28 de febrero de 2013

En homenaje al Papa Benedicto XVI



La Eucaristía: Alimento de la verdad

De la carta apostólica del Papa Benedicto XVI Sacramentum Caritatis, del 22 de febrero de 2007 (n.2)

En el Sacramento del altar, el Señor viene al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27), acompañándole en su camino.

En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8,36), Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.

San Agustín, con un penetrante conocimiento de la realidad humana, puso de relieve cómo el hombre se mueve espontáneamente, y no por coacción, cuando se encuentra ante algo que lo atrae y le despierta el deseo. Así pues, al preguntarse sobre lo que puede mover al hombre por encima de todo y en lo más íntimo, el santo obispo exclama: « ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad? ».

27 de febrero de 2013

Oración frente al santísimo por Benedicto XVI


Oh Dios, verdadero pastor de todos los fieles, 
presente en el santísimo sacramento del altar,
mira con misericordia a tu siervo el papa Benedicto XVI, 
a quien estableciste como cabeza y pastor de tu Iglesia. 
Te agradecemos por tu gracia que obra en él, 
pues nos ha conducido por la palabra y el ejemplo: 
en su enseñanza, en su oración y en su gran amor. 

26 de febrero de 2013

Eucaristía: don del Amor



Dame, ¡oh Jesús!, la gracia de poder sondear la inmensidad de aquel amor que te movió a darnos la Eucaristía

"Habiendo amado Jesús a los suyos... al fin los amó extremadamente" (Jn. 13, 1)

Fue en las últimas horas de intimidad que Jesús pasó entre los suyos cuando quiso darles la última prenda de su amor. Fueron horas de dulce intimidad y, al mismo tiempo, de amarguísima angustia; Judas ya se había puesto de acuerdo sobre el precio de la infame venta; Pedro le va a negar, todos dentro de breves instantes le abandonaría. En este ambiente la institución de la Eucaristía aparece como la respuesta de Jesús a la traición de los hombres, como el don más grande de su amor infinito a cambio de la más grave ingratitud; es el Dios bueno y misericordioso que quiere atraer a su rebelde criatura no con amenazas, sino con las más delicadas ingeniosidades de su inmensa caridad. Cuánto había hecho y sufrido ya Jesús por el hombre pecador, y he aquí que cuando la malicia humana toca ya el fondo del abismo, Él, el buen Jesús, casi agotando la capacidad de su amor, se entrega al hombre no sólo como Redentor, que morirá por él sobre la Cruz, sino como alimento, para nutrirlo con su Carne y con su Sangre. Aunque la muerte dentro de pocas horas le arrancará de la tierra, la Eucaristía perpetuará su presencia viva y real en el mundo hasta la consumación del tiempo. "Estás loco por tus criaturas - exclama Santa Catalina de Siena -; todo lo que tienes de Dios y todo lo que tienes de hombre nos lo dejaste en alimento, para que mientras peregrinamos por esta vida, no desfallezcamos por la fatiga, sino que vivamos fortificados por Ti, oh Alimento celestial".

25 de febrero de 2013

El silencio en la liturgia



No ha sido, ni es, fácil escuchar lo que Dios nos quiere decir. A menudo el ruido interior y la dispersión, en la que solemos caer los seres humanos, ha hecho difícil percibir la presencia de Dios. Y es que para escuchar a Dios y acoger su plan hace falta hacer un silencio profundo que nos haga receptivos y nos disponga para cumplir su voluntad.

Uno nunca sabe cómo se manifestará Dios. La historia del pueblo escogido nos muestra cómo el Señor se fue revelando de distintas maneras. Todas exigieron siempre una profunda atención. Cabe pensar que el hombre no hubiera podido acoger la presencia divina y conocer su plan si no hubiera recibido el don de un silencio profundo y receptivo, tanto interior como exterior.

24 de febrero de 2013

El santo Padre finaliza los ejercicios espirituales



Oración por el  Santo Padre Benedicto XVI  para rezar al finalizar la santa Misa:

Jesús Señor y Esposo de la Iglesia: renovamos en tu presencia nuestra adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. Hoy especialmente te agradecemos por el fecundo ministerio llevado durante estos años por Benedicto XVI. En él Tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir. Creemos firmemente que, por medio de él, Tú nos has gobernado, enseñado, santificado, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica. Concédenos la gracia de amar, vivir y propagar como hijos fieles sus enseñanzas.

