29 de abril de 2014

Hora santa para el tiempo pascual


 

Oración del Via Lucis para rezar frente al Santísimo Sacramento del Altar


Si se desea, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir:

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración Preparatoria: Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti. Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.

PRIMERA ESTACIÓN.

¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!

En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana. Es un amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!

Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7. (cf. Mc 16, 1-8; Lc, 24, 1-9; Jn 20, 1-2).

Comentario

En los sepulcros suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).

Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él.

Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.

Oración

Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba.

27 de abril de 2014

Juan Pablo II y la Eucaristía: el tesoro más valioso que la Iglesia ha heredado de Cristo


Solemnidad del "Corpus Christi",  14 de junio, 2001

1. "Ecce panis angelorum, factus cibus viatorum: vere panis filiorum": "Este es el pan de los ángeles, pan de los peregrinos, verdadero pan de los hijos" (Secuencia). Hoy la Iglesia muestra al mundo el Corpus Christi, el Cuerpo de Cristo. E invita a adorarlo: Venite, adoremus, Venid, adoremos. La mirada de los creyentes se concentra en el Sacramento, donde Cristo se nos da totalmente a sí mismo: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por eso siempre ha sido considerado el más santo: el "santísimo Sacramento", memorial vivo del sacrificio redentor.

En la solemnidad del Corpus Christi volvemos a aquel "jueves" que todos llamamos "santo", en el que el Redentor celebró su última Pascua con los discípulos: fue la última Cena, culminación de la cena pascual judía e inauguración del rito eucarístico.

Por eso, la Iglesia, desde hace siglos, ha elegido un jueves para la solemnidad del Corpus Christi, fiesta de adoración, de contemplación y de exaltación. Fiesta en la que el pueblo de Dios se congrega en torno al tesoro más valioso que heredó de Cristo, el sacramento de su misma presencia, y lo alaba, lo canta, lo lleva en procesión por las calles de la ciudad.

Juan Pablo II y la Eucaristía: resumen de la obra salvífica de Dios


Homilía, Misa de clausura del XVII Congreso Eucarístico Internacional, Domingo 25 de junio del 2000

1. «Tomad, esto es mi cuerpo (...); esta es mi sangre» (Mc14, 22-23). Las palabras que pronunció Jesús durante la última Cena resuenan hoy en nuestra asamblea, mientras nos disponemos a clausurar el Congreso eucarístico internacional. Resuenan con singular intensidad, como una renovada consigna: «¡Tomad!».

Cristo nos confía su Cuerpo entregado a su Sangre derramada. Nos los confía como hizo con los Apóstoles en el Cenáculo, antes de su supremo sacrificio en el Gólgota. Pedro y los demás comensales acogieron estas palabras con asombro y profunda emoción. Pero ¿podían comprender entonces cuán lejos los llevarían?

Se cumplía en aquel momento la promesa que Jesús había hecho en la sinagoga de Cafarnaúm:«Yo soy el pan de vida,(...) El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo» (Jn 6, 48.51). La promesa se cumplía en víspera de la pasión, en la que Cristo se entregaría a sí mismo por la salvación de la humanidad.

Juan Pablo II y la Eucaristía: memorial de las maravillas de Dios


Catequesis sobre la Eucaristía,Audiencia General, 4 de octubre, 2000

1. Entre los múltiples aspectos de la Eucaristía destaca el de "memorial", que guarda relación con un tema bíblico de gran importancia. Por ejemplo, en el libro del Éxodo leemos: "Dios se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob" (Ex 2, 24). En cambio, en el Deuteronomio se dice: "Acuérdate del Señor, tu Dios" (Dt 8, 18). "Acuérdate bien de lo que el Señor, tu Dios, hizo..." (Dt 7, 18). En la Biblia el recuerdo de Dios y el recuerdo del hombre se entrecruzan y constituyen un componente fundamental de la vida del pueblo de Dios. Sin embargo, no se trata de la simple conmemoración de un pasado ya concluido, sino de un zikkarón, es decir, un "memorial". Esto "no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales" (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1363). El memorial hace referencia a un vínculo de alianza que nunca desaparece: "El Señor se acuerda de nosotros y nos bendice" (Sal 115, 12).

