21 de septiembre de 2012

Preparándonos al Año de la Fe: del "Pequeño catecismo eucarístico" V



LA SANTA MISA

51. ¿Qué es la Santa Misa? La Santa Misa es ‘la Eucaristía considerada como un SACRIFICIO’.

52. ¿Qué es el ‘sacrificio’? El sacrificio es ‘la oferta de una víctima hecha para Dios, realizada por el Sacerdote en nombre nuestro, como signo de nuestra sumisión y como acto de agradecimiento, de expiación de nuestros pecados y petición de gracia’. Decimos que la muerte de Jesús en la cruz es un sacrificio, porque Jesús se ofreció a sí mismo como víctima, en expiación por nuestros pecados. Por esto, durante el SACRIFICIO DE LA CRUZ, Jesús es al mismo tiempo Sacerdote (quien ofrece el sacrificio) y Víctima (aquello que se ofrece). El Sacrificio de la Cruz es ‘el sacrificio central y fundamental de nuestra religión cristiana; sustituye y elimina todos los sacrificios que se ofrecían en el Antiguo Testamento, antes de la venida de Jesús’.

53. Entonces, ¿por qué hacer el sacrificio de la Misa, si ya ocurrió el sacrificio de la Cruz? La Misa sirve precisamente para hacer presente el Sacrificio de la Cruz. Aquel sacrificio realizado sobre el Calvario, en Jerusalén, hace veinte siglos, es misteriosamente hecho presente aquí y ahora, todas las veces que celebramos la Misa. Por esto decimos que la Misa es ‘el memorial del Sacrificio de la Cruz’, porque es un recuerdo, pero no un simple recuerdo: durante la Misa Jesús se ofrece nuevamente al Padre, y renueva así la ofrenda realizada sobre la cruz. De esta manera, mediante la participación en la Santa Misa recibimos el fruto de la Pasión de Jesús.

54. Por lo tanto, ¿la Misa es algo muy importante? La Misa es lo más importante de toda nuestra vida cristiana. No hay nada más importante que la muerte de Jesús en la cruz, que hizo posible la salvación eterna y nos abrió las puertas del Paraíso. Por lo tanto la Misa, que nos trae los frutos de la muerte de Jesús en la cruz, es lo más importante y maravilloso sobre la Tierra.

55. Pero, ¿no es importante también la resurrección de Jesús? Ciertamente, pero Jesús resucitó porque primero murió, y la expiación de nuestros pecados fue conseguida sobre la Cruz.

56. ¿También la Resurrección entra en la Misa? Sí entra también la Resurrección, porque si Jesús no hubiera resucitado, no podría haber la Santa Misa.

57. ¿Por qué? Piensa en las palabras de la Consagración. El sacerdote no dice: «Esto es el Cuerpo de Jesús», sino: «Esto es mi Cuerpo»; no dice: «Ésta es la Sangre de Jesús», sino: «Ésta es mi Sangre». Esto significa que quien dice estas palabras verdaderamente, es Jesús. Es Jesús quien santifica el pan y el vino sirviéndose. En la Misa, el verdadero celebrante es Jesús, resucitado y vivo del Sacerdote, quien, por así decirlo, le presta su boca y sus manos. No es raro que en momento de la Consagración algunos santos vieran a Jesús en persona, en el puesto del sacerdote celebrante. Nosotros no lo vemos, pero sabemos que es así porque nuestra fe nos lo dice.

58. ¿Cómo entra en este hecho la resurrección de Jesús, de la que hablábamos antes? Si Jesús no hubiera resucitado, no podría estar Él presente para celebrar la Misa, y hemos visto ya que es verdaderamente Él quien la celebra. Además, esto también nos lo recuerdan las palabras que pronuncian los fieles después de la Consagración: «Anunciamos tu Muerte –porque la Misa es, como dijimos, el memorial de la muerte en la Cruz–, proclamamos tu Resurrección –porque el celebrante de la Misa es, precisamente, Jesús resucitado–; ¡ven, Señor Jesús –porque Jesús continuará presente en la celebración de la Misa, hasta el fin del mundo–».La Resurrección tiene qué ver también con la Misa, por el simple hecho de que si no hubiera el Cuerpo y la Sangre de Jesús resucitado, el pan y el vino no podrían transformarse en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús. ¿Cómo podrían trasformarse en algo que ya no existe?

59. Pero si Jesús es el verdadero celebrante de la Misa, ¿esto no le resta importancia al sacerdote que preside? Pierde importancia, en el sentido que no hay diferencia si celebra la Misa un sacerdote más santo o menos, porque en realidad el celebrante es siempre Jesús. Pero es importante que haya un sacerdote para celebrar la Misa. Precisamente, Jesús ha dado la tarea y el poder de consagrar, es decir, de celebrar la Misa, sólo a los sacerdotes que han recibido el Orden Sagrado.

60. Entonces, ¿es importante que haya sacerdotes? No es solamente importante, sino que es indispensable. Si no hubiera sacerdotes, no habría tampoco Eucaristía. Por esto tenemos que rezar por las vocaciones y estar disponibles a seguir la llamada del Señor cuando la oímos en nuestro corazón, para que no haya un lugar en la Tierra donde falten sacerdotes, o, peor todavía, que falten totalmente. Ésta sería la peor desgracia que podría ocurrirle al pueblo cristiano; no habría más Eucaristía ni tampoco habría más la Confesión y Reconciliación, que nos hacen dignos de participar en la Eucaristía.

61. Cuando el sacerdote celebra la Misa, ¿nosotros somos espectadores solamente? No, también somos los protagonistas. Es verdad que sólo el sacerdote consagra, como hemos visto antes, pero también es cierto que todos los fieles que participan en la Misa se unen a él para ofrecer juntos el sacrificio, es decir, ofrecer juntos al Padre el Cuerpo y la Sangre de Jesús. De hecho, si estamos atentos, vemos que el sacerdote dice en plural algunas frases, como: «Te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre »; «te damos gracias por permitirnos estar ante tu presencia para cumplir la acción sacerdotal», y otras más. La acción sacerdotal de que se habla aquí no es aquella de la Consagración del pan y el vino, acción que es reservada sólo a los sacerdotes que han recibido el sacramento del Orden, sino aquella de ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Jesús ya consagrados.

62. ¿El servicio sacerdotal de los fieles consiste sólo en ofrecer al Padre el Cuerpo y la Sangre de Jesús? No. Junto con el Cuerpo y la Sangre de Jesús, todos estamos invitados a ofrecernos a nosotros mismos. Tenemos que ser no sólo sacerdotes, sino también víctimas, en unión con la Víctima divina, que es Jesús.

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