30 de marzo de 2012

La Misa recuerda y renueva el sacrificio de Cristo en la Cruz


La Misa es «un verdadero sacrificio», que recuerda y renueva la inmolación de Cristo en el Calvario. La Misa es ofrecida como «un verdadero sacrificio» (Concilio de Trento, Sess 22, can.1). En «ese divino sacrificio», que se realiza en la Misa, se inmola de una manera incruenta el mismo Cristo que sobre el altar de la Cruz se ofreció de un modo cruento. No hay, por consiguiente, más que una sola víctima; el mismo Cristo que se ofreció sobre la Cruz es ofrecido ahora por ministerio de los sacerdotes; la diferencia, pues, consiste únicamente en el modo de ofrecerse e inmolarse (ib. cap.2).

El sacrificio del altar renueva esencialmente el del Gólgota, y no hay más diferencia que la del modo de oblación. Pues si queremos comprender la grandeza del sacrificio que se ofrece en el altar, debemos considerar un instante de dónde proviene el valor de la inmolación de la Cruz.

El sacrificio del Calvario se reproduce en el altar: el sacrificio de la Misa es el mismo que el de la Cruz. No puede haber, en efecto, otro sacrificio, sino el del Calvario; esta oblación es única, dice San Pablo; es suficientísima, pero Nuestro Señor ha querido que se continúe en la tierra para que sus méritos sean aplicados a todas las almas.

29 de marzo de 2012

La Virgen María en la Cruz y en el Altar


El viernes anterior al domingo de Ramos la Iglesia celebra la fiesta de María al pie de la Cruz. Nos unimos para honrar a nuestra Madre:

¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio, sin recordar e invocar a la Madre del Soberano Sacerdote y de la Víctima? Nuestra Señora ha participado muy íntimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre para que esté ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz asistía a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a sí misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcamos a Jesús por medio de Nuestra Señora.

(P. Bernadot, "La Virgen en mi vida".)

Jueves Santo: Guión litúrgico



ENTRADA: (Cuando el sacerdote se dirige hacia el atrio para iniciar la celebración.)

Hermanos: Una noche como hoy, Jesús nos dejó su Cuerpo y su Sangre en la Sagrada Eucaristía, instituyendo a su vez el sacerdocio ministerial.

Como los Apóstoles en aquella jornada, también nosotros nos reunimos junto a la Mesa que Jesús preside. ¿Cuáles son sus últimas palabras? ¿Qué nos dice y nos deja Jesús en vísperas de su muerte? En principio, el más grande de todos los mandamientos: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”; y nos amó hasta dar su vida por nosotros.

Abramos nuestro corazón a su palabra y a su amor y dispongámonos a participar en los sagrados misterios de nuestra salvación, poniéndonos de pie y cantando ........

28 de marzo de 2012

La Misa Vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor


Missa in Cena Domini

 "Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella última cena, en la cual el Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofreciesen"
Toda la atención del espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan en la Misa: es decir, la institución de la Eucaristía, la institución del Orden sacerdotal, y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna: son éstos los puntos que conviene recordar en la homilía.
 La Misa "en la Cena del Señor" celébrese por la tarde, en la hora más oportuna para que participe plenamente toda la comunidad local. En ella pueden concelebrar todos los presbíteros, aunque hayan ya concelebrado en la Misa crismal, o deban celebrar una misa para bien de los fieles.
 

Benedicto XVI Celebra el misterio Eucarístico en México

27 de marzo de 2012

Hora Santa: La última Cena


Cuando una persona se está por morir dice y deja a sus seres queridos lo más importante. Cuando un padre o una madre de Familia sabe que le queda poco tiempo en este mundo llama junto a sí a sus hijos, a los más cercanos, y no hay tiempo que perder, es tiempo de lo esencial, de dejar lo más querido.

Y así me imagino el jueves santo, así me imagino la última cena. Aquella noche, sabiendo Jesús que había llegado su HORA, ... en un clima de mucha intimidad, reunió junto a sí a los discípulos, ... y quiso dejarles un regalo que sea digno de su Padre. ... Que lo tengan siempre, que lo puedan recibir una y otra vez como una nueva declaración de amor. ... En el transcurso de la comida, parte el pan y se lo da diciendo: Tomen y coman esto es mi Cuerpo. Y hace la bendición sobre la copa diciendo: Tomen y beban esta es mi Sangre.