23 de febrero de 2013

II Domingo de cuaresma


Oración sobre las ofrendas


Te pedimos, Padre,

que este sacrificio borre nuestros pecados

y santifique el cuerpo y el alma de tus fieles

para poder celebrar dignamente las fiestas pascuales.

Por Jesucristo, nuestro Señor.





22 de febrero de 2013

Cátedra de san Pedro: oraciones de la Misa


Antífona de entrada Lc 22, 32

El Señor dijo a Pedro: Yo he rogado por ti, para que no te falte la fe.

Y tú, después que hayas vuelto, confirma tus hermanos.


Oración colecta

Dios todopoderoso,

te pedimos que ninguna tribulación nos perturbe

ya que nos has edificado sobre la piedra

de la confesión apostólica.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios, por los siglos de los siglos.

20 de febrero de 2013

Cuaresma y eucaristía en la vida de los seminaristas



La santa Cuaresma que estamos para celebrar es un momento fuerte del año que nos ha sido dado para prepararnos a recoger mejor los frutos del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Estos frutos se resumen en las virtudes que resplandecen en el acto extremo, tremendo y sublime al mismo tiempo, del don del Hijo de Dios, humillado y azotado, en la Cruz: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga (...). El que pierda su vida por mí, la salvará» (Lc 9, 23.24). Esta palabra interpela a todo bautizado que pretende vivir con autenticidad la propia llamada a ser cristiano, que es llamada a la santidad. Pero de manera muy singular exhorta a que la viva totalmente quien ha sido elegido por Dios a continuar la misión de Cristo Maestro, Cabeza y Pastor: «Llamó a su lado a los que quiso (...) para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios» (Mc 3, 13-15). Por esto, cada joven que entra en el Seminario como bautizado, y sobre todo como llamado, debe saber meditar y hacer propia esta palabra.

19 de febrero de 2013

Nueva capilla de adoración en Madrid



“Para gloria de Dios, para gloria del hombre”. Así presentaba la capilla de adoración D. Jorge González Guadalix, párroco de la Beata María Ana Mogas de Madrid al inicio de la solemne eucaristía, presidida por el señor cardenal-arzobispo de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela y concelebrada por numerosos sacerdotes en un templo abarrotado de fieles.

En su homilía el señor cardenal se alegró de que coincidiera la apertura de la capilla de adoración con el primer domingo de cuaresma, ya que “la cuaresma es un tiempo que nos invita especialmente a escuchar la Palabra de Dios y la capilla será lugar privilegiado para ello”. También señaló el señor cardenal cómo de la oración ante el Santísimo brotarán nuevas fuerzas para la labor apostólica de la Iglesia.

18 de febrero de 2013

Santa Gertrudis Comensoli y la eucaristía


Cuando el amor a Dios se enciende de veras, no hay quien lo apague. En esta santa bullía tanta ternura por el Santísimo Sacramento que lo convirtió en el eje vertebral de su vida, dedicada también a difundir su adoración. De ella irradiaba su caridad y radical entrega caracterizada por un afán indesmayable de donación, ofrecida con presteza y disposición a apurar el cáliz que demandaba, ebría de pasión por Dios. Eso se aprecia enseguida en las insistentes súplicas que elevaba asegurándose con su fidelidad la gracia de no apartarse jamás de Él.

17 de febrero de 2013

El cardenal Piacenza llama a los sacerdotes a valorar la celebración cotidiana de la Eucaristía



Carta a los sacerdotes para el inicio de la Cuaresma

La santa Cuaresma es un tiempo de gracia durante el cual la Iglesia invita a todos sus hijos a prepararse para comprender y recibir mejor el significado y los frutos del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo en el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección: «El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor» (Is 61, 1-2). “Tiempo de gracia” es aquel tiempo en el que Dios Padre, en su infinita misericordia, derrama en todos los hombres de buena voluntad, por medio de su Espíritu Santo, todo beneficio espiritual y material útil para un ulterior progreso en el camino de perfección cristiana, que es tensión hacia una total y completa configuración al Hijo: «Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo» (Rm 8, 28-29). Para que todo sea posible, Él mismo quiere morar en nuestra vida, y aún más, desea que nuestra persona se transfigure hasta tal punto que podamos decir que quien nos ve puede percibir – en nuestro pensar y en nuestro actual – los rasgos de Jesús: «Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. Yo no anulo la gracia de Dios» (Gal 2, 19-21).

