he mantenido esta práctica, y por lo que la he fomentado en los demás.
Primero, la Hora Santa no es una devoción; es una participación en la obra de la Redención. En el Evangelio de san Juan, Nuestro Santísimo Señor usó las palabras ´hora´ y ´día´ en dos connotaciones totalmente diferentes. ´Día´ pertenece a Dios; la ´hora´ pertenece al maligno. Siete veces en el Evangelio de san Juan, se usa la palabra ´hora´, y en cada instancia se refiere al demonio, y a los momentos en los que Cristo ya no está en las Manos del Padre, sino en las manos de los hombres. En el huerto de Getsemaní, Nuestro Señor contrastó dos ´horas´ –una era la hora del mal ´esta es vuestra hora´– con la que Judas pudo apagar las luces del mundo. En contraste, Nuestro Señor preguntó: ´¿No pueden velar una hora Conmigo?´ En otras palabras, Él pidió una hora de reparación para combatir la hora del mal; una hora de unión víctima con la Cruz para sobreponernos al anti-amor del pecado.
En segundo lugar, la única vez que Nuestro Señor les pidió algo a sus Apóstoles, fue la noche de su agonía. No se lo pidió a todos... tal vez porque sabía que no podía contar con su fidelidad. Pero al menos esperaba que tres le fueran fieles, Pedro, Santiago y Juan. Desde ese momento, y muy seguido en la historia de la Iglesia, el mal está despierto, pero los discípulos están durmiendo. Es por eso que de Su angustiado y solitario Corazón salió el suspiro:´¿No pueden velar tan solo una hora Conmigo?´.El no rogaba por una hora de actividad, sino por una hora de compañía.
La tercera razón por la que mantengo la Hora Santa es para crecer más y más a semejanza de Él.
Como lo plantea san Pablo: ´Nos transformamos en aquello en lo que fijamos nuestra mirada´. Al contemplar el atardecer, la cara toma un resplandor dorado. Al contemplar al Señor Eucarístico una hora, transforma el corazón de un modo misterioso, así como el rostro de Moisés se transformó luego de Su compañía con Dios en la montaña.
Nos pasa algo parecido a lo que les pasó a los discípulos de Emaus, el domingo de Pascua por la tarde, cuando el Señor los encontró. Él les preguntó por qué estaban tan tristes, y después de pasar algún tiempo en Su presencia, y oír nuevamente el secreto de la espiritualidad –´El Hijo del Hombre debe sufrir para entrar en Su Gloria´– el tiempo de estar con Él terminó, y sus ´corazones ardían´.
apóstol de la Hora Santa ante el Santísimo Sacramento
La Hora Santa. ¿Es difícil? Algunas veces parecería ser difícil; podría significar tener que sacrificar un compromiso social, o levantarse una hora más temprano, pero en el fondo nunca ha sido una carga, sólo una alegría.
No quiero decir que todas las Horas Santas hayan sido edificantes como, por ejemplo, aquella en la Iglesia de San Roch en París. Entré en la Iglesia alrededor de las tres de la tarde, sabiendo que tenía que tomar un tren a Lourdes dos horas más tarde. Sólo hay unos diez días al año en los que puedo dormir durante el día; y este era uno de esos. Me arrodillé, y recé una oración de adoración, y luego me senté a meditar e inmediatamente me quedé dormido. Al despertar le dije al Buen Señor:´¿Habré hecho una Hora Santa?´ Pensé que Su ángel me decía: ´Bueno, esa es la forma en la que los Apóstoles hicieron su primera Hora Santa en el huerto de Getsemaní, pero no lo hagas otra vez´.
Una Hora Santa difícil que recuerdo fue cuando tomé un tren de Jerusalén a El Cairo. El tren partió a las cuatro de la mañana; eso significó levantarse muy temprano. En otra ocasión en Chicago, una tarde a las siete, le pedí permiso al párroco para entrar a su iglesia para hacer una Hora Santa, ya que la iglesia estaba cerrada. Más tarde él se olvidó de que me había dejado entrar, y me pasé alrededor de dos horas tratando de encontrar una manera de escapar.
Finalmente salté por una pequeña ventana y aterricé en la carbonera. Esto asustó al casero, que vino en mi auxilio.Al principio de mi sacerdocio hacía la Hora Santa durante el día o a la tarde. Al acumularse los años, me volví más ocupado, y hacía la Hora temprano a la mañana, generalmente antes de la Santa Misa. Los sacerdotes, como todas las personas, se dividen en dos clases: gallos y búhos. Algunos trabajan mejor por la mañana, otros durante la noche.-
El objetivo de la Hora Santa es fomentar un encuentro personal y profundo con Jesucristo. El santo y glorioso Dios nos invita constantemente a acercarnos a Él, conversar con Él, para pedirle las cosas que necesitamos y para experimentar la bendición de la amistad con Él. Cuando recién nos ordenamos, es fácil darnos por entero a Cristo, porque el Señor nos llena entonces de dulzura, de la misma manera en que una madre le da un caramelo a su bebe para animar su primer paso. El entusiasmo, sin embargo, no dura mucho; rápidamente aprendemos el costo del apostolado, que significa dejar redes y barcos, y contar mesas. La luna de miel termina pronto, como también el engreimiento de oír por primera vez aquel estimulante título de ´Padre´.
El amor sensible o amor humano disminuye con el tiempo, pero el Amor Divino no. El primero concierne al cuerpo, que responde cada vez menos a los estímulos, pero en el orden de la gracia, la respuesta de lo Divino, a lo pequeño, los actos humanos de amor se intensifican.
Ni el conocimiento teológico, ni la acción social sola, son suficientes para mantenernos en amor con Jesucristo, a menos que ambos estén precedidos por un encuentro personal con Él.
Moisés vio la zarza ardiendo en el desierto que no se alimentaba de ningún combustible. La llama, sin alimentarse de nada visible, continuaba existiendo sin destruir la madera. Una dedicación tan personal a Cristo no deforma ninguno de nuestros dones naturales, disposiciones o carácter; sólo renueva sin matar. Como la madera se transforma en fuego, y el fuego perdura, así nos transformamos en Cristo y Cristo perdura.
He descubierto que lleva algún tiempo enfervorizarse rezando. Esta ha sido una de las ventajas de la Hora diaria. No es tan corta como para no permitir al alma abismarse, y sacudirse las múltiples distracciones del mundo. Sentarse ante Su Presencia es como exponer el cuerpo al sol para absorber sus rayos. El silencio en la Hora es como un tête-à-tête con el Señor. En esos momentos, uno no saca tanto oraciones escritas, sino que escucha más. No decimos: ´Oye, Señor, porque Tu siervo habla´, sino ´Habla, Señor, que Tu siervo escucha´.
He buscado muchas veces una manera de explicar el hecho de que nosotros los sacerdotes debemos conocer más a Jesucristo, que más sobre Jesucristo. Muchas traducciones de la Biblia usan la palabra ´conocer´ para indicar la unión carnal de dos-en-uno. Por ejemplo:´Salomón no la conocía´, lo que significaba que no había tenido relaciones carnales con ella. La Santa Madre le dijo al Ángel en la Anunciación:´No conozco ningún hombre.´ San Pablo exhorta a los maridos a poseer a sus mujeres en ´conocimiento´. La palabra ´conocer´ aquí indica unidad carnal de dos-en-uno. La cercanía de esa identidad proviene de la cercanía de la mente con cualquier objeto que conozca. Ningún cuchillo podría separar mi mente de la idea que ella tiene de una manzana.
La unión extática de marido y mujer descrita como ´conocimiento´ debe ser el fundamento de ese Amor por el cual el sacerdote ama a Cristo.
Intimidad es... apertura sin reservas, que no guarda ningún secreto, y revela el corazón abierto a Cristo.
Demasiadas veces los amigos son sólo “dos barcos que pasan en la noche”. El amor carnal, a pesar de que parece íntimo, a menudo puede ser un intercambio de egoísmos. El ego se proyecta en la otra persona, y lo que se ama no es la otra persona, sino el placer que la otra persona brinda. He notado a lo largo de mi vida que cuando yo retrocedía ante las demandas que el encuentro me había impuesto, me volvía más ocupado, y más preocupado con actividades.