Así pues, la fe bíblica implica el recuerdo eficaz de las obras maravillosas de salvación. Esas obras se profesan en el "Gran Hallel", el Salmo 136, que, después de proclamar la creación y la salvación ofrecida a Israel en el Éxodo, concluye: "En nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterna su misericordia. (...) Nos libró (...), dio alimento a todo viviente, porque es eterna su misericordia" (Sal 136, 23-25). En el evangelio encontramos palabras semejantes en labios de María y de Zacarías: "Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia (...). Se acordó de su santa alianza" (Lc 1, 54. 72).

26 de abril de 2014

Juan Pablo II y la Eucaristía: sacrificio de alabanza


Catequesis sobre la Eucaristía, Audiencia General, 11 de octubre, 2000

1. "Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria". Con esta proclamación de alabanza a la Trinidad se concluye en toda celebración eucarística la plegaria del Canon. En efecto, la Eucaristía es el perfecto "sacrificio de alabanza", la glorificación más elevada que sube de la tierra al cielo, "la fuente y cima de toda la vida cristiana, en la que los hijos de Dios ofrecen al Padre la víctima divina y a sí mismos con ella" (cf. Lumen gentium, 11). En el Nuevo Testamento la carta a los Hebreos nos enseña que la liturgia cristiana es ofrecida por un "sumo sacerdote santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores y encumbrado por encima de los cielos", que ha realizado de una vez para siempre un único sacrificio "ofreciéndose a sí mismo" (cf. Hb 7, 26-27). "Por medio de él -dice la carta-, ofrecemos a Dios sin cesar un sacrificio de alabanza" (Hb 13, 15). Así queremos evocar brevemente los temas del sacrificio y de la alabanza, que confluyen en la Eucaristía, sacrificium laudis.

2. En la Eucaristía se actualiza, ante todo, el sacrificio de Cristo. Jesús está realmente presente bajo las especies del pan y del vino, como él mismo nos asegura: "Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre" (Mt 26, 26. 28). Pero el Cristo presente en la Eucaristía es el Cristo ya glorificado, que en el Viernes santo se ofreció a sí mismo en la cruz. Es lo que subrayan las palabras que pronunció sobre el cáliz del vino: "Esta es mi sangre de la Alianza, derramada por muchos" (Mt 26, 28; cf. Mc 14, 24; Lc 22, 20). Si se analizan estas palabras a la luz de su filigrana bíblica, afloran dos referencias significativas. La primera es la expresión "sangre derramada", que, como atestigua el lenguaje bíblico (cf. Gn 9, 6), es sinónimo de muerte violenta. La segunda consiste en la precisión "por muchos", que alude a los destinatarios de esa sangre derramada. Esta alusión nos remite a un texto fundamental para la relectura cristiana de las Escrituras, el cuarto canto de Isaías: con su sacrificio, "entregándose a la muerte", el Siervo del Señor "llevó el pecado de muchos" (Is 53, 12; cf. Hb 9, 28; 1 P 2, 24).

Juan Pablo II y la Eucaristía: suprema celebración terrena de la "Gloria"


Catequesis sobre la Eucaristía, Audiencia General, 27 de septiembre, 2000

1. Según las orientaciones trazadas por la Tertio millennio adveniente, este Año jubilar, celebración solemne de la Encarnación, debe ser un año "intensamente eucarístico" (n. 55). Por este motivo, después de haber fijado la mirada en la gloria de la Trinidad, que resplandece en el camino del hombre, comenzamos una catequesis sobre la grande y, al mismo tiempo, humilde celebración de la gloria divina que es la Eucaristía. Grande porque es la expresión principal de la presencia de Cristo entre nosotros "todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20); humilde, porque está confiada a los signos sencillos y diarios del pan y del vino, comida y bebida habituales de la tierra de Jesús y de muchas otras regiones. En esta cotidianidad de los alimentos, la Eucaristía introduce no sólo la promesa, sino también la "prenda" de la gloria futura: "futurae gloriae nobis pignus datur" (santo Tomás de Aquino, Officium de festo corporis Christi). Para captar la grandeza del misterio eucarístico, queremos considerar hoy el tema de la gloria divina y de la acción de Dios en el mundo, que unas veces se manifiesta en grandes acontecimientos de salvación, y otras se esconde bajo signos humildes que sólo puede percibir la mirada de la fe.

2. En el Antiguo Testamento, el vocablo hebreo kabôd indica la revelación de la gloria divina y la presencia de Dios en la historia y en la creación. La gloria del Señor resplandece en la cima del Sinaí, lugar de revelación de la palabra divina (cf. Ex 24, 16). Está presente en la tienda santa y en la liturgia del pueblo de Dios peregrino en el desierto (cf. Lv 9, 23). Domina en el templo, la morada -como dice el salmista- "donde habita tu gloria" (Sal 26, 8). Envuelve como un manto de luz (cf. Is 60, 1) a todo el pueblo elegido: el mismo san Pablo es consciente de que "los israelitas poseen la adopción filial, la gloria, las alianzas..." (Rm 9, 4).

