27 de octubre de 2012

Orar con los salmos ante la presencia eucarística



De un libro miniado elaborado por el scriptorum monástico:
Miniatura que representa al rey David tocando el arpa delante del Arca de la Alianza, camino de regreso a Jerusalén.


La palabra griega “psalmos” y la latina “psalmus” vienen del verbo “psallo”, pulsar las cuerdas de un instrumento, el “salterio”, haciéndolas vibrar, como hacía David para calmar los ánimos de Saúl (1 Samuel 16, 16-23). Hoy los sabios escrituristas dicen que los salmos probablemente fueron escritos entre el siglo octavo antes de Cristo y el siglo segundo (a.C..) por autores anónimos – aunque el libro judío con frecuencia los atribuye, entre otros, a David, Asaf y Coré-y que, la mayor parte fueron redactados definitivamente después de volver del destierro de Babilonia y de construir el nuevo Templo en Jerusalem (año 515 antes de Cristo). En los mismos hay odas de una grandiosidad épica y pequeños poemas de una sencillez encantadora.

Desde el 1 hasta el 150 hay un solo tema que palpita en cada uno de estos himnos: Dios. De Él se habla. A Él se le canta; a su misericordia se le pide perdón y a su poderío se le implora protección. Y en la descripción de la Suprema Belleza de Dios y de su infinito amor ningún otro poeta ha logrado superar en belleza literaria a los autores de los salmos. Allí se le canta a la grandeza salvaje de los montes y a las costumbres populares de la gente humilde. Allí se le canta a la historia, a la patria, al mar, a las tempestades y al amor del hogar, y todo con una entonación elevada que llega frecuentemente a las alturas de lo sublime. Los salmos son la voz de todos los que gimen, adoran, dan gracias y piden perdón. Más que Píndaro y Horacio, más que Homero y Dante, los salmistas compusieron cánticos inmortales que resonarán en todos los países, a través de todas las edades, para ser el eco de todos los sentimientos y afectos de la humanidad para con Dios. Así que Dios, al darnos este libro de Plegarias, ha puesto en nuestras manos las más preciadas joyas de la literatura universal.

En el Nuevo Testamento, fueron entendidos como un anuncio profético cumplido en Cristo, como Él los presentó cuando a los discípulos de Emaús les fue explicando lo que decían de Él los Salmos (Cfr. Lucas 24, 44). Sucedió ya desde el principio, la “cristologización” de los Salmos: al sentido literario o histórico original de los poemas, se añadió el sentido pleno, rezándolos como cumplidos plenamente en Cristo y en su Iglesia, y se rezaron desde esta perspectiva. A veces, se cristologizaban “por alto”, cuando la Iglesia dirige a Cristo la alabanza que los israelitas dirigían a Dios (por ejemplo: “pueblos todos, batid palmas… Dios asciende entre aclamaciones”, rezado en el día de la Ascensión y aplicado a Cristo), o bien “por bajo”, cuando los salmos se ponen en boca del mismo Cristo, dirigidos a su Padre (“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”). En el primer caso se dicen como “voz de la Iglesia”, en el segundo, como “voz de Cristo”.

Todas las familias litúrgicas, sobre todo en la Alabanza de las Horas, hacen de los Salmos una parte sustantiva de su oración. “En la Liturgia de las Horas, la Iglesia ora sirviéndose en buena medida de aquellos cánticos insignes que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, compusieron los autores sagrados en el Antiguo Testamento” (Instrucción General de la Liturgia de las Horas [IGLH] 100). “El Espíritu Santo, bajo cuya inspiración cantaron los salmistas, asiste siempre con su gracia a los que, creyendo con buena voluntad, cantan estas composiciones poéticas” (IGLH 102). Adhiriéndose al sentido de las palabras, “el que recita los salmos fija su atención en la importancia del texto para la vida del creyente” (IGLH 107). Pero además “recita los salmos en la Liturgia de las Horas en nombre de todo el cuerpo de Cristo, e incluso en nombre de la persona del mismo Cristo” (IGLH 108), prestando atención “al sentido pleno de los salmos, en especial al sentido mesiánico… que se reveló plenamente en el Nuevo Testamento” (IGLH 109).