16 de febrero de 2013

14 de febrero de 2013

Hora santa para cuaresma: tiempo de reconciliación


Exposición del santísimo sacramento

Canto de adoración y aclamación al santísmo

Silencio para reflexionar y hacer examen de conciencia:

Nos dice San Pablo en la carta a los Filipenses 2,5: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús...”

La Virgen María nos habla directamente a nosotros desde el Evangelio, y nos da este consejo en el que resume toda su enseñanza :”Hagan todo lo que Él les diga...” (Jn. 2,5)

También Jesús nos pidió: “Permanezcan en mi...El que permanece en mi, y yo en él, da mucho fruto...” (Jn. 15,4-5). En otra ocasión nos dice: “Yo soy la puerta, el que entra en mi se salvará...” (Jn. 10,9).

Teniendo en cuenta todo esto queremos hacer un examen de conciencia fijando nuestra mirada en Jesús que está frente a nosotros en la Eucaristía, repasando sus palabras, sus enseñanzas y su ejemplo a través del Evangelio.

13 de febrero de 2013

Miércoles de ceniza: última Misa en público de Benedicto XVI



Miércoles de ceniza: oraciones de la Misa



Antífona de Entrada

Señor, tú tienes misericordia de todos y nunca odias a tus creaturas; borras los pecados de los hombres que se arrepienten y los perdonas, porque tú, Señor, eres nuestro Dios.

Oración Colecta

Que el día de ayuno con el que iniciamos, Señor, esta Cuaresma, sea el principio de una verdadera conversión a ti, y que nuestros actos de penitencia nos ayuden a vencer el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, y concédenos que por medio de las obras de caridad y penitencia, venzamos nuestros vicios y, libres de pecado, podamos unirnos mejor a la pasión de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

11 de febrero de 2013

En la eucaristía recemos por nuestro papa Benedicto XVI


Palabras del Papa:

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

10 de febrero de 2013

Eucaristía y Resurrección



Del mismo modo que el injerto de la vid, depositado en tierra, fructifica a su tiempo, y el grano de trigo, que cae en tierra y muere, se multiplica pujante por la eficacia del Espíritu de Dios que sostiene todas las cosas, y así estas criaturas trabajadas con destreza se ponen al servicio del hombre, y después cuando sobre ellas se pronuncia la invocación (epíclesis) de Dios, se convierten en la Eucaristía, es decir, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo; de la misma forma nuestros cuerpos, nutridos con esta Eucaristía y depositados en tierra, y desintegrados en ella, resucitarán a su tiempo, cuando la invocación de Dios les otorgue de nuevo la vida para la gloria de Dios Padre. Él es, pues, quien envuelve a los mortales con su inmortalidad y otorga gratuitamente la incorrupción a lo corruptible, porque la fuerza de Dios se realiza en la debilidad”

San Ireneo de Lyon, Padre de la Iglesia (130-202)
Tratado contra los herejes, 5.

9 de febrero de 2013

La Eucaristía, fuente y cumbre de toda la actividad de la Iglesia

 
 
"La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor.

8 de febrero de 2013

La Eucaristía y la acción del Espíritu Santo




Las liturgias orientales han atribuido siempre la realización de la presencia real de Cristo sobre el altar a una operación especial del Espíritu Santo. En la anáfora, llamada de Santiago, en uso en la Iglesia antioquena, el Espíritu Santo es invocado con estas palabras: “Envía sobre nosotros y sobre estos santos dones presentados, tu santísimo Espíritu, Señor y dador de vida, que se sienta contigo, Dios y Padre, y con tu único Hijo. Él reina consustancial y coeterno; ha hablado en la ley y en los profetas y en el Nuevo Testamento; descendió, bajo forma de paloma, sobre nuestro Señor Jesucristo en el río Jordán, posándose sobre él; descendió sobre los santos apóstoles, el día de Pentecostés, bajo la forma de lenguas de fuego. Envía éste, tu Espíritu, tres veces santo, Seños, sobre nosotros y sobre estos santos dones presentados, para que, por su venida santa, buena y gloriosa, santifique este pan y lo transforme en el santo cuerpo de Cristo (Amén); santifique este cáliz y lo transforme en la sangre preciosa de Cristo (Amén)”

7 de febrero de 2013

San Jesús Méndez Montoya, un nuevo san Tarsicio


Hay un rasgo en la vida de este mártir que recuerda al inocente san Tarsicio quien, según la tradición, derramó su sangre en el siglo III de nuestra era abrazado al Cuerpo de Cristo, custodiado tan férreamente, que los paganos no lograron separar sus manos del lienzo en el que lo protegía, ni siquiera cuando ya había expirado. Impedir la profanación de la Eucaristía fue la gran preocupación de Jesús cuando se vio acosado por quienes iban a abrirle la puerta de la gloria.

6 de febrero de 2013

Santa Sede reedita guia de adoración eucarística para la santificación del clero



La Santa Sede, a través de la Congregación para el Clero, reeditó la guía "Adoración Eucarística para la santificación de los sacerdotes y la maternidad espiritual" que fomenta la oración de los fieles por sus sacerdotes para llevar a cabo una "acción conjunta en favor de la Iglesia y la instauración del Reino de Dios. "Necesitamos orar con fuerza por las vocaciones y apoyar a los sacerdotes alrededor del mundo", sostuvo Mons. Richard Soseman, miembro del Dicasterio en declaraciones a la agencia CNA. "Por eso nos esforzamos para que se publicara este libro".

5 de febrero de 2013

Meditando Lucas 8, 40 -48



"A su regreso, Jesús fe recibido por la multitud, porque todos lo estaban esperando. De pronto, se presentó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le suplicó que fuera a su casa, porque su única hija, que tenía unos doce años, s estaba muriendo. Mientras iba, la multitud lo apretaba hasta sofocarlo.
Una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años y a quien nadie había podido curar, se acercó por detrás y tocó los flecos de su manto; inmediatamente cesó la hemorragia. Jesús preguntó: “Quien me ha tocado?”. Como todos lo negaban, Pedro y sus compañeros le dijeron: “Maestro, es la multitud que te está apretujando”. Pero Jesús respondió: “Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza salía de mí”. Al verse descubierta, la mujer se acercó temblando, y echándose a sus pies, contó delante de todos porqué lo había tocado y cómo fue curada instantáneamente. Jesús le dijo entonces: “Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz.”
(Lc. 8, 40 – 48)

En este evangelio encontramos a una mujer entre la multitud que miraba a Jesús con gran esperanza. Por años había buscado desesperadamente una sanación. Nadie había podido curarla. Ella había oído hablar de Jesús. Creyó y se dijo: "Si tan solo pudiera tocarlo, sé que sería curada."
La mujer avanzó en medio de la multitud, extendió su mano y lo tocó. Muchas personas se agolparon oprimiendo a Jesús, según la Escritura, todas querían verlo y tocarlo. Pero esta mujercita tenía una sola cosa en mente, ella creía que si lo tocaba, sería sanada.
Lo tocó y en uno de los relatos del Evangelio, se dice que Jesús se volteó rápidamente y dijo: "¿Quién me ha tocado?"
Los apóstoles replicaron: "Estás viendo que la gente te oprime y te preguntas: `¿Quién me ha tocado? Pero Jesús sabia que había alguien ahí que no sólo lo tocó físicamente. Era alguien con un sentimiento de expectación, con el requerimiento que todos debiéramos tener cuando nos acercamos a Jesús con una fe expectante.
Jesús miró a la mujer cuando dio un paso al frente y le dijo: “Hija tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad”
Muchas personas, al leer este pasaje de la Escritura, dicen igualmente: "¡Si también yo pudiera tocar a Jesús! ¿No sería maravilloso entrar en contacto con Jesús?" O bien: "¡Haber vivido cuando Jesús vivió! ¡Poder acudir a El! También yo lo tocaría en fe, como hizo esa mujer!"
Los católicos a menudo olvidamos que podemos hacer mucho más que simplemente tocar a Jesús. Como católicos creemos que realmente recibimos a Jesús. Al comulgar, recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

4 de febrero de 2013

Jaculatorias a la Santa Hostia



Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las dificultades excedan mis fuerzas y cuando mis esfuerzos resulten inútiles.

Santa Hostia, confiaré en Ti cuando las tormentas agiten mi corazón y el espíritu aterrorizado comience a inclinarse hacia la desesperación.

Santa Hostia, confiaré en Ti cuando mi corazón comience a temblar y el sudor mortal nos bañe la frente.

Santa Hostia, confiaré en Ti cuando todo se conjure contra mí y la negra desesperación comience a introducirse en mi alma.

2 de febrero de 2013

La Eucaristía constituye la plenitud del camino cristiano


En el año de la Fe: la prioridad de la fe y el primado de la caridad.