Pocas horas después Jesús mismo dará su Vida en la Cruz por amor a nosotros. ... Y por eso antes de irse quiere dejarnos para siempre la Eucaristía, ... donde se actualiza esa entrega de la Cruz, para nosotros, ... se actualiza el sacrificio de Jesús en su cruz y Resurrección, ... en la Eucaristía Jesús sigue dándonos su misma Vida.

Con casi nada (pan y vino) nos lo da todo, porque se da Él mismo. ... Aquella noche es la noche en la que queda sellado para siempre el amor de Dios entre nosotros ... Para siempre.

El amor al hombre empujó a Dios a encarnarse, es decir a nacer entre nosotros en el vientre de María. ... Jesús se olvidó de su condición Divina y se hizo hombre. ... El amor es así. ... No tiene en cuenta más que al ser amado. ... Incluye un olvido de sí mismo que va mucho más allá de lo pensable.

Y esta inmolación por amor que empezó en la encarnación, culmina en la cruz, y por la resurrección trasciende lo temporal, llegando a todos los hombres gracias a la Eucaristía.

26 de marzo de 2012

El cuidado de lo sagrado en la Liturgia


La tradición sapiencial bíblica aclama a Dios como “el mismo autor de la belleza” (Sab. 13,3), glorificándolo por la grandeza y la belleza de las obras de la creación. El pensamiento cristiano, inspirándose sobre todo en la Sagrada Escritura, pero también en la filosofía clásica como auxiliar, ha desarrollado la concepción de la belleza como categoría teológica.

Esta enseñanza resuena en la homilía del Santo Padre Benedicto XVI durante la Santa Misa con dedicación de la iglesia de la Sagrada Familia en Barcelona (7 de noviembre de 2010): “La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo”. La belleza divina se manifiesta de modo totalmente particular en la sagrada liturgia, también a través de las cosas materiales de las que el hombre, hecho de alma y cuerpo, tiene necesidad para alcanzar las realidades espirituales: el edificio del culto, los utensilios, las vestiduras, las imágenes, la música, la dignidad de las ceremonias mismas.

24 de marzo de 2012

Es Cristo que pasa

"Y con la Sagrada Eucaristía, sacramento - si podemos expresarnos así - del derroche divino, nos concede su gracia, y se nos entrega Dios mismo: Jesucristo, que está realmente presente siempre- y no sólo durante la Santa Misa - con su Cuerpo, con su Alma y con su Divinidad."



San José María Escrivá de Balaguer

23 de marzo de 2012

El Tesoro más precioso de la Iglesia

El Papa Pablo VI (al concluir el Concilio Vaticano II, en 1965)
en su Encíclica Mysterium Fidei, comienza con estas palabras:
El misterio de fe, es decir, el inefable don de la Eucaristía, que la Iglesia católica ha recibido de Cristo, su Esposo, como prenda de su inmenso amor, lo ha guardado siempre religiosamente como el tesoro más precioso, y el Concilio Ecuménico Vaticano II le ha tributado una nueva y solemnísima profesión de fe y culto. En efecto, los Padres del Concilio, al tratar de restaurar la Sagrada Liturgia, con su pastoral solicitud en favor de la Iglesia universal, de nada se han preocupado tanto como de exhortar a los fieles a que con entera fe y suma piedad participen activamente en la celebración de este sacrosanto misterio, ofreciéndolo, juntamente con el sacerdote, como sacrificio a Dios por la salvación propia y de todo el mundo y nutriéndose de él como alimento espiritual.
Porque si la Sagrada Liturgia ocupa el primer puesto en la vida de la Iglesia, el Misterio Eucarístico es como el corazón y el centro de la Sagrada Liturgia, por ser la fuente de la vida que nos purifica y nos fortalece de modo que vivamos no ya para nosotros, sino para Dios, y nos unamos entre nosotros mismos con el estrechísimo vínculo de la caridad.