La Constitución sobre la Sagrada Liturgia estableció que se distribuyeran, no en una semana, como se había hecho al menos desde san Benito, sino en un período de tiempo más largo, y que se llevara a cabo el trabajo ya iniciado de la revisión del Salterio (Sacrosanctum Concilium 91). Y en efecto, el libro reformado, aparecido en 1971, de la Liturgia de las Horas, estableció que el Salterio se rezara en cuatro semanas. La introducción a este libro (IGLH) enumera las dificultades que el cristiano de hoy puede encontrar en el rezo de los salmos, los elementos que ayudan a rezarlos mejor (antífonas, títulos, frases, oraciones sálmicas), los varios modos de salmodia, los criterios de su distribución en los varios tiempos y horas, la posibilidad de su sustitución por otros salmos, la importancia de su canto, y demás.

Se dividen en géneros literarios muy dispares, como son:

1o. LOS SALMOS DE SUPLICA. Se pueden resumir en esta frase: “Señor, ven a ayudarnos”. Es la súplica de quien se siente desamparado y lleno de peligros, y levanta los ojos a Dios de quien le vendrá el auxilio, y se refugia a la sombra de sus alas, y le pide que le tienda su mano para auxiliarle, y busca protección en El como en una roca en tiempo de peligro. Los salmos de súplica son unos 33. Por ej. el 6, el 7, el 13, el 25, 26, etc.

2o. LOS HIMNOS DE ADORACION. Se pueden resumir en esta exclamación: ” ¡Qué admirable es tu nombre Señor!”. Son una invitación a bendecir a Dios por lo bueno que es y por los maravillosos portentos que obra. Por ej. el salmo 717 o el salmo 32. Los salmos de adoración son unos 14.

3o. LOS SALMOS DE ACCION DE GRACIAS. Son unos 12. Se pueden resumir en esta frase: “¿Cómo pagaré al Señor el bien que me ha hecho?”. Se recitaban cuando una persona iba al templo a ofrecer un sacrificio para dar gracias por un favor recibido de Dios. La persona agradecida narraba en voz alta la situación penosa por la que había pasado y cómo El Señor había intervenido generosamente para ayudarle. Son salmos de acción de gracias el 18, el 34, 31, 47 y especialmente el 103, y el 118.

4o. SALMOS PROFETICOS son los que anuncian lo que va a suceder. Son siete (3-20-56- 57-60-85).

5o. SALMOS REALES: Son los que se refieren a un rey. Directamente se dirigían a un rey de ese tiempo, y proféticamente casi siempre hablan del Rey Universal, que es Cristo Jesús. Son siete: 2-21-45-72-89-101-110 (recuérdese que aquí usamos la numeración de la Biblia de Jerusalem. La numeración de la Liturgia del Breviario es un número inferior. Así donde nosotros decimos 110, en el breviario es 109, etc.).

6o. SALMOS DEL REINO DE DIOS. Son muy parecidos a los anteriores pero en vez de cantar a un rey humano, se canta a Dios como Rey. “Yavéh reina” es su repetición más frecuente. Explican e insisten en cómo Dios es y será siempre el Rey Universal de cuanto existe. Son nueve (24-29-47-68-93-96-97-98-99).

7o. CANTICOS A SION. Son salmos dedicados a cantar a la Ciudad Santa, Sión o Jerusalem, o a la nación de Israel. Eran verdaderos himnos patrióticos, y proféticamente se refieren a la Sión Celestial: o sea a la Iglesia Santa de Dios, en todos los tiempos. Son cinco: 46-48-76-87-132.

8o. SALMOS DE PEREGRINACION. Eran los que cantaban los peregrinos al llegar al Templo de Jerusalem. Por ejemplo: “Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del Señor . . .”, etc. Salmos 15, 122, etc.. .

9o. SALMOS GRADUALES o cantos de subida. Son 15. Desde el 120 hasta el 134. Van narrando el viaje hacia Jerusalