4 de marzo de 2015

Sacrificio y Sacramento


San Juan Pablo II enseña: «No es lícito ni en el pensamiento, ni en la vida, ni en la acción quitar a este Sacramento, verdaderamente santísimo, su dimensión plena y su significado esencial. Es al mismo tiempo Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunión, Sacramento-Presencia» (Redemptor hominis 20).




Esta doctrina ha sido central, concretamente, en la disciplina renovada del culto a la Eucaristía. «Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia proviene del Sacrificio y se ordena al mismo tiempo a la comunión sacramental y espiritual» (Ritual 80). Esa íntima unión entre Sacrificio y Sacramento se expresa, por ejemplo, en el hecho de que, al final de la exposición, el ministro «tomando la custodia o el copón,  hace en silencio la señal de la Cruz sobre el pueblo» (ib. 99). El Corpus Christi de la custodia es el mismo cuerpo ofrecido por nosotros en el sacrificio de la redención: el mismo cuerpo que ahora está resucitado y glorioso.


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