31 de enero de 2015

Don Bosco aconsejaba la comunión diaria


En los últimos siglos se pensaba que la comunión eucarística era para los perfectos como los primeros cristianos por lo tanto se participaba en la misa, pero no se comulgaba. De ahí la campaña de la comunión frecuente, relacionada con la de la confesión semanal o mensual y la dirección espiritual. Un sacramento dispone al otro, Don Bosco pensaba así también.



Un aspecto que hay que señalar es que se distinguía entre la Misa y la comunión. Al hablar de la primera se entendía el Sacrificio de Cristo sobre el altar, mientras que la comunión era considerado como alimento espiritual y se podía recibir fuera de la Misa. En ambos aspectos hay un sentido de fe que subraya la presencia real de Cristo en el sacramento que se entrega.

Está muy vinculado con el Sistema Educativo que tiene una de sus bases en la amorevolezza, es decir en el amor demostrado.

Algunos aspectos característicos:

- El Joven Instruido invita genéricamente a frecuentar los sacramentos, pone como ejemplo a San Luis Gonzaga que de la comunión semanal pasó a la diaria.

- El reglamento del Oratorio habla de no dejar pasar el mes sin confesarse y comulgar.

Don Bosco aconsejaba la comunión diaria y la confesión semanal; siempre es el confesor, según él, quien puede aconsejar al respecto. Así lo plantea en las biografías que escribió sobre algunos alumnos suyos: Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco como ejemplos de un gran amor a Jesús Eucaristía. Ponía también el acento no sólo en la frecuencia, sino en la buena preparación para la comunión, “estar en Gracia de Dios”, decía…


Valorando muchísimo el encuentro del joven o el niño con Jesús en la Eucaristía, y el efecto tan positivo que producía en sus vidas, también propicia la primera comunión lo antes posible: cuando fuera capaz de reconocer la presencia de Jesús en el pan eucarístico, distinto del pan de la mesa.

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