Esto me daba una excusa para decir: ´No tengo tiempo´, como un marido que puede absorberse en el trabajo, y olvidarse del amor de su mujer.
Es imposible para mí explicar lo útil que fue la Hora Santa para preservar mi vocación. La Escritura brinda una considerable evidencia para probar que un sacerdote comienza a fallar en su sacerdocio cuando falla en el amor a la Eucaristía. Demasiado seguido se asume que Judas cayó porque amaba el dinero. La avaricia es rara vez el principio del error, y la caída de un embajador. La historia de la Iglesia prueba que hay muchos con dinero que se han quedado en ella. El principio de la caída de Judas, y el fin de Judas, ambos giran en torno a la Eucaristía. La primera vez que se menciona que Nuestro Señor sabía quién era el que lo iba a traicionar, es al final del capítulo seis de san Juan, que es la anunciación de la Eucaristía. La caída de Judas llegó la noche que Nuestro Señor instituyó la Eucaristía, la noche de la Ultima Cena.
La Eucaristía es tan esencial para nuestra unión con Cristo, que ni bien Nuestro Señor la anunció en el Evangelio, comenzó a ser la prueba de fidelidad de Sus seguidores. Primero, perdió las masas, porque era muy duro en sus palabras, y ya no lo siguieron. En segundo lugar, perdió algunos de sus discípulos: ´Ellos ya no caminaron más con Él´. Tercero, dividió su grupo de apóstoles, ya que aquí, Judas es anunciado como el traidor.
Por lo tanto, la Hora Santa, más allá de sus beneficios espirituales, previno mis pies de deambular muy lejos. Estar atado a un Sagrario, la propia soga no es tan larga para encontrar otras pasturas. Esa tenue lámpara del tabernáculo, aunque pálida y difusa, tiene una misteriosa luminosidad para oscurecer el brillo de ´las luces brillantes´. La Hora Santa se volvió como un tanque de oxígeno para revivir el soplo del Espíritu Santo en el medio de la sucia y hedionda atmósfera del mundo. Aún cuando parecía tan poco provechoso, y carente de intimidad espiritual, todavía tenía la sensación de ser al menos como un perro en la puerta de su amo, listo en caso de que me llamase.
La Hora, también, se volvió un magisterio, y una maestra, ya que aunque antes de amar a alguien debemos conocer a esa persona, sin embargo, después sabemos, que es el Amor el que aumenta el conocimiento. Las convicciones teológicas no sólo se obtienen de las dos coberturas de un libro formal, sino de dos rodillas sobre un reclinatorio ante un Sagrario.
Finalmente, haciendo una Hora Santa cada día constituía para mí un área de la vida en la que podía predicar lo que practicaba. Muy pocas veces en mi vida prediqué ayunar en una manera muy rigurosa, ya que siempre el ayuno me pareció extremadamente difícil; pero podía pedirle a otros que hagan la Hora Santa, porque yo lo hacía.
Algunas veces me hubiera gustado haber llevado un registro de las miles de cartas que he recibido de sacerdotes y laicos contándome cómo había sido la práctica de la Hora Santa. Cada retiro para sacerdotes que predicaba tenía la Hora Santa como resolución práctica. Demasiadas veces los retiros son como las conferencias sobre salud. Hay un acuerdo general sobre la necesidad de salud, pero falta una recomendación específica sobre cómo ser saludable. La Hora Santa se transformó en un desafío para los sacerdotes del retiro, y después cuando los videos de mis retiros estaban disponibles para los laicos, era edificante leer sobre los que respondían a la gracia, cumpliendo una hora diaria frente al Señor. Un monseñor, por debilidad ante el alcohol, y el consecuente escándalo, se le ordena dejar su parroquia, y fue puesto a prueba en otra diócesis, de donde vino a mi retiro. Respondiendo a la Gracia de Dios, dejó el alcohol, fue restituido efectivamente en su sacerdocio, siguió haciendo la Hora Santa todos los días, y murió en Presencia del Santísimo Sacramento.
Como ejemplo de la gran amplitud de efectos de la Hora Santa, una vez recibí una carta de un sacerdote en Inglaterra que decía, son sus propias palabras:“Dejé el sacerdocio, y caí en un estado de degradación.” Un sacerdote amigo lo invitó a oír el cassette sobre la Hora Santa de un retiro que había predicado. Respondiendo a la Gracia, fue restituido nuevamente al sacerdocio, y se le confió el cuidado de una parroquia. La Divina Misericordia produjo en él, un cambio, y recibí esta carta:
´La semana pasada tuvimos nuestra Solemne Exposición anual del Santísimo Sacramento. Animé a bastantes personas a venir y velar todo el día, y todos los días, y así no teníamos que reservar el Santísimo Sacramento por la falta de personas para velar. La ultima tarde,organicé una procesión con los Primeros Comulgantes, tirando pétalos de rosas delante del Señor. Los hombres de la parroquia formaron una Guardia de Honor. El resultado fue sorprendente: había más de 250 personas presentes para la procesión fina, y la Hora Santa. Estoy convencido de que nuestra gente está buscando muchas de las viejas devociones que muchas de las parroquias han sacado, y esto pasa porque nosotros los sacerdotes no podemos ser molestados con incomodidades. El año que viene espero que la Exposición Solemne sea aun con más cantidad de gente ya que ahora se está conociendo la noticia. El último par de semanas he empezado un grupo de estudio de la Biblia; esto es para animar a nuestra gente a leer la Palabra de Dios. Comienzo con la lectura de las Escrituras que meditamos esa tarde; luego tenemos una breve exposición del Santísimo Sacramento, y meditación hasta el momento de la Bendición. He empezado también a recorrer las calles alrededor de la parroquia, y rezo Misa cada semana en una casa de cada cuadra, e invito a toda la gente de esa calle a venir y participar. La respuesta ha sido bastante buena, teniendo en cuenta que recién empiezo. No me quiero convertir en un sacerdote activista, así que me levanto temprano hago mi Hora Santa. Aun tengo mis problemas personales para controlar, pero he tomado coraje de sus palabras: ´tendrás que combatir muchas batallas, pero no te preocupes porque al final ganarás la guerra ante el Santísimo Sacramento ´
Muchos laicos que han leído los libros u oído los casettes, también están haciendo la Hora Santa.Otro de los frutos de la Hora Santa es la sensibilidad a la Presencia Eucarística de Nuestro Divino Señor. Me acuerdo de haber leído en Lacordaire, el famoso orador de la Catedral de Notre Dame en París: ´dame un joven que pueda atesorar por días, semanas y años, el regalo de una rosa, o el apretón de la mano de un amigo´.
Viendo al principio de mi sacerdocio que cuando la sensibilidad y la delicadeza se pierden, los matrimonios se destruyen y los amigos se separan, tome varias medidas para conservar esa responsabilidad. Recién ordenado, y como estudiante en la Universidad Católica de Washington, nunca entraba a clase, sin antes subir la escalera hasta la capilla en Caldwell Hall para hacer un pequeño acto de amor a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Mas tarde en la Universidad de Louvain en Bélgica, entraba a visitar a Nuestro Santísimo Señor en cada una de las iglesias por las que pasaba para llegar a clase. Cuando seguí el trabajo de graduación en Roma, y fui a la Angelicum y Gregoriana, visitaba cada iglesia en el camino desde la zona del Trastevere donde vivía. Esto no es nada fácil en Roma, porque hay iglesias en casi todas las esquinas. Fred Allen dijo una vez que Roma tiene una iglesia en una esquina, para que se pueda rezar antes de cruzar la calle, y la iglesia en la otra esquina, para agradecer a Dios de haberlo logrado.
Tiempo después como profesor en la Universidad Católica en Washington, arreglé para poner una capilla al frente de mi casa. Esto es para que siempre pudiera, antes y después de salir, ver la lámpara del Sagrario como una señal para ir a adorar el Corazón de Jesucristo por lo menos por unos pocos segundos. He tratado de ser fiel a esta practica durante toda mi vida, y aun ahora, en el departamento en New York donde vivo, la capilla está entre mi estudio y mi dormitorio.