25 de abril de 2014

Juan Pablo II y la Eucaristía: Banquete de comunión con Dios


Catequesis sobre la Eucaristía, Audiencia General, 18 de octubre, 2000
1. "Nos hemos convertido en Cristo. En efecto, si él es la cabeza y nosotros sus miembros, el hombre total es él y nosotros" (san Agustín, Tractatus in Johannem, 21, 8). Estas atrevidas palabras de san Agustín exaltan la comunión íntima que, en el misterio de la Iglesia, se crea entre Dios y el hombre, una comunión que, en nuestro camino histórico, encuentra su signo más elevado en la Eucaristía. Los imperativos: "Tomad y comed... bebed..." (Mt 26, 26-27) que Jesús dirige a sus discípulos en la sala del piso superior de una casa de Jerusalén, la última tarde de su vida terrena (cf. Mc 14, 15), entrañan un profundo significado. Ya el valor simbólico universal del banquete ofrecido en el pan y en el vino (cf. Is 25, 6), remite a la comunión y a la intimidad. Elementos ulteriores más explícitos exaltan la Eucaristía como banquete de amistad y de alianza con Dios. En efecto, como recuerda el Catecismo de la Iglesia católica, "es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor" (n. 1382).
2. Como en el Antiguo Testamento el santuario móvil del desierto era llamado "tienda del Encuentro", es decir, del encuentro entre Dios y su pueblo y de los hermanos de fe entre sí, la antigua tradición cristiana ha llamado "sinaxis", o sea "reunión", a la celebración eucarística. En ella "se revela la naturaleza profunda de la Iglesia, comunidad de los convocados a la sinaxis para celebrar el don de Aquel que es oferente y ofrenda: estos, al participar en los sagrados misterios, llegan a ser "consanguíneos" de Cristo, anticipando la experiencia de la divinización en el vínculo, ya inseparable, que une en Cristo divinidad y humanidad" (Orientale lumen, 10).

Los divorciados vueltos a casar no pueden comulgar

Cardenal Meisner: «El Papa me respondió: los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar»


El cardenal y arzobispo de Colonia, S.E.R Joachim Meisner, ha concedido una entrevista en la que explica el contenido de su último encuentro con el Papa. Sobre la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar, afirma que el Santo Padre le dio una respuesta muy clara: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar» y que la postura de Mons. Müller es la del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está en el primer puesto jerárquico de la Curia.

19 de abril de 2014

Jesucristo ha resucitado y vive en la Eucaristía



Prefacio de la Eucaristía en la Noche de Pascua

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor,

pero más que nunca en esta noche,


en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo:

muriendo, destruyó nuestra muerte,

y resucitando, restauró la vida.

18 de abril de 2014

Viernes santo: la Iglesia ayuna de la Santa Misa

Hay un día del año en que, por única vez, el centro de la liturgia de la Iglesia y su momento culminante no es la Eucaristía sino la cruz; o sea, no el sacramento, sino el acontecimiento; no el signo, sino lo significado. Ese día es el Viernes Santo. En él no se celebra la Misa, sino que sólo se contempla y se adora al Crucificado.

17 de abril de 2014

Jueves Santo: institución de la Eucaristía

 
El Jueves Santo celebró Jesucristo la última Pascua Judía, con que terminó el régimen de la Antigua Alianza al encontrar su sentido plenario en el Sacrificio de la Cruz. Fue, al mismo tiempo, la primera Pascua Cristiana, nueva y eterna, en la que nos regaló dos augustos Sacramentos.

En primer lugar, el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, y luego el del Orden Sagrado, el Sacerdocio, dedicado esencialmente a su renovación, de modo que el misterio de Cristo llegue fresco y vibrante a cada generación hasta el Fin de los Tiempos.
Porque la historia puede ser imaginada como una serie de altares, en cada uno de los cuales hay un cáliz que es llenado con la sangre que brota del costado abierto del Señor.

14 de abril de 2014

Triduo Pascual: guiones para la liturgia




Jueves Santo
 

ENTRADA: (Cuando los sacerdotes se dirigen hacia el atrio para iniciar la celebración.)