Del Mensaje para la Cuaresma 2013 del Papa Benedicto XVI

“La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5).

La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (Sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (Sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano.

1 de febrero de 2013

Lo que Jesús puede hacer en la Eucaristía



Me di cuenta de esta verdad cuando asistí a una Misa al aire libre en un país montañoso de América Latina. Muchas personas muy pobres participaron en esta Misa. El sacerdote usó una mesa como altar. Llevaron a un niño que sufría de quemaduras muy severas y tenía su cuerpo lleno de ampollas. Recuerdo haber pensado: "Dios mío, no hay realmente nada qué hacer. Está tan mal. No tenemos médicos ni medicinas aquí." Yo admiraba al sacerdote. Su fe en el Señor me enseñó que debo dejar que Jesús haga lo que sólo El puede hacer en y a través de la Eucaristía: cambiar nuestra vida. Oramos por el pequeño y después el sacerdote le dijo a la anciana mujer que lo había llevado a la Misa: "Sólo déjelo ahí, debajo la mesa y prosigamos con la celebración de la Eucaristía". En el transcurso de la Misa, me sorprendió grandemente la participación de la gente en la celebración. Me impresionó que el sacerdote fuera tan consciente de lo que estaba haciendo a través de la liturgia, él hizo que la Misa cobrara vida para esas pobres personas. Era evidente por la manera de actuar del sacerdote que estaba emocionado por la Misa, que tenía una fe profunda y personal en Jesús. De hecho así lo transmitió a las personas que asistimos a esa Misa al aire libre. Cuando llegamos a la Consagración, yo tenía los ojos cerrados. Al abrirlos, descubrí que la gente estaba postrada en el suelo, sólo elevaban sus ojos para adorar al Señor. La mirada en sus rostros me hizo pensar que ellos realmente creían que Ese era Jesús." Después, cuando miré la Hostia Consagrada, en mi imaginación, ví la figura más hermosa de Jesús con ambas manos extendidas. El sonreía con mucho amor y compasión. Abrazó a esa pobre gente y dijo: "Vengan a Mí los que estén cansados, Yo les daré vida y fe." Fue en ese momento que entendí en lo mas hondo de mi corazón: "Querido, Jesús, ése eres realmente Tú. Podrá aparecer sólo pan y vino, pero sólo Tú pudiste pensar en un modo tan creativo para hacerte presente entre Tu pueblo." Al terminar la Misa, fui a ver cómo estaba el niño. Lo habían colocado debajo de la mesa que sirvió como altar, pero ya no estaba ahí. Yo le pregunté a la mujer que lo trajo a la Misa: "¿Dónde está?" Ella me dijo, señalando un grupo de niños que jugaban ahí cerca: "Ahí está". Ví al niño y se veía muy bien. No había nada malo en ese pequeño. Y dije en voz alta, más para mí que para los demás: "¿Qué le pasó?" La anciana mujer me miró y me dijo: "¿Cómo que qué le pasó? ¿Acaso no vino Jesús?" Durante esa Misa y como en todas las Misas, el sacerdote extendió sus manos sobre el pan y el vino e invocó la acción del Espíritu Santo para santificar esta acción "a fin de que se convierta en el Cuerpo y la Sangre" de Jesús. Cuando el sacerdote dijo esa oración, vino el Espíritu Santo, pero ciertamente no se limitó sólo a hacer lo que el sacerdote pidió. El Espíritu infundió Su poder en ese pequeño y el niño fue transformado, fue completamente sanado. Ese mismo día, al comienzo de la Misa, ví a otro niño con su carita totalmente deformada. Al final de la Misa, su madre corriendo hacia mí con su hijo en brazos. Me dijo: "Hermana, mire a mi pequeño". La deformación había sido curada. Yo fui la única que se sorprendió, pero el sacerdote había tenido la capacidad de introducir a la comunidad con Jesús vivo. Como la mujer del Evangelio, ellos se acercaron a Jesús con una Fe expectante. No fueron simplemente a ver lo que el sacerdote hacía o a criticar cómo predicaba y celebraba la Misa. Era su Eucaristía. Habían ido a participar con Jesús de una celebración que sería ofrecida al Padre y tomaron parte también de ese ofrecimiento. Para ellos, fue una experiencia viva de Jesús. Abandoné esa montaña con un entendimiento totalmente nuevo de la Eucaristía.