27 de diciembre de 2009

Encarnación y Eucaristía

"¿Quien no puede sentir en su interior la dulzura del Niño de Belén, que se me ha dado y se me da cada día en la Sagrada Eucaristía?", dijo el P. Alba en diciembre del 2001. Y en octubre de 1972 decía que "la Sagrada Eucaristía es la base central de nuestra religión".
Por poco que se investigue, inmediatamente se ve que hay muy profundas verdades que, desde los Padres de la Iglesia, iluminan la fe del creyente en cuanto a las relaciones entre los misterios de la Encarnación y la Eucaristía.
Alrededor del pesebre, nos encontraremos los misterios de la fe múltiplemente ligados. En los belenes o pesebres tenemos distintos tipos de dioramas que representan la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento, el Anuncio a los Pastores, la Adoración de los Reyes, la Huida a Egipto, la Matanza de los Santos Inocentes. Todo alrededor de la Encarnación y el martirio, el sacrificio testimonial, y el banquete pascual.
El año pasado hablábamos del Amen de María. Amén, diremos al comulgar, "con profunda analogía" con el fiat de María.
De la Presentación pasamos a la Pasión por la profecía de Simeón: "una espada te atravesará el alma", y, claro está, de la Pasión al Sacrificio Eucarístico. La Virgen de la Luz es también La Dolorosa. En la Eucaristía hemos de reparar la suprema injusticia del Calvario.
Ante la Eucaristía se han postrado reyes santos como Fernando III de Castilla. Se arrodilló para recibir el Viático.
Los pañales serán señal para los pastores junto con el pesebre. El Sumo Sacerdote se reviste de pañales, como dice San Bernardo. Hemos de reconocer al sacerdote aunque no lleve casulla. El sacerdocio imprime carácter. Que no nos pase como a los fariseos, que no le reconocieron.
Lo dicho aquí lo debo al P. Horacio: "María puso al Niño en un pesebre, ya como para ser comido". El pesebre será señal para los pastores, junto con los pañales.
Por una de esas providencias que alcanzan miles de años del hilo de la historia, Belén significa "casa de pan".
Con la Eucaristía comemos al que se alimenta con la Voluntad del Padre. "Yo tengo un alimento que no conocéis, cumplir la voluntad de mi Padre" Los padres engendran y alimentan. El hijo come para hacerse como los padres. El hambre es el apetito para crecer hasta ser lo que los padres son. El amor a Dios correspondido es querer cumplir la vocación que viene de Dios.

El Cordero de Dios
Es de destacar lo que significan los corderos para el pueblo de Israel. Al pesebre acuden pastores de corderos para ver el Cordero ante el que se postran reyes.
Todo honor y gloria se da al Padre por Él, con Él y en Él. Jesucristo es Sacerdote, Víctima y Altar.
Por la entrañas insondables de la misericordia de Dios, podemos acercarnos a la Santa Misa, donde el sacerdote pone a Jesús en el altar igual que María lo puso en un pesebre, como hijos pródigos y el Padre lo celebra con un banquete, en el que nos entrega el Cordero Degollado por nuestros pecados.

La Parusía
Como el círculo del año litúrgico que gira alrededor de las dos venidas de Cristo, así también, después de la venida sacramental decimos "ven Señor Jesús".

Oración a San José
Pidamos al Glorioso Patriarca San José que nos haga partícipes de su alegría en la cueva de Belén, donde Jesús estaba, pero no se le veía y se le empezó a ver, cada vez que en altar asistamos a la consagración, cuando Jesús no está y empieza a estar, aunque no se le vea. Así preparará nuestros corazones para el momento de la comunión, como preparó la Cueva de Belén hace ya 2000 años, para que podamos pronunciar nuestro "amen" al comulgar, con analogía, a imagen y semejanza, del "fiat" de María cuando "el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros".


Manuel Ma Domenech I

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada consagración eucarística es un nuevo Belén,un nuevo nacimiento del Hijo de Dios, una nueva Navidad.