Hermanos: La Iglesia comienza el Sacrosanto Triduo Pascual evocando aquella Última Cena, en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofrecieran.

Toda la atención del espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan y celebran en esta santa Misa: es decir, la institución tanto del Santísimo Sacramento de la Eucaristía como del Sacerdocio, y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna.

Como los Apóstoles en aquella noche, también nosotros nos reunimos junto a la Mesa que Jesús preside. Abramos nuestro corazón dispongámonos a participar en los sagrados misterios de nuestra salvación, poniéndonos de pie y cantando .....

11 de abril de 2014

A la medida de Cristo


 
Uno es cristiano
en la medida en que vive realmente
del sacrificio eucarístico.
El que celebra la Misa - no la oye -
la celebra:
esto es ofrecer el sacrificio de Cristo total,
del Cristo místico,
el de Jesús y el suyo...
 
Hay una enorme cobardía
para tomar responsabilidades,
para aceptar ataduras,
un horror al esfuerzo
que significa la vida moral,
todo significa excesivo.
En estas condiciones,
claro está que el cristianismo
parece algo que escandaliza...

9 de abril de 2014

Indulgencia Plenaria durante la semana santa

 
Las indulgencias siempre llevan a entrar en comunión con Jesús eucaristía. Por eso queremos recordar que durante la Semana Santa podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede.
 
Obras que gozan del don de la Indulgencia Plenaria en Semana Santa:
 
Jueves Santo
 
1. Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados").
2. Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

8 de abril de 2014

Promover el aborto nos aleja de la Mesa del Señor


El obispo de Springfield (Illinois), Thomas J. Paprocki, famoso por sus posturas claras y firmes en defensa de la vida y de la familia natural, declaró públicamente su apoyo a los sacerdotes que niegan la Comunión a los políticos que se declaran católicos, pero apoyan procedimientos que van en contra de las enseñanzas de la Iglesia.

Según indicó el sitio «Lifesitenews», el obispo escribió a un activista pro-vida para explicarle que apoya plenamente la decisión de un sacerdote de su diócesis que se negó a dar la Eucaristía al senador Dick Durbin, un demócrata de Illinois. Durbin cuenta con el apoyo de la asociación Naral Pro-Choice, que aprueba el aborto.

El texto del correo electrónico fue publicado por un editorialista católico, Matt Abbot. «El senador Durbin fue informado hace algunos años por su pastor en la parroquia del Blessed Sacrament en Springfield -escribe el religioso- que no se le permitía recibir la Santa Comunión según el canon 915 del Código de derecho canónico. Mi predecesor confirmó esta decisión, que sigue en vigor. Por lo que sé, el senador se conforma con esta decisión aquí en la diócesis de Springfield en Illinois».

El canon 915 establece textualmente que «no deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave». El canon 915 atribuye, explica la diócesis, la responsabilidad de negar la Comunión a los ministros, a diferencia del canon 916, según el cual la responsabilidad de acercarse a la Eucaristía es prerrogativa de los fieles, si son conscientes de un estado de pecado grave.

6 de abril de 2014

Examen de conciencia eucarístico


* Jesús dijo a la samaritana: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (4,14).

¿Encuentro en Jesús la fuente de agua viva que me da la alegría y la felicidad? ¿Quiero vivir su misma vida, su mismo amor, su misma entrega?

* Jesús dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed»(6,35).

¿Tengo verdaderas ganas de llenarme de Jesús, de que él sea el alimento de mi vida?

* Jesús dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»(6,54-56).

¿Participo cada domingo con fe de la celebración de la Eucaristía, para unirme a Jesús comiendo su carne y bebiendo su sangre?

1 de abril de 2014

Juan Pablo II: el secreto de su santidad


Compartimos extractos de una entrevista realizado al postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II, monseñor Slawodir Oder:


De Juan Pablo II se ha dicho todo, se ha escrito de todo. Pero ¿qué ha descubierto de nuevo o de poco conocido sobre Wojtyla durante sus investigaciones?

--Mons. Oder: Hemos descubierto mucho sobre la espiritualidad de Juan Pablo II. Más que nada se ha tratado de una confirmación de cuanto ya era perceptible, visible de su relación con Dios. Una relación íntima con Cristo vivo, sobre todo en la Eucaristía donde surgía todo lo que nosotros fieles hemos visto en él como fruto de extraordinaria caridad, celo apostólico, pasión por la Iglesia, amor por el cuerpo místico. Y este es el secreto de santidad de Juan Pablo II.