9 de noviembre de 2009
Primer encuentro nacional de adoradores eucarísticos
Del 13 al 15 de Noviembre se realizará el Primer Encuentro Nacional para la adoración perpetua en la casa de Retiroz "Betania", en La Falda (Córdoba).
Para estas jornadas se invita a quienes deseen promover la adoración Eucarística y a los adoradores eucarísticos en general.
Informes e inscripción para el retiro: "Casa Betania", la Falda, Córdoba: 0381155611581/03548-422085.
Recemos por este evento que busca que la adoración perpetua tome un gran impulso en la Argentina.
7 de noviembre de 2009
La Eucaristía y el Santo Rosario
Fiesta del Santo Rosario, 7-10-1993
Querido padre Tomás:
Mientras lees esta carta, por favor, saca tu rosario del bolsillo y observa como cada cuenta se conecta con la otra. Nuestra Madre también hace este tipo de "conexiones " entre la gente. Ella origina una cadena de circunstancias para la gloria de su Hijo en el Santísimo Sacramento.
Te doy un ejemplo. Hace exactamente cuatro años, el Papa fue a Seúl, Corea, para el 44° Congreso Eucarístico Internacional. Gracias al estímulo de miles de personas de todo el mundo, Juan Pablo II eligió visitar una capilla de adoración perpetua como su primera escala después de llegar al aeropuerto.
En ese lugar, la iglesia del Buen Pastor, el Santo Padre dio una charla al clero y religiosos acerca de la importancia de la adoración en la vida sacerdotal. El Papa indicó que lo "más apropiado" era que su primera visita en Corea fuera una capilla de adoración perpetua.
Esa tarde el Secretario Ejecutivo del Congreso nos visitó al padre Farrell, al padre Martín y a mí. Él quería saber cómo había empezado todo este maravilloso trabajo de la adoración perpetua que había logrado establecer cientos de capillas tanto en Corea como en Filipinas.
De esa reunión con el Secretario Ejecutivo, surgió una invitación para ir a Roma y presentar al Santo Padre un álbum con todas las capillas instauradas en Asia.
El padre Martín no quería ir a menos que yo lo acompañara. Como la visita era muy importante decidí ir. Se fijó la fecha y como todos llegaríamos de distintas partes, nos encontraríamos a una hora determinada en la capilla de adoración de la basílica de San Pedro.
Al finalizar la reunión, cuando salíamos de la capilla de San Pedro, conocimos a un seminarista. Se entusiasmó cuando supo el motivo por qué estábamos en Roma y nos dijo que él también cuando fuera sacerdote, iba a propagar la adoración perpetua.
El seminarista es ahora sacerdote, el padre Vicente Pericone. que difunde la adoración perpetua en el Reino Unido. Este le habló a otro amigo que también fue ordenado de sacerdote, el cual está fomentando con mucho éxito la adoración perpetua por todos los Estados Unidos, se llama José De Lúea.
¿Entiendes ahora, amigo, a lo que me refiero acerca de las "conexiones"'?. Desde Seúl a Roma, a Manila y al mundo entero, la Santísima Madre está haciendo un "rosario vivo" para glorificar a su Hijo en el Santísimo Sacramento.
Si todavía tienes el rosario en tus manos, hay una sola cosa más que te quiero decir. Cuando rezas el rosario en la presencia del Santísimo Sacramento, tú amas a Jesús con el Corazón de María. Unido al Corazón de María por el rosario, haces una perfecta hora santa porque entonces amas a Jesús con el amor perfecto de María.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico.
5 de noviembre de 2009
Frases de la Madre Teresa sobre Jesus Eucaristia
sufriente a los rayos de Jesús que irradian desde la Eucaristía sanando, sosteniendo y transformando."
"La Palabra se hace carne otra vez y inhabita entre nosotros, bajo las especies de la Eucaristía; el mismo Jesús, nacido hace dos mil años como un pequeño niño en Belén, está verdaderamente, realmente, físicamente y personalmente presente para nosotros en el Santísimo Sacramento."
"Todavía no habíamos empezado a hacer nuestra Hora Santa cotidiana que nuestra comunidad empezó a crecer y a florecer... Tenemos mucho trabajo. Nuestras casas para enfermos y moribundos siempre están llenas. Y desde que hemos empezado a hacer la adoración cada día, nuestro amor por Jesús se ha vuelto más íntimo, nuestro amor por cada persona más comprensible, nuestro amor por los pobres, más compasivo, y las vocaciones se han duplicado. Dios nos ha bendecido con magníficas vocaciones. El tiempo que pasamos cotidianamente con Dios es la parte más importante del día."
"Cuando miras al crucifijo, comprendes cuánto te amó Jesús. Cuando miras a la Eucaristía, comprendes cuánto te ama hoy."
Madre Teresa de Calcuta
Carta de un Sacerdote a otro Sacerdote, para meditar en el dia del Cura de Ars
San Juan María Vianney, 4-8-1993
Querido padre Tomás:
¿Te acuerdas de Jorge, ese joven amigo mío con el que nos encontramos en la iglesia de Binondo?. Él me comentó que le gustaría ingresar al seminario y ordenarse sacerdote. Pero que el único problema que tenía era que no se creía capaz de memorizar un sermón, ni poder predicar mucho. Después de pensarlo, Je contesté que no consideraba que eso fuera un problema.
Uno de los sacerdotes más conocidos en la historia decía, en sus últimos años, el mismo sermón todos los días, una y otra vez, y era: "Si sólo supieras cuánto Jesús te ama en el Santísimo Sacramento, te morirías de felicidad". Después señalando hacia el Sagrario, agregaba: "JESÚS ESTÁ REALMENTE AHÍ".
La gente venía de todas partes de Francia para oírlo y cada domingo repetía lo mismo. Al tomar conciencia del amor y presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento, se conmovía tan intensamente, hasta lo más profundo del alma, que al señalar el Sagrario para mostrar a la gente que Jesús estaba realmente ahí, lloraba de alegría. Él pasaba largas horas cada día y cada noche, orando ante el Santísimo Sacramento como también muchas horas en el confesionario. San Juan María Vianney, el cura de Ars, fue proclamado por la Iglesia ejemplo y patrono de todos los sacerdotes.
Otro sacerdote famoso que vivió en la misma época de San Juan Vianney, fue el padre Lacordaire. Este sacerdote fue el predicador más elocuente de su tiempo. Cuando él predicaba en la iglesia de Notre Dame de París, el rey y la Reina iban a oírlo y la Catedral se llenaba.
Un día, alguien le preguntó si se sentía muy satisfecho por ser un predicador tan popular. Él contestó que no, porque cuando él hablaba la gente comentaba su habilidad e inteligencia, pero cuando hablaba Juan Vianney, todos decían ¡qué bueno es Jesús!
¡Qué complicada es la naturaleza humana, querido Tomás!. Tratamos de impresionar con nuestra inteligencia, razonando todo, tanto que a la gente le resulta difícil entender lo que tratamos de transmitir. ¡Lo que realmente debemos hacer es decirle a la gente cuan bondadoso es Jesús en el Santísimo Sacramento!. Si tú repites , de todo corazón, las pocas palabras de San Juan María Vianney, también serás canonizado.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico.
Adoracion 1er Semana de Noviembre
CUANDO SE PIENSA...
... que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote;
... que ni tos ángeles, ni los arcángeles, ni Miguel, ni Gabriel, ni Rafael, ni príncipe alguno de los que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote;
... que Nuestro Señor Jesucristo, en la Ultima Cena realizó el milagro más grande que la creación del universo con todos sus esplendores, y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre para alimentar al mundo; y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote;
... que el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar que es perdonar los pecados, y que lo que él ata en el fondo de su humilde de su humilde confesionario. Dios, obligado por sus propias palabras, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios;
... que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y esa Sangre redentora, que sólo un sacerdote puede realizar;
... que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino;
... que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y que las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quién se los de; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quién las absuelva,
y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos;
... que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él;
... que un sacerdote, cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni símbolo, ni siquiera embajador de Cristo, sino que es CRISTO MISMO que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios;
Cuando se piensa todo esto, un comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales;
Y UNO COMPRENDE...
