En los últimos siglos se pensaba
que la comunión eucarística era para los perfectos como los primeros cristianos
por lo tanto se participaba en la misa, pero no se comulgaba. De ahí la campaña
de la comunión frecuente, relacionada con la de la confesión semanal o mensual
y la dirección espiritual. Un sacramento dispone al otro, Don Bosco pensaba así
también.
Un aspecto que hay que señalar es
que se distinguía entre la Misa y la comunión. Al hablar de la primera se
entendía el Sacrificio de Cristo sobre el altar, mientras que la comunión era
considerado como alimento espiritual y se podía recibir fuera de la Misa. En
ambos aspectos hay un sentido de fe que subraya la presencia real de Cristo en
el sacramento que se entrega.
Está muy vinculado con el Sistema
Educativo que tiene una de sus bases en la amorevolezza, es decir en el amor
demostrado.
Algunos aspectos característicos:
- El Joven Instruido invita
genéricamente a frecuentar los sacramentos, pone como ejemplo a San Luis
Gonzaga que de la comunión semanal pasó a la diaria.
- El reglamento del Oratorio
habla de no dejar pasar el mes sin confesarse y comulgar.
Don Bosco aconsejaba la comunión
diaria y la confesión semanal; siempre es el confesor, según él, quien puede
aconsejar al respecto. Así lo plantea en las biografías que escribió sobre
algunos alumnos suyos: Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco como
ejemplos de un gran amor a Jesús Eucaristía. Ponía también el acento no sólo en
la frecuencia, sino en la buena preparación para la comunión, “estar en Gracia
de Dios”, decía…
Valorando muchísimo el encuentro
del joven o el niño con Jesús en la Eucaristía, y el efecto tan positivo que
producía en sus vidas, también propicia la primera comunión lo antes posible:
cuando fuera capaz de reconocer la presencia de Jesús en el pan eucarístico,
distinto del pan de la mesa.
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