EL AGUA Y LA SANGRE
QUE BROTAN DEL COSTADO TRASPASADO DE CRISTO CRUCIFICADO
La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jesús crucificado (cf. Jn 19,34)
son figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva (cf 1 Jn 5,6-8):
desde entonces, es posible "nacer del agua y del Espíritu" para entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5).
(Catecismo de la Iglesia Católica, n.1225)
Los Santos Padres vieron en el agua y la sangre, que brotaron del costado traspasado de Jesucristo crucificado, un símbolo de los dos sacramentos, el bautismo y la Eucaristía, que edifican la Iglesia. Reconocen allí el nacimiento de la Iglesia: así como Eva "nació" del costado del durmiente Adán, así la nueva Eva, la Iglesia, "nació" del costado del nuevo Adán, "durmiendo" en la cruz.Estos dos sacramentos edifican la Iglesia, y nos edifican a nosotros mismos espiritualmente. A través el bautismo nacemos a la vida cristiana y a través de la Eucaristía crecemos en esta misma vida. Si queremos asegurar la calidad de nuestra vida cristiana, tenemos que tener una vida eucarística fuerte.En la celebración de la santa misa, cada uno de los bautizados está llamado a unirse a la Iglesia y a Jesucristo para ofrecer, haciéndolo suyo, el sacrificio de Cristo. Más aún, está llamado a participar en esa oblación, ofreciéndose a sí mismo, junto con Jesucristo, a Dios y a los hombres. Cuando el sacerdote eleva la sagrada forma, está poniendo allí la vida de cada uno de los fieles que participan; de este modo, el cristiano hace de su vida y de cada uno de sus actos, ofrecidos en la Eucaristía, una ofrenda viviente que agrada a Dios; participa así en la misión redentora de Jesucristo, y obtiene de Dios gracias especiales de santificación personal y para toda la Iglesia.
QUE BROTAN DEL COSTADO TRASPASADO DE CRISTO CRUCIFICADO
La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jesús crucificado (cf. Jn 19,34)
son figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva (cf 1 Jn 5,6-8):
desde entonces, es posible "nacer del agua y del Espíritu" para entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5).
(Catecismo de la Iglesia Católica, n.1225)
Los Santos Padres vieron en el agua y la sangre, que brotaron del costado traspasado de Jesucristo crucificado, un símbolo de los dos sacramentos, el bautismo y la Eucaristía, que edifican la Iglesia. Reconocen allí el nacimiento de la Iglesia: así como Eva "nació" del costado del durmiente Adán, así la nueva Eva, la Iglesia, "nació" del costado del nuevo Adán, "durmiendo" en la cruz.Estos dos sacramentos edifican la Iglesia, y nos edifican a nosotros mismos espiritualmente. A través el bautismo nacemos a la vida cristiana y a través de la Eucaristía crecemos en esta misma vida. Si queremos asegurar la calidad de nuestra vida cristiana, tenemos que tener una vida eucarística fuerte.En la celebración de la santa misa, cada uno de los bautizados está llamado a unirse a la Iglesia y a Jesucristo para ofrecer, haciéndolo suyo, el sacrificio de Cristo. Más aún, está llamado a participar en esa oblación, ofreciéndose a sí mismo, junto con Jesucristo, a Dios y a los hombres. Cuando el sacerdote eleva la sagrada forma, está poniendo allí la vida de cada uno de los fieles que participan; de este modo, el cristiano hace de su vida y de cada uno de sus actos, ofrecidos en la Eucaristía, una ofrenda viviente que agrada a Dios; participa así en la misión redentora de Jesucristo, y obtiene de Dios gracias especiales de santificación personal y para toda la Iglesia.