... el afán con que, en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal;
... el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes;
... que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación;
... que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Jesús de nuevo;
... que si un padre o madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable;
... que más que una iglesia, y más que una escuela, y más que hospital, es un seminario o un noviciado;
... que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor;
... que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre, que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo, pues será CRISTO MISMO, sacrificando Su Cuerpo y Su Sangre, para alimentar al mundo.
• Lectura de la carta a los Filipenses
"Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús. H, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en e! cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" Flp 2,5-11
Madre Teresa de Calcuta...
La noche antes de su muerte Jesús nos ha dado dos grandes dones: el don de sí mismo en la Eucaristía y el don del sacerdocio para que Su presencia siga estando viva en la Eucaristía. SIN SACERDOTES NO TENEMOS A JESÚS. Sin sacerdotes no tenemos la absolución. Sin sacerdotes no podemos recibir la comunión.
Nada se puede comparar a ¡a vocación del sacerdote. Es como una sustitución de Jesús en el altar, en el Confesionario, y en todos los otros sacramentos en los cuales él emplea e! pronombre "Yo", como Jesús. Piensen hasta qué punto el sacerdote tiene que ser una entidad con Jesús para que Éste lo use en Su lugar, en Su nombre, para que pronuncie Sus palabras, para que cumpla Sus acciones, para que anule los pecados, para que transforme el simple pan y vino en el pan de Vida de Su Cuerpo y en Su Sangre. ¡Qué pura tiene que ser la boca de un sacerdote, y qué puro debe ser su corazón para que él pueda pronunciar las palabras: "Este es mi cuerpo" y transformar el pan en el Jesús viviente! ¡Qué puras deben ser las manos del sacerdote, qué total debe ser la identificación con las manos de Jesús, si en ellas, cuando él eleva esas manos, está la
tan preciosa sangre de Jesús!
Un pecador se va a confesar oprimido por el pecado, y cuando deja el confesionario es un pecador sin pecado. ¡Qué puro y sagrado debe ser un sacerdote para quitar y pronunciar las palabras: "Yo te absuelvo"!
• Rezamos todos juntos...
Oh Redentor Nuestro, acepta vivir en los sacerdotes, transfórmalos en Ti. Hazlos por tu gracia ministros de tu misericordia, obra a través suyo, y haz que, imitando fielmente tus virtudes, se revistan en todo de Ti, y actúen en Tu nombre y con la fuerza de tu Espíritu. Contempla, Señor Jesucristo, cuántos son todavía los que duermen en las tinieblas del error, cuántas son las ovejas que caminan al borde del precipicio. Dirige tu mirada a tantas y tantos pobres, hambrientos y débiles, que lloran en medio de su soledad. Vuelve Tú a nosotros por medio de has sacerdotes. Muéstrate en ellos y, obrando a través suyo, recorre el mundo de nuevo, enseñando, perdonando, santificando y renovando los lazos de amor entre tu Corazón divino y nuestros pobres corazones. Amén.
• Respondemos a cada intención: Señor, danos Sacerdotes Santos,
Para conseguir el perdón de los pecados...
¡'ara que no nos falte la Sagrada Eucaristía...
Para que prediquen a Cristo, y a éste crucificado...
Para que den testimonio de la Verdad...
Para que los niños conserven la Gracia...
Para que la juventud conozca y siga a Cristo...
Para que los mayores conformen sus vidas según la Ley de Dios...
Para que tengamos hogares cristianos...
Para que en nuestros pueblos se viva la unión y la caridad cristiana...
Para que los enfermos reciban los auxilios espirituales...
Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte y ofrezcan la Santa Misa por nosotros...
Santa María, Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles, alcánzanos del Señor muchos y santos sacerdotes. Así sea.
1 de noviembre de 2009
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre
Sean santos como es Santo el Padre que está en el Cielo[1].
La voluntad de Dios es que sean santos[2].
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el Cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.[3]
Con estas palabras y tantas otras, el Espíritu de Dios nos impulsa a la santidad. Parafraseando al Apóstol que grita “la Caridad de Cristo nos urge”[4], podemos sentirnos interpelados de la misma manera: “la santidad de Cristo nos urge”.
La Iglesia necesita una profunda renovación, una gran transformación, un fuerte impulso de santidad, una nueva generación de santos. Una Vida Nueva. Una comunidad con el fervor de la primera. Un espíritu que nos permita respirar la santidad de Dios.
¿Es posible hoy?
El Espíritu Santo ha suscitado, ya desde el siglo pasado, una corriente de Gracia que se ha manifestado en distintos momentos, lugares y estados de vida: un renovado FERVOR EUCARÍSTICO.
La Eucaristía no es un carisma más en la Iglesia. La Eucaristía hace la Iglesia[5]. Ella es fuente y culmen de toda la vida de la Iglesia[6]. Contiene todo el tesoro espiritual de la Iglesia[7]. La Eucaristía es Jesús.
Y Jesús nos da el Espíritu Santo: el Espíritu de santidad.
Juntos, en la Eucaristía, renovamos Pentecostés: en comunión con María, recibimos el Espíritu de Jesús.
El Reino de los Cielos ya está entre ustedes[8], anunciaba Jesús con su sola Presencia. Al reinar la Eucaristía, el Reino de Dios está entre nosotros. Y, así como los demonios no soportaban la Presencia de Cristo[9], del Reino, así hoy tampoco la Presencia de la Eucaristía, del Santo de Dios, puede cohabitar con el pecado. Esta corriente de gracia suele encontrar, misteriosamente, cierto rechazo, cierta resistencia, e incluso cierto cuestionamiento peyorativo. El maligno no soporta la Presencia del Santo de Dios y con muchas sutilezas querrá evitar el reinado de la Eucaristía que anticipa la plenitud del Reino de Dios entre nosotros. Es que la Eucaristía nos permite, gracias al Espíritu que recibimos, ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre. En la Eucaristía, le pertenecemos a Dios y Él, si vale la expresión, nos pertenece; así como el Hijo es todo del Padre y el Padre todo del Hijo en la comunión del Espíritu Santo, en la Eucaristía participamos de la misma comunión. La santidad de Dios habita en nosotros.
La Eucaristía HACE SANTOS.
¿Es posible en esta generación frágil hablar de la santidad y vivirla?
¡¡¡SÍ!!! Es posible. Así como en un hospital a un enfermo lo que se le pide es recibir, no se le pide en primer lugar hacer, así la Eucaristía le permite a esta generación que vive en debilidad, recibir la santidad de Dios. No se nos pide en primer lugar tal o cual virtud, tal o cual acción, tal o cual palabra o gesto; sino, antes que nada, recibir.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero.[10]
El Espíritu Santo suscita un caminito[11] de santidad a través de un renovado FERVOR EUCARISTICO; a través de la celebración y adoración diaria de la Eucaristía, el Reino de Dios está entre nosotros. No hace falta que otros lo vean o valoren; de todas maneras es fecundo. El Reino es como la pequeña porción de levadura que fermenta toda la masa; es la pequeña semilla de grano de mostaza que llega a ser la más grande de las hortalizas[12].
Un camino de santidad accesible para todos. TODOS pueden celebrar y adorar la Eucaristía. NADIE está excluido. Por más débil que sea, en cualquier estado en que se encuentre. LA SANTIDAD de Cristo en la EUCARISTÍA nos santifica. Y nos hace santificadores. No por nuestra santidad, sino por la santidad del Espíritu que nos habita.
Un camino de santidad humilde y grande a la vez: celebrar y adorar todos los días la Eucaristía. Un compromiso de ser como la LÁMPARA ENCENDIDA del sagrario. Todos los días, un signo vivo de la Presencia Viva. Presentes ante el PRESENTE.
Es un llamado a formar una fraternidad eucarística: sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y familias que sientan el llamado a santificarse y a santificar mediante un acto de fe y amor a la Eucaristía todos los días: en la celebración de la Misa y la adoración al Santísimo (expuesto o reservado en el sagrario). Y así vivir de la Eucaristía[13]; esto es, orar y evangelizar con la Eucaristía, pensar y amar como la Eucaristía.
La fidelidad de Jesús en la Eucaristía nos invita a esta sencilla fidelidad que trata de vivir la primacía de la gracia[14] y la escuela de comunión[15] a la que nos invita nuestro amado Juan Pablo II en Novo Milenio Ineunte: un camino de santidad para el nuevo milenio.
