14 de noviembre de 2012

"La Disputa del Sacramento"



UN FAMOSO FRESCO SOBRE LA EUCARISTÍA

“LA DISPUTA DEL SACRAMENTO” (RAFAEL, 1509)

UNA CATEQUESIS EN IMÁGENES DEL TRIUNFO DE LA EUCARISTÍA

“La disputa del Sacramento” es una famosa pintura del artista Rafael Sanzio. Fue pintada en 1509, siendo el primero de los frescos con los que decoró las habitaciones papales, que hoy en día son conocidas como las estancias de Rafael (ubicadas en el Vaticano y que forman parte en la actualidad de los Museos Vaticanos).

En realidad, el nombre con el que se conoce este fresco no es exacto, ya que la obra fue concebida como una exaltación de la Eucaristía en la vida de la Iglesia, celestial y peregrina.. El título de la obra bien habría podido ser El triunfo de la Iglesia o El triunfo de la Eucaristía. El término "disputa", en el italiano de la época, se entendía como "debate" pero no tiene por ello significado de divergencia y enfrentamiento entre las personas que discuten.

En la tradición cristiana, la Eucaristía, es el gesto de acción de gracias por excelencia que Jesucristo lega a sus discípulos en su memoria, poco tiempo antes de su pasión. Por lo tanto, todo el servicio de la Iglesia de Cristo sobre la tierra gira en torno a este acto supremo, como medio de redención y también de relación con la Santísima Trinidad, con los coros angélicos y con todos los santos en todas las épocas. Es pues esta realidad teológica la que Rafael pretende representar en este fresco pintado en la biblioteca del papa Julio II, como una ayuda para la contemplación del misterio de la Iglesia sobre la tierra y en los cielos.

LA IGLESIA TRIUNFANTE

En la parte superior está representada la "Iglesia triunfante", con los coros angélicos, santos y apóstoles, con Jesucristo en el centro sentado en un trono, flanqueado por María y San Juan Bautista, Dios Padre arriba y Dios Espíritu Santo abajo, todos por encima de la Sagrada Forma, que es el centro de la pintura, sobre un altar. A la derecha de Cristo encontramos a Jeremías, san Esteban, David, san Juan Evangelista, Adán y san Pedro mientras que a la izquierda aparecen san Juan Bautista, Judas Macabeo, san Lorenzo, Moisés, san Mateo, Abraham y san Pablo.

LA IGLESIA MILITANTE

En la parte inferior está la "Iglesia militante", en la cual figuran teólogos, Doctores y Papas, pero también filántropos y literatos.

La Iglesia peregrina custodia la Eucaristía y vive de ella (Ecclesia de Eucharistia vivit). Hay un altar sobre el que está la Custodia en la que se expone la Eucaristía. A ambos lados aparecen teólogos y doctores de la Iglesia hablando sobre la transubstanciación, esto es, la presencia real del cuerpo de Cristo en la Eucaristía.

Se destacan algunos Padres de la Iglesia, que llevan nombres escritos en su aureola, son los doctores antiguos, que se encuentran sentados, a diferencia de las demás figuras, lo que les acerca a los personajes situados en los cielos: Gregorio Magno, Jerónimo de Estridón, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona. Se distingue a dos doctores de la iglesia posteriores, Tomás de Aquino, San Buenaventura y el Beato Juan Duns Scoto.

Hay otras figuras identificadas. Así, el papa Inocencio III (1160-1216) y el Papa Sixto IV (1414-1471. El escritor Dante Alighieri, cuya Divina Comedia influyó en la teología medieval, Muy cerca del altar aparece el pintor Beato Fray Angélico, admirado por sus frescos y pinturas sublimes. Y muchos otros personajes de la época que están dispuestos a una distancia variable con relación al Santísimo Sacramento, que es la presencia de Dios sobre la tierra, el punto de contacto entre las dos Iglesias, terrestre y celestial. Los doctores de la Iglesia son los que están más cerca, se sientan ante el altar, mientras que las otras figuras esenciales de la historia de la Iglesia están un poco más retiradas, de pie, pero siempre orientados hacia el altar; finalmente, los artistas laicos y otros personajes quedan a los lados, con posiciones más ambivalentes, inclinados o incluso de espaldas, representando así la diversidad de la relación con Dios sobre tierra.

La obra es de gran belleza cromática y de una gran perfección simétrica, y expresa el deseo del autor de dotar de vida y expresividad a cada uno de sus personajes, mostrando las diferentes actitudes humanas en un momento de cierta expectación. Rafael va abandonando el estilo florentino para convertirse en un pintor romano dotando a sus personajes de elegancia clásica y un acentuado y brillante colorido.

Es también un llamado de atención a quienes la observan: la contemplación de la obra hace preguntar al observador sobre su propia relación espiritual con la Sagrada Eucaristía

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