1- Jesús, Te adoro,
porque Tú eres el vencedor sobre la muerte.
Te amo, Jesús, porque
dominaste al pecado con el amor.
Jesús, creo en Ti,
porque resucitaste.
2 - Bendito sea aquel
momento en que gloriosamente resucitaste en la aurora del tercer día, después
de tu muerte.
Sea glorificado aquel
momento en que el frío sepulcro quedó vacío, cuando la piedra sepulcral no tuvo
nada que proteger.
Bendito sea aquel
momento en que la aurora de la resurrección amaneció en este mundo. Haz que mi
corazón te cante, haz que se goce, haz que mi alma te llame. Haz que se sume al
coro de todos los santos y ángeles y de toda la creación porque Tú triunfaste y
Tú estás vivo.
- Glorifico tu
resurrección gloriosa, aleluya. (Esta invocación la repito interiormente)
3 - Jesús, Bendito sea
aquel momento en que glorificado, te presentaste ante tu Madre María.
Ella fue la que más
sufrió junto a Ti, porque como madre fue la que mas te quiso.
Cuando todos perdieron
la esperanza Ella te esperaba, porque tus palabras y las palabras dichas sobre
Ti las guardaba en su corazón. Cuán gozoso fue el momento en que le dijiste a
tu Madre: “la paz sea contigo”.
María, gracias porque
con fe, con esperanza, con amor y en total entrega, esperaste el encuentro
después de la resurrección. Tú deseas que mi corazón se abra y se goce; por eso
exclamaste durante la apareció, el día de Pascua: Queridos hijos:
Regocíjense conmigo
aleluya (Pascua 1987)
-María, contigo deseo
celebrar el triunfo del amor y de la vida. Aleluya. (Esta invocación la repito
interiormente)
4-Jesús, bendito sea
aquel momento en que te apareciste a las mujeres que lloraban y te buscaban con
miedo, en la temprana aurora del primer día de la semana. No sabían que Tú las
esperabas vivo, no presintieron que la piedra había sido corrida y por lo cual
se preguntaban: cómo la quitarían del sepulcro, porque para ellas era muy pesada.
Todo ya había acontecido.
“María de Magdala, se
quedó junto al sepulcro y lloró; mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro
y vió dos ángeles vestidos de blanco, uno a la cabecera y otro a los pies, de
donde había estado el cuerpo de Jesús. Dícenle ellos:
Estaba María junto al
sepulcro, fuera, llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y
ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de
Jesús, uno a la
cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les
respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho
esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice
Jesús:
«Mujer, ¿por qué
lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le
dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere
decir: «Maestro» “-. S. Juan 20,11-16 -Rabbuní - Mi maestro- Tú estás vivo.
(Esta invocación la repito interiormente)
5 - Jesús Señor
resucitado. Bendito sea aquel momento cuando te apareciste a tus discípulos. A
ellos tu muerte los asustó. Sin embargo, se quedaron juntos y con miedo esperaban
que algo iba a pasar. San Juan nos dejó escrito:
Al atardecer de aquel
día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las
puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en
medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las
manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. San Juan
20,19-20
Bendito sea aquel
momento en que ellos escucharon tu voz, cuando la paz volvió a sus corazones,
cuando los liberaste del miedo, cuando sus rostros nuevamente brillaron de
gozo.
-Jesús, me regocijo con
tus apóstoles por tu resurrección. Aleluya (Esta invocación la repito
interiormente)
6 - Jesús, Señor
resucitado, te doy gracias porque te acercaste a los dos discípulos que iban de
Jerusalén a Emaús. En verdad, ellos se escapaban a sus casas después que todas
sus esperanzas las sepultaron el Viernes Santo con Tú cuerpo.(muerto)
Gracias porque les
explicaste las Sagradas Escrituras y entonces sus corazones comenzaron a arder.
Para ellos comenzó la resurrección cuando les devolviste a sus corazones la
esperanza. Gracias porque estuviste con ellos y durante la cena, finalmente, se
les abrieron los ojos.
Al acercarse al pueblo
a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron
diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y
entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos,
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les
abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron
uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» San Lucas 24,28-32
-Ábreme los ojos, para
que mi corazón arda porque Tú estás vivo. Aleluya (Esta invocación la repito
interiormente)
7 - Señor Jesús,
bendito seas en todos aquellos que abrieron su corazón y creyeron en seguida.
Bendito seas y en aquellos que tuvieron sus preguntas y expresaron sus dudas, y
presentaron sus condiciones para que crean en Ti.
San Juan nos relata:
Tomás, uno de los Doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le
decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos
la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto
mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus
discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas
cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo
y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino
creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» San Juan 20,24-28
-Señor mío y Dios mío,
aclamo a Ti con Tomás, aleluya. (Esta invocación la repito interiormente)
8- Señor Jesús, bendito
seas porque resucitaste y a los tuyos les devolviste la paz después que tu
muerte los sumió en la oscuridad, en la desesperanza, en el miedo, en la
incredulidad y perdieron el sentido de la vida y la fe en los hombres. Jesús resucitado,
acércate ahora a todos aquellos que como los discípulos de Emaús, los que
comentaron sus tragedias y la de los otros y en sus corazones no tienen vida ni
esperanza.
Especialmente acércate
a los jóvenes. Ábreles los corazones para las Sagradas Escrituras, haz que te
reconozcan y te glorifiquen.
(Ahora, en tus
pensamientos, presenta a aquellos que conoces que sufren espiritualmente y
tienen el alma atormentada.)
9- Señor Jesús, ven a
los enfermos, a los imposibilitados, a los que están solos, a todos aquellos
que tienen enfermedades incurables, a todos aquellos que atienden a los niños
enfermos, aquellos que atienden a los inválidos e incapacitados, aquellos que
tienen poca esperanza y amor o lo han perdido.
Muéstrales tus heridas
glorificadas, tu herida del costado y ábreles el corazón mientras están
sufriendo. Haz que crean que todos los sufrimientos se convertirán de una vez en
gloria.
(Ahora presenta a todos
los enfermos que conoces)
BENDICIÓN
10 - Jesús, Tú estás
vivo, yo creo. Ahora te ruego que pongas tu mano derecha glorificada sobre las
heridas del alma y del cuerpo, sánanos. Roza con Tú amor todo pecado mortal que
haya en nosotros.
Abre los corazones que
ahora son como sepulcros, salva a las familias que han enterrado la paz, el
gozo y el amor y viven a la sombra de la muerte. Revive a las comunidades, a la
Iglesia, y al mundo. Haz que todos juntos glorifiquen tu resurrección, porque
Tú vives y reinas por los siglos de los siglos. AMEN.
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