Abrazados por el Inmaculado Corazón de María, en el espíritu del Magnificat[16], viviremos consagrados al Corazón Eucarístico de Jesús, hasta que Dios sea todo en todos[17].
Así, encarnaremos la santidad a la cual somos llamados por el bautismo.
Así, anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús[18].
Fiesta de Pentecostés del año 2009
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre …
… en la vocación laical
Es, ante todo, un llamado a la santidad. Sean santos como es Santo el Padre que está en el Cielo.
El Concilio Vaticano II ha sido inspirado por el Espíritu Santo para renovar este llamado evangélico que está dirigido a todos los bautizados[19], no sólo a los sacerdotes o consagrados, sino que es un llamado a los hijos del Padre celestial; es decir, a todos los bautizados.
La santidad no es un lujo de pocos sino un deber de todos, nos decía la Madre Teresa de Calcuta.
De manera concreta, el laico vive este llamado en medio del mundo haciendo presente el Reino de Dios en las realidades temporales: la familia, el estudio, el trabajo, los amigos; los distintos ámbitos sociales en que se desarrolla su vida.
Sin embargo, para instaurar el Reino de Dios, primero lo tiene que tener en su corazón. El Reino de Dios que predicaba Jesús era una invitación a la conversión[20] y esto se tiene que dar, ante todo, en el propio corazón.
Tiene que ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre. Jesús predicaba el Reino de Dios diciendo que ese Reino ya está entre nosotros. ¿Cómo? En su Persona. En su Persona que le pertenece del todo al Padre ya estaba su Reino entre nosotros.
De la misma manera, el laico anuncia el Reino de Dios en el mundo, santifica el mundo, si ese Reino primero habita en él, si él es santo.
¿Con qué santidad? No con la suya propia, sino con la de Cristo. Tendrá que recibir a Cristo para recibir su santidad. Vivir un renovado fervor eucarístico es una invitación a dejarse santificar por Cristo.
Esto significa, en concreto, darle el primer lugar a Dios en la propia vida, para que así podamos ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre.
¿El modo? Realizando, cada día, un acto de fe y amor a Jesús Eucaristía, mediante la participación de la Misa y adorándolo durante una hora o durante el tiempo que cada uno decidirá junto a su director espiritual, según sus posibilidades.
Ciertamente que los compromisos que el laico asume en el mundo de hoy, algunas veces, le puede impedir tener el horario disponible en el que se celebra la Misa o se expone el Santísimo Sacramento. Sin embargo, esto no le debe impedir darle a Dios el primer lugar cada día por medio de este camino eucarístico.
Y, por eso, es que todos los días, si se encuentra imposibilitado de celebrar la Misa y de hacer adoración o visitar el sagrario, puede hacer un acto de comunión espiritual dirigiendo su acto de fe y amor hacia el sagrario que se encuentre más cercano; acto de fe y amor que puede ir acompañado del rezo del santo Rosario, de la meditación del Evangelio del día, o de alguna piadosa oración en honor a Jesús eucaristía.
Así, dando cada día a Dios el primer lugar en la oración, irá, poco a poco, teniendo el primer lugar en el corazón y, finalmente, en toda su vida.
Además, en orden a vivir el Espíritu de Pentecostés donde los apóstoles estaban en oración unánime y perseverante junto a María[21], todos los que sientan alguna afinidad y amistad humana, y se sientan invitados a vivir la santidad por medio de este sencillo caminito, podrán fortalecerse, rezando unos por otros cada día y congregándose una vez al mes para realizar una hora de adoración al Santísimo en comunión con María.
Así, el Espíritu de Pentecostés, generará entre nosotros, el espíritu de fraternidad que robusteció a los apóstoles en su misión.
Es una invitación que no implica ningún nuevo compromiso: no se trata de que los laicos se alejen de sus compromisos cotidianos ni de sus respectivas comunidades eclesiales en las que ya se encuentren.
Simplemente es una invitación que debe resonar en lo más hondo del corazón, para que el Espíritu Santo renueve nuestra fidelidad cotidiana y, así, podamos responder al llamado bautismal: la santidad de Cristo nos urge.
Que Jesús sea adorado y María sea amada.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre …
… en la vocación sacerdotal
El sacerdote está llamado a irradiar la santidad de Jesús. Es un hombre tomado de entre los hombres al servicio de los hombres en las cosas que se refieren a Dios[22].
De manera que, en el sacerdote, los hombres buscan a ese hombre que les de a Dios. Pero nadie da lo que no tiene. Jesús debe vivir en él para que los hombres se encuentren con Jesús.
Los sacerdotes estamos llamados a santificarnos santificando a los hombres. Y esto sólo es posible si el sacerdote le permite a Jesús vivir Su Vida en la de él. ¿De qué sirve un sacerdote que no dé a Jesús? Los hombres buscan a Jesús en el sacerdote y lo deben encontrar.
Deben encontrar en el sacerdote el amor del Corazón de Jesús[23], el Buen Pastor. Esta es la espiritualidad del sacerdote: vivir la Caridad Pastoral[24], es decir, dejar vivir a Jesús en él, para que Jesús, el Buen Pastor, manifieste y derrame su amor redentor a los hombres, porque sólo Jesús es Redemptor Hominis.[25]
La máxima manifestación de Amor de Jesús, el Sumo y Eterno Sacerdote, es el misterio Pascual: Su Pasión, Muerte y Resurrección. En este acto de Amor, el Padre ha “agotado” (entiéndase bien) la manera de manifestar y donar su Amor. Es la suprema manifestación y donación de Amor del Padre que se nos regala en Jesús. Ahí, más que en otro momento, contemplamos que Cristo es todo del Padre y así es capaz de manifestarnos y donarnos todo el Amor que hay en el Padre.
Esta es la Caridad del Buen Pastor que tiene que vivir cada sacerdote. Reviviendo sacramentalmente el misterio Pascual, el sacerdote será todo de Dios como Cristo es todo del Padre.
De manera que, lo más hondo de la espiritualidad sacerdotal, será actualizar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús en la celebración de la Misa diaria. Actualizarla sacramentalmente es la manera más eficaz de manifestar y donar a los hombres el Amor Redentor de Jesús.
Un día en la vida del sacerdote sin la celebración de la Misa es desperdiciar el mayor caudal de Gracia que Dios ha puesto en sus manos y que puede brotar como una fuente de Agua Viva para renovar, transformar y santificar a toda la Iglesia.
El sacerdote, más que nadie entonces, está llamado a ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre, para ser canal, instrumento, Sacramento vivo para los hombres, bajo el influjo permanente del Espíritu Santo que brota de la Eucaristía.
Así, la celebración de la Eucaristía estará en el centro de su vida cada día. Y revivirá este misterio, este influjo del Espíritu de santidad, esta pertenencia total a Dios en la hora santa de adoración al Santísimo Sacramento, de manera de poder ir tomando la forma de Jesús Buen Pastor.
De esta manera todas las acciones ministeriales que lleve a cabo tendrán la forma y la autoridad[26] de Jesús vivo en él. No serán simplemente sus acciones humanas sino, más aún, serán las acciones de Jesús Buen Pastor que quiere seguir amando y salvando a los hombres a través de él.
Con la celebración diaria de la Eucaristía y la hora de adoración comenzará a darle la iniciativa y la primacía a la gracia de Dios en su vida y en su ministerio.
La comunión presbiteral es un signo vivo de esta comunión eucarística. La comunión presbiteral es un elemento fundamental en la teología sobre el presbítero en el Concilio Vaticano II[27]. Sin embargo, hay que reconocer nuestros límites humanos para encarnarla permanentemente.
Formar una fraternidad eucarística con aquellos que sientan este caminito eucarístico como una clara voz interior que los invita a santificarse y a santificar, será una manera concreta de vivir esa comunión presbiteral. Congregándose una vez al mes en una hora de adoración al Santísimo Sacramento, los miembros de la fraternidad eucarística comenzarán a vivir dicha comunión presbiteral.
Poniéndose en manos de María, de una manera especial en dicha adoración mensual, revivirán la fuerza de Pentecostés y posiblemente se acrecienten los sentimientos de comunión con todo el resto del presbiterio como ocurrió con los apóstoles en aquel cenáculo.
Por lo tanto, no es una fraternidad para aislar a los presbíteros sino, todo lo contrario. La adoración al Santísimo rezando por la santidad de todos los sacerdotes y la comunión con María santísima, la acrecentará sensiblemente.
Esta adoración al Santísimo Sacramento hará revivir en sus propias personas, la adoración que el mismo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, tributa al Padre. Así, aquí y ahora, en este momento y por medio de estos sacerdotes, Jesucristo sigue intercediendo ante el Padre por todos los hombres.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre a través de este caminito eucarístico, implica en la vida del Sacerdote amar y hacer amar a Jesús Eucaristía, orar y evangelizar con la Eucaristía, pensar y amar como la Eucaristía, invitando a sus fieles a vivirlo.
Que lo que él vive, los fieles se sientan invitados a vivirlo, sobre todo en las familias, iglesia doméstica que tendrá que redescubrir que familia que reza unida permanece unida[28]. A los matrimonios jóvenes, de manera particular, se los invitará a celebrar la Eucaristía de cada domingo junto a sus hijos.
Que Jesús sea adorado y María sea amada.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre …
… en la Vocación religiosa
Yo te desposaré para siempre … en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad[29].
La vida consagrada es un signo del desposorio de Cristo con su Iglesia. Un anticipo del Banquete del Reino de los Cielos. Felices los invitados al Banquete celestial[30].
Yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré al corazón[31]. La vida consagrada es una relación vital, íntima, personal entre el alma y Dios. Un Amor fuerte como la muerte[32] que es capaz de invitar a una persona a vivir en pobreza, obediencia y castidad; a vivir por el Amado, con el Amado, en el Amado; a vivir por Cristo, con Él y en Él[33]; a vivir como el Amado.
Esto que se expresa dirigido de manera particular hacia la vida religiosa femenina, también puede vivirse en la consagración de los hombres, sin olvidar lo específico de cada camino.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre en la vida consagrada es descubrirse de tal manera amada, que una se siente llamada a amarlo con un amor total, exclusivo, personal.
Y, como toda relación esponsal, exige la Presencia del Amado. Por eso, este caminito eucarístico será una manera de ahondar esa relación de amor personal.
Sentirse invitada todos los días a consagrase a la Eucaristía mediante un acto de fe y amor al Amado Fiel, Presente, en el Sacramento, hará crecer sensiblemente la propia consagración religiosa.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre en la vida consagrada mediante la celebración diaria de la Eucaristía y un acto de adoración al Santísimo Sacramento expuesto o reservado en el sagrario; sin cambiar en nada el propio carisma y según las propias constituciones lo establezcan o permitan.
Bajo una fidelidad absoluta a la propia congregación y movidas en el espíritu de obediencia a dicho carisma y a la superiora de la comunidad, sabiendo vivir el abandono confiado a lo que cada día se le permita, cada consagrada que se sienta invitada a este caminito, si no le es posible celebrar la Eucaristía o adorarlo, podrá realizar dicho acto de fe y amor a Jesús sacramentado mediante una comunión espiritual dirigida al sagrario más cercano que se encuentre, al modo que lo pueden vivir los llamados a la vocación laical.
Así vivirá cada uno de los días de su vida consagrada a semejanza de los templos que se construyen orientados a oriente, a Jerusalén; cada día vivirá orientada hacia el sagrario, hacia el sol naciente, hacia Jesús, hacia el Esposo Amado, Presente, por ella, con ella, para ella.
Allí está ÉL, día y noche permaneciendo Fiel para volver a desposarle en Amor y Fidelidad a lo largo del desierto de la peregrinación, mientras su amada aguarda el Banquete de las Bodas del Cordero[34].
Celebrar y adorar la Eucaristía será, para la consagrada, aprender del Esposo divino lo que significa ser pobre, obediente y casto.
Allí esta ÉL.
Pobre en la apariencia del pan y del vino.
Obediente a la voz del sacerdote cada vez que pronuncia las palabras de la consagración.
Casto en su entrega gratuita, generosa, universal. Olvidado de sí mismo, de su condición divina[35], para venir, anonadándose, a cada uno de nosotros. No sólo a algunos, sino a todos.
Vivir la vida consagrada orientada a la Eucaristía será la mejor escuela para aprender los sentimientos de Cristo Jesús[36].
La consagrada, así, comprenderá que no sólo está llamada a ser un signo, a ser lámpara encendida; sino que está llamada a dejarse transformar por el Amado, llamada a ser, también, incienso que se quema en su Presencia.
Suba, Señor, a Ti mi oración como incienso[37]. Esa es la vida religiosa; una vida consumida, entregada, que se quema como incienso en la Presencia del Santísimo Sacramento. Así, la Iglesia, la casa, se impregna con la fragancia del perfume[38] de su amor.
No implica nada nuevo en su propia consagración, ni un nuevo aspecto del carisma de su congregación.
Simplemente, sentirse invitada a despertar un renovado Fervor Eucarístico mediante un acto de fe y de amor a Jesús Eucaristía cada día, con el deseo de vivir la maternidad espiritual adoptando en ese acto de fe y de amor diario a cada uno de los laicos y sacerdotes que sienten la misma invitación en su corazón. Esta será la manera de vivir la fraternidad eucarística, que en nada disminuirá la propia vida comunitaria. Al contrario, María santísima y Jesús Eucaristía, poco a poco, la irán transformando para crecer en el espíritu de comunidad para con sus hermanas.
Así, el Espíritu Santo que se nos regala en la Eucaristía y que la ha consagrado para ser toda de Dios como Cristo es todo del Padre, la santificará cada vez más y la convertirá en un signo del Resucitado que grita con su vida: ¡El Maestro ha resucitado!
Que Jesús sea adorado y María sea amada.
Ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre …
… en el espíritu del Magnificat
Contemplemos detenidamente los frutos que, despacito y misteriosamente, hará germinar en nuestra vida esta decisión de darle el primer lugar a Dios por medio de este renovado fervor eucarístico.
El camino eucarístico hará en nosotros lo que nosotros no podemos con nuestras solas fuerzas humanas. Por obra y gracia del Espíritu Santo, que se derrama desde la Eucaristía, podremos vivir el espíritu del Magnificat.
El fruto de este caminito será encarnar el espíritu del Evangelio en nuestra vida. Este es el espíritu de María santísima; ella es la que nos ayuda a encarnar en nuestra vida la Palabra de Dios que se encarnó en Ella.
El Magnificat es la síntesis del Evangelio. Por eso, la Palabra de Dios que se proclama en la Misa diaria será el alimento principal nuestro de cada día, leído y meditado en algún momento de la jornada. Y este ya será el primer fruto de este caminito.
Pero además y, poco a poco, con el acompañamiento y la pedagogía de María empezaremos a vivir la Palabra de Dios:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque miró con Bondad la pequeñez de su servidora …
… por medio del acto de fe y amor diario a Jesús eucaristía daremos a Dios la alabanza que merece recibir en cada jornada. Al estar centrados en nosotros mismos, en nuestras miserias, en nuestra pequeñez, en nuestros problemas, lo que más nos cuesta dar a Dios es la alabanza y la acción de gracias que lo glorifican y que a su vez nos hace gozarnos en su grandeza que se manifiesta en nuestra debilidad[39]. Mediante este camino diremos, cada día, junto a María: mi alma canta la grandeza del Señor[40].
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas, ¡su Nombre es Santo! …
… nos sentiremos impulsados a amar a María santísima por medio del rezo del santo Rosario. María es Madre, María es Maestra, María es Reina. Ella nos tomará de la mano para conducirnos a Jesús. Por eso tomaremos la iniciativa, todos los días, de comenzar la jornada poniendo el Rosario en el bolsillo. Así el Rosario comenzará estando en el bolsillo y, de a poco, pasará a estar en la mano; y, de estar en la mano, pasará, finalmente, a estar en el corazón.
Su Misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen …
… descubriremos que el llamado “sean santos como el Padre celestial de ustedes es Santo” equivale a decir “Sean misericordiosos como el Padre celestial de ustedes es Misericordioso”[41]. Por medio de la confesión mensual empezaremos a gustar de la Misericordia de Dios que nos hará más misericordiosos con los demás. El perdón frecuente que recibimos del buen Dios nos invitará a perdonar frecuentemente a los otros, sobre todo en la vida familiar y comunitaria.
