12 de septiembre de 2012

Oraciones del sacerdote al revestirse para celebrar la Santa Misa



“REVESTIRSE DE CRISTO PARA CELEBRAR A CRISTO EUCARISTÍA”

El cuidado que pide la Iglesia para la celebración del Santo Sacrificio de la Eucaristía se expresa también en las rúbricas establecidas para el sacerdote, al revestirse con los ornamentos litúrgicos.

Las oraciones para la vestición son bellas expresiones de preparación ante la grandeza del misterio eucarístico.

AL LAVARSE LAS MANOS

Da, Domine, virtutem manibus meis ad abstergendam omnem maculam; ut sine pollutione mentis et corporis valeam tibi servire. Amen.

(Purifica, Señor, de toda mancha mis manos con tu virtud, para que pueda yo servirte con limpieza de cuerpo y alma. Amen)

AL VESTIR EL AMITO

Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus. Amen.

(Pon, Señor, sobre mi cabeza el yelmo de salvación, para rechazar los asaltos del enemigo. Amen)

AL REVESTIRSE CON EL ALBA

Dealba me, Domine, et munda cor meum; ut, in sanguine Agni dealbatus, gaudiis perfruar sempiternis. Amen.

(Hazme puro Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la Sangre del Cordero, pueda gozar de las delicias eternas. Amen.)

AL AJUSTAR EL CINGULO

Praecinge me, Domine, cingulo puritatis, et extingue in lumbis meis humorem libidinis; ut maneat in me virtus continentiae et castitatis. Amen.

(Ciñeme Señor con el cíngulo de Tu pureza, y borra en mis carnes el fuego de la concupiscencia, para que more siempre en mi, la Virtud de la continencia y la castidad. Amen.)

AL PONER LA ESTOLA SOBRE EL CUELLO

Redde mihi, Domine, stolam immortalitatis, quam perdidi in praevaricatione primi parentis; et, quamvis indignus accedo ad tuum sacrum mysterium, merear tamen gaudium sempiternum. Amen.

(Devuélveme Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con el pecado de mis primeros padres, y aun cuando me aceptas sin ser digno a celebrar tus Sagrados Misterios, haz que merezca el gozo Eterno. Amen.)

AL VESTIR LA CASULLA

Domine, qui dixisti: Jugum meum suave est et onus meum leve: fac, ut istud portare sic valeam, quod consequar tuam gratiam. Amen.

(Señor, que has dicho, mi yugo es suave, y mi carga liviana, haz que la lleve a tu manera y consiga tu gracia. Amen.)


El Papa Benedicto XVI explica los ornamentos litúrgicos del sacerdote

Misa Crismal 7 de abril de 2007

“Quisiera por tanto, queridos hermanos, explicar este Jueves Santo la esencia del ministerio sacerdotal interpretando los ornamentos litúrgicos que, precisamente, por su parte, quieren ilustrar qué cosa significa ‘revestirse de Cristo’, hablar y actuar ‘in persona Christi’”

El amito

“En el pasado, éste se colocaba primero en la cabeza como una especie de capucha, convirtiéndose así en un símbolo de la disciplina de los sentidos y del pensamiento necesaria para una justa celebración de la Santa Misa”. “Los pensamientos no deben vagar aquí y allá detrás de las preocupaciones y las expectativas del día; los sentidos no deben ser atraídos de aquello que allí, al interior de la Iglesia, casualmente quisiera secuestrar los ojos y los oídos”. “Si yo estoy con el Señor, entonces con mi escucha, mi hablar y mi actuar, atraigo también a la gente dentro de la comunión con Él”.

El alba

El Papa recordó que las antiguas oraciones hacen referencia al vestido nuevo que el hijo pródigo recibió del Padre; y por tanto, “cuando nos acercamos a la liturgia para actuar en la persona de Cristo nos damos cuenta de cuán lejos estamos de Él; cuanta suciedad existe en nuestra propia vida”.
Es la sangre del Cordero, citado en el Apocalipsis, la que “a pesar de nuestras tinieblas, nos transforma en ‘luz en el Señor’. Al ponernos el alba debemos recordarnos: Él también ha sufrido por mí. Es sólo porque su amor es más grande que todos mis pecados, que yo puedo representarlo y ser testigo de su luz”
El alba también recuerda “el vestido del amor” que deben llevar todos aquellos invitados al banquete del Novio, Jesucristo, para poder participar dignamente.

“Ahora que nos preparamos para la celebración de la Santa Misa, debemos preguntarnos si llevamos el hábito del amor. Pidamos al Señor que aleje toda hostilidad de nuestro interior, que nos quite todo sentido de autosuficiencia y que nos revista verdaderamente con las vestiduras del amor, para que seamos personas luminosas y no pertenecientes a las tinieblas”.

La casulla

Simboliza el yugo del Señor. “Llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”
“Algunas veces quisiéramos decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con todo –que en sí ha probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se apagan”.
“Su yugo es el de amar con Él. Y mientras más lo amamos, y con Él nos convertimos en personas que aman, más ligero se vuelve nuestro yugo aparentemente pesado”.
“Oremos para que nos ayude a ser junto con Él personas que aman, para experimentar así siempre más cuán bello es portar su yugo”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bella es la catequesis de la Iglesia en los signos litúrgicos. Gracias por este material!

Unknown dijo...

Gracias Santo Padre Benedicto XVI por tu gran dedicación a que todos seamos formados y conozcamos nuestra fe y la sagrada liturgia.

As. Juan Manuel

HISPANICVS dijo...

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