24 de octubre de 2013

Piedad eucarística. ¡Todavía un poco más!

 
Es frecuente en la literatura espiritual ver en María Magdalena un modelo acabado de piedad eucarística.
Así como ella rondó y custodió el sepulcro donde fue depositado el cuerpo adorable de Nuestro Señor, con igual perseverancia el alma eucarística ronda y adora el cuerpo de Cristo escondido en el Sagrario, anhelando un poco más de tiempo junto a Él.
 
Escribe al respecto el padre Antonio de Castellammare: 
 

“Vengan ustedes solos Conmigo a un lugar tranquilo a descansar un poco”



Venite seorsum in desertum locum et requiescite pusillum”


Mc.6, 31
 

 
 
Venid a un sitio tranquilo;
a un lugar apartado del bullicio agobiante
que nos acompaña día y noche;
a un lugar retirado
de vuestros negocios y preocupaciones,
de vuestras falsas necesidades;
a un lugar apropiado para encontrarnos con Dios,
entre vosotros y con vosotros mismos.
 

Adoración nocturna