Desplegó la fuerza de su Brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribo a los poderosos de su trono y elevó a los humildes…
… del Cristo manso y humilde de corazón[42] que vive en la Eucaristía aprenderemos a amar la humildad. Sabiendo que Dios resiste a los soberbios pero da su gracia a los humildes[43]. Conscientes que el Reino es de aquellos que son como niños[44], así, creceremos en la actitud del abandono y la confianza en la Providencia de Dios que todo lo gobierna para nuestro bien[45]. Entonces, aceptaremos las humillaciones y purificaciones que ocurran en nuestra vida, esperando el abrazo de María que nos pondrá en algún momento en los brazos de Dios, quien Paternalmente, sacará Bien del mal[46].
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías…
… al recibir la compasión de Dios que se nos regala en la Eucaristía, descubriremos que estamos llamados a ser compasivos, sobre todo con las almas del purgatorio, con los pobres, los enfermos y todos los que sufren de alguna manera, viendo en ellos al mismo Cristo[47] que hemos celebrado y adorado en el Santísimo Sacramento.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su Misericordia…
… al fortalecerse el don de la Fe en la Eucaristía, iremos a toda prisa[48] a dar a Jesús a los demás, a anunciar su Evangelio. Insistiendo, de manera especial, en el Bautismo a los recién nacidos y en la catequesis a los niños y a los jóvenes. A todos, contaremos lo que hemos visto y oído.[49]
Como lo había prometido a nuestros padres, a favor de Abraham y de su descendencia para siempre…
… la Eucaristía hace la Iglesia. Por eso despertará en nosotros un profundo amor filial a la Iglesia, nuestra Madre. Dios será nuestro Padre y la Iglesia será nuestra Casa. Así nos sentiremos impulsados a rezar por el Papa y a amarlo, recibiendo con docilidad sus enseñanzas y transmitiéndolas a los demás, conscientes que son las mismas enseñanzas que Jesús quiere que recibamos y transmitamos. Así, viviendo y amando la Iglesia peregrina, esperamos con confianza algún día vivir y gozar para siempre de la celestial donde Cristo será todo en todos.
Amén.
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[1] Mt. 5, 48
[2] 1 Tes.4, 3
[3] Ef.1, 3-4
[4] 2 Cor.5, 14
[5] Cfr. Ecclesia de Eucaristía cap.II
[6] Sacrosanctum Concilium 10
[7] Presbyterorum Ordinis 5
[8] Cfr. Mt.4, 17
[9] Cfr. Mc.5, 6-10
[10] 1 Jn.4, 9-10
[11] Expresión utilizada para describir el camino de la infancia espiritual que inspiró a Santa Tersita de Lisieux.
[12] Cfr. Mt.13, 31-32
[13] Ecclesia de Eucaristía 1.
[14] Novo Millenio Ineunte 38.
[15] Novo Millenio Ineunte 43.
[16] Cfr. Lc.1, 46-55
[17] 1 Cor.15, 28
[18] Ver Plegaria Eucarística
[19] Cfr. Lumen Gentium 11
[20] Cfr. Mc.1, 15
[21] Cfr, Hech.1, 14
[22] Heb.5, 1-4
[23] Expresión utilizada por el santo Cura de Ars
[24] Cfr. Pastores Dabo Vobis 21
[25] Nombre de la primera carta Encíclica de Juan Pablo II
[26] Cfr. Mc.1, 22
[27] Cfr. Presbyterorum ordinis 8
[28] Cfr. Familiares Consortio 55- 62
[29] Os.2, 21-22
[30] Cfr. Misal Romano
[31] Os.2, 16
[32] Ct.8, 6
[33] Cfr. Misal Romano
[34] Cfr. Apoc. 19
[35] Flp.2, 6
[36] Flp. 2, 5
[37] Sl.140, 2
[38] Cfr. Jn. 12, 3
[39] Cfr. 2Cor. 12, 9
[40] Lc. 1, 46
[41] Lc. 6, 36
[42] Mt. 11, 29
[43] 1Pe. 5, 5
[44] Cfr. Mt. 18, 1-4
[45] Cfr. Mt. 6, 25-33
[46] Cfr, Gen. 50, 20
[47] Cfr. Mt. 25, 31-46
[48] Expresión característica usada por la Madre Teresa de Calcuta
[49] Cfr. Hech.4, 20
"Hagan todo lo que Él les diga"(Jn.2,5)
Recibimos a Jesús Eucaristía cantando…
Alabe Todo El Mundo
Invocamos al Espíritu Santo…
Ven Espíritu Santo Creador
Por todos los siglos de los siglos honor.
Lectura del Evangelio según San Juan
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. “
Jn 19, 25-27
Meditemos desde el pensamiento de Su Santidad, Benedicto XVI
Cuando Dios decidió hacerse hombre en su Hijo, necesitaba el "sí" libre de una criatura suya. Dios no actúa contra nuestra libertad. Y sucede algo realmente extraordinario: Dios se hace dependiente de la libertad, del "sí" de una criatura suya; espera este "sí". San Bernardo de Claraval, en una de sus homilías, explicó de modo dramático este momento decisivo de la historia universal, donde el cielo, la tierra y Dios mismo esperan lo que dirá esta criatura.
El "sí" de María es, por consiguiente, la puerta por la que Dios pudo entrar en el mundo, hacerse hombre. Así, María está real y profundamente involucrada en el misterio de la Encarnación, de nuestra salvación. Y la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo, desde el inicio estaba orientada al don de sí mismo, a entregarse con mucho amor en la cruz a fin de convertirse en pan para la vida del mundo. De este modo sacrificio, sacerdocio y Encarnación van unidos, y María se encuentra en el centro de este misterio.
En la hora de la cruz. Jesús, antes de morir, ve a su Madre al pie de la cruz y ve al hijo amado; y este hijo amado ciertamente es una persona, un individuo muy importante; pero es más: es un ejemplo, una prefiguración de todos los discípulos amados, de todas las personas llamadas por el Señor a ser "discípulo amado" y, en consecuencia, de modo particular también de los sacerdotes.
Jesús dice a María: "Madre, ahí tienes a tu hijo". Es una especie de testamento: encomienda a su Madre al cuidado del hijo, del discípulo. Pero también dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". El Evangelio nos dice que desde ese momento san Juan, el hijo predilecto, acogió a la madre María "en su casa". Así dice la traducción italiana, pero el texto griego es mucho más profundo, mucho más rico. Podríamos traducir: acogió a María en lo íntimo de su vida, de su ser, "eis tà ìdia", en la profundidad de su ser.
La peculiar relación de maternidad que existe entre María y los presbíteros es la fuente primaria, el motivo fundamental de la predilección que alberga por cada uno de ellos. De hecho, son dos las razones de la predilección que María siente por ellos: porque se asemejan más a Jesús, amor supremo de su corazón, y porque también ellos, como ella, están comprometidos en la misión de proclamar, testimoniar y dar a Cristo al mundo. Por su identificación y conformación sacramental a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, todo sacerdote puede y debe sentirse verdaderamente hijo predilecto de esta altísima y humildísima Madre.
El santo cura de Ars, en quien pensamos de modo particular este año, solía repetir: "Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de lo más precioso que tenía, es decir, de su santa Madre"
Cantamos…
Ahí tienes a tu madre
Si se acaba el vino en tu vida hoy,
Ahí tienes a tu madre, ahí tienes a tu madre,ahí tienes a tu madre,ahí tienes a tu madre,
Si no sabes cómo hacer una oración,
Si estás padeciendo una enfermedad,
Lectura del Evangelio según San Juan
“Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Después de esto, descendió a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y permanecieron allí unos pocos días.“
Jn 2, 1-12
Del Siervo de Dios, Juan Pablo II
En el episodio de las bodas de Caná, San Juan presenta la primera intervención de María en la vida pública de Jesús y pone de relieve su cooperación en la misión de su Hijo. Ya desde el inicio del relato, el evangelista anota que "estaba allí la madre de Jesús" (Jn 2, 1) y, como para sugerir que esa presencia estaba en el origen de la invitación dirigida por los esposos al mismo Jesús y a sus discípulos (cf. Redemptoris Mater, 21), añade: "Fue invitado a la boda también Jesús con sus discípulos" (Jn 2, 2). Con esas palabras, San Juan parece indicar que en Caná, como en el acontecimiento fundamental de la Encarnación, María es quien introduce al Salvador.