13 de marzo de 2012

Este es el Misterio de la Fe

El pueblo cristiano, postrado en adoración ante el Señor Jesús, real y substancialmente presente en las especies del pan y del vino apenas consagrados, escucha la proclamación del sacerdote: mysterium fidei. Y así la teología sacramental está llamada a pensar el sacramento eucarístico como la manifestación de la verdad absoluta del misterio pascual a través del encuentro entre la libertad de Dios y la libertad del hombre.
Mysterium fidei: en estas dos palabras, elegidas por el Santo Padre como título del primer capítulo de la encíclica Ecclesia de Eucharistia, se nos ofrece de forma extremadamente sintética el contenido esencial del credo eucarístico.
Mysterium: el término es utilizado por san Pablo para indicar el designio salvífico de la Trinidad. Un designio que encuentra su origen en el amor intratrinitario entre el Padre y el Hijo en el Espíritu que quiere hacer partícipes a todos los hombres de su misma Vida; que se cumple en la Pascua de Jesucristo – muerte y resurrección – encuentro de benevolencia trinitaria y obediencia del Verbo encarnado; que da lugar al nacimiento de la Iglesia como forma mundi y que incluye la redención del cosmos.
Y mysterium fidei: la referencia a la fe presente en la aclamación eucarística implica el contenido de la fe de la Iglesia que se transmite de generación en generación y el acto de libertad en virtud del cual el cristiano se adhiere con toda su humanidad (razón y voluntad) a la libertad trinitaria que le sale al encuentro en el sacramento eucarístico.

(Cardenal Angelo Scola,
en el XLVIII Congreso Eucarístico Internacional, Guadalajara, Mexico, octubre de 2004)

5 de marzo de 2012

La Institución de la Eucaristía



Jesús sabe que va a su sacrificio,
hace en su última Cena testamento,
un mandato de amor y un sacramento,
pilares de su sólido edificio.

Da ejemplo de humildad y de servicio
a los llamados a su seguimiento
con su íntima renuncia y vencimiento
de su repulsa humana ante el suplicio.

Él es la oblación pura, Nueva Alianza,
su inmolación perdona la condena,
nos destina a herederos de la gloria.

En la Cena inaugura la esperanza
de eterna vida, rompe la cadena
con su mística entrega expiatoria.

Llega el momento de la Eucaristía.
Jesús eleva el pan y, bendiciendo,
esto es mi Cuerpo, dice, os encomiendo
lo comáis por la fe, en memoria mía.

Toma la copa de la profecía
con el vino y la eleva, bendiciendo,
esta es mi Sangre, dice, os encomiendo
la bebáis por la fe, en memoria mía.

Él es el Pan de Vida, el que lo coma
vivirá para siempre, es su promesa,
y estará en este mundo hasta el final.

Derramará su Sangre de paloma
mensajera de paz, y habrá en su mesa
vino de redención universal.

El milagro se ofrece cada día
por las manos del lícito oferente,
todo un Dios infinito, omnipotente,
se da entero, cosecha de agonía.

Nos espera en amante cercanía
como agua, vino y pan, limpio torrente,
zumo añejo de amor, viva simiente,
alimentos de célica alegría.
¡Qué milagro se ofrece cada día
ante la humanidad indiferente!,
todo un Dios, infinito, omnipotente,
da su cuerpo, cosecha de agonía.

Nos espera en amante cercanía
como agua, vino y pan, limpio torrente,
zumo añejo de paz, viva simiente,
alimentos de célica alegría.

¡Que humildad!, en el fruto consagrado
está Dios, el espíritu inmortal,
clamando por el alma redimida.

Olvida su dolor, nuestro pecado,
nos ofrece su reino celestial
en su Pan y en su Vino de la Vida.

Emma-Margarita R.A. -Valdés




Sacrificio y Sacramento




De un sermón de Santo Tomás de Aquino para la fiesta del Cuerpo de Cristo:






"Jesús quiso que la inmensidad de este amor quedase grabada en lo más profundo del corazón de los creyentes. Por eso en la última Cena, después de celebrar la Pascua con sus discípulos y a punto de pasar de este mundo al Padre, instituyó este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, como realización de las antiguas figuras, como el mayor milagro que había hecho y el mayor consuelo para aquellos que dejaría tristes con su ausencia."

4 de marzo de 2012

En el año de la Fe será fundamental la Eucaristía




Del Papa Benedicto XVI en Porta Fidei, 3:


"Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de Vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6,51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: "Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la Vida eterna" (Jn 6,27)

Canto Eucarístico Cuaresmal



Oh, Víctima inmolada!


por nuestra redención


de cuyas llagas brotan


las aguas del perdón.


Con mis frecuentes culpas


mil veces te ofendí,


perdona mis pecados


y ten piedad de mí.


¡Oh, cuánto amor respira


tu abierto corazón!


Tu muerte fue mi vida,


tu Cruz mi Salvación.