El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen se manifiesta cuando llega a faltar el vino. Ella, como experta y solícita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para ayudar a los esposos en su dificultad.
Dirigiéndose a Jesús con las palabras: "No tienen vino" (Jn 2, 3), María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según algunos exégetas, la Madre espera un signo extraordinario, dado que Jesús no disponía de vino.
La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.
En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su "primer signo", la prodigiosa transformación del agua en vino.
De ese modo, María procede en la fe a los discípulos que, cómo refiere San Juan, creerán después del milagro: Jesús " manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos" (Jn 2, 11). Más aún, al obtener el signo prodigioso, María brinda un apoyo a su fe.
La respuesta de Jesús a las palabras de María: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2, 4), expresa un rechazo aparente, como para probar la fe de su madre.
Según una interpretación, Jesús, desde el inicio de su misión, parece poner en tela de juicio su relación natural de hijo, ante la intervención de su madre. En efecto, en la lengua hablada del ambiente, esa frase da a entender una distancia entre las personas, excluyendo la comunión de vida. Esta lejanía no elimina el respeto y la estima; el término "mujer", con el que Jesús se dirige a su madre, se usa en una acepción que reaparecerá en los diálogos con la cananea (cf. Mt 15, 28), la samaritana (cf. Jn 4, 21), la adúltera (cf. Jn 8, 10) y María Magdalena (cf. Jn 20, 13), en contextos que manifiestan una relación positiva de Jesús con sus interlocutoras.
Con la expresión: "Mujer, ¿qué nos va a mi y a ti?", Jesús desea poner la cooperación de María en el plano de la salvación que, comprometiendo su fe y su esperanza, exige la superación de su papel natural de madre.
Mucho más fuerte es la motivación formulada por Jesús: "Todavía no ha llegado mi hora" (Jn. 2, 4). Algunos estudiosos del texto sagrado, siguiendo la interpretación de San Agustín, identifican esa "hora" con el acontecimiento de la Pasión. Para otros, en cambio, se refiere al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico del profeta de Nazaret. Hay otros, por último, que consideran que la frase es interrogativa y prolonga la pregunta anterior: "¿Qué nos va a mí y a ti? ¿no ha llegado ya mi hora?" (Jn 2, 4). Jesús da a entender a María que él ya no depende de ella, sino que debe tomar la iniciativa para realizar la obra del Padre. María, entonces, dócilmente deja de insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a cumplir sus órdenes. En cualquier caso, su confianza en el Hijo es premiada. Jesús, al que ella ha dejado totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la docilidad de su madre: "Jesús les dice: "Llenad las tinajas de agua". Y las llenaron hasta el borde" (Jn 2, 7). Así, también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia. La exhortación de María: "Haced lo que él os diga", conserva un valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide. De la misma manera que en el relato de la cananea (cf. Mt 15, 24-26) el rechazo aparente de Jesús exalta la fe de la mujer, también las palabras del Hijo "Todavía no ha llegado mi hora", junto con la realización del primer milagro, manifiestan la grandeza de la fe de la Madre y la fuerza de su oración.
El episodio de las bodas de Caná nos estimula a ser valientes en la fe y a experimentar en nuestra vida la verdad de las palabras del Evangelio: "Pedid y se os dará" (Mt 7, 7; Lc 11, 9).
Cantamos…
Tu fiel servidor (Bendición a los sacerdotes)
BENDICE SEÑOR A LOS SACERDOTES
BENDICE A TU FIEL SERVIDOR
BENDICE LA ENTREGA DE TODOS LOS DÍAS
SU VIDA, SUS MANOS, SU VOZ
BENDICE SEÑOR A LOS SACERDOTES
REGÁLALES TU CORAZÓN
ENCIENDE EN SU VIDA, EL AMOR A MARÍA
QUE REINE LA MADRE DE DIOS
Jesús Buen Pastor
Conduce a tu Pueblo
Mediante su santo ministerio
Gracias Señor
Por tu regalo al mundo
Concédeles un corazón profundo
Reflejo de Ars
Que su rebaño cuide
Y el Espíritu Santo quien lo guíe
Distingan Señor
Los signos de los tiempos
Que irradien tus mismos sentimientos
Rogamos Jesús
Por quienes son llamados
Que se dejen moldear y ser amados
Te escuchen Señor
Y sepan descubrirte
Que tengan el coraje de seguirte
Sin su intercesión
No podemos ser Hijos
Del Padre que un día los bendijo
Sin ellos Señor
No son igual los días
Sin ellos no hay Eucaristía
Rezamos todos juntos…
Señor Jesús, que en San Juan María Vianney,
has querido dar a la Iglesia una imagen viva de tu caridad pastoral,
haz que en su compañía y socorridos por su ejemplo,
vivamos con plenitud este Año Sacerdotal.
Haz que, como él, delante de la Eucaristía,
podamos aprender lo simple y cotidiano de tu Palabra que nos instruye,
el tierno amor para dar acogida a los pecadores arrepentidos;
el consolador abandono confiado en tu Inmaculada Madre.
Haz, Señor Jesús, que, por la intercesión del Santo Cura de Ars,
las familias cristianas se conviertan en "pequeñas iglesias"
en las que se puedan acoger y valorar
las vocaciones y todos los carismas regalados por tu Espíritu Santo.
Concédenos, Señor Jesús,
poder repetir con el mismo fervor del Santo Cura
las palabras con las que solía dirigirse a ti:
Te amo, oh mi Dios.Mi único deseo es amartehasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,y prefiero morir amándoteque vivir un instante sin amarte.
Te amo, oh mi Dios,Y la única gracia que deseo es amarte eternamente.Dios mío, si mi lengua no es capaz de decira cada momento que os ama,quiero que mi corazón lo digatantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh Divino Salvador,Porque ha sido crucificado por mí,Y me tienes aquí crucificado contigo.Dios mío, concédeme la gracia de morir amándotey sintiendo que te amo.
Padre, que eres un Dios cariñoso con todas tus creaturas, porque confiamos en tu fidelidad, nos atrevemos a pedirte con confianza respondiendo a cada intención:
§ “María dijo entonces: -Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra-”; Señor, que tus sacerdotes puedan discernir tu voluntad y vivirla con la fidelidad de la Virgen.
§ “Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: -Tú eres bendita entre todas las mujeres-”; Padre, te alabamos por el don del sacerdocio y te rogamos que los bendigas y los hagas alegres como María porque haces maravillas en ellos y a través de ellos.
§ “María dio a luz a su Hijo”; Padre, que tus sacerdotes nos den siempre a Jesús.
§ Señor, dales a tus sacerdotes la fortaleza y la humildad de María cuando una espada atraviese sus corazones porque Jesús sigue siendo, también hoy, signo de contradicción.
§ “La madre de Jesús dijo: -No tienen vino-“; Dios, rico en misericordia, te pedimos por tus sacerdotes que son tibios, para que, por medio de María, reciban también ellos, el vino de la alegría pascual que nos da Jesús.
§ Señor, que tus sacerdotes sepan estar, como Juan, con María, junto a la cruz de Jesús, porque ella es causa de redención.
§ Padre, que nunca nos cansemos de suplicar junto a María, por la venida del Espíritu Santo, para que haya un nuevo Pentecostés en nuestra querida Iglesia.
Santa María, Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles
Alcánzanos del Señor muchos y santos sacerdotes. Así sea.
Tantum Ergo
Tantum ergo Sacramentum
Tan sublime Sacramento
adoremos en verdad,
que los ritos ya pasados
den al nuevo su lugar.
Que la fe preste a los ojos
la visión con que mirar.
Bendición y gloria eterna
a Dios Padre creador,
a su Hijo Jesucristo,
y al Espíritu de Amor,
demos siempre igual gloria, alabanza y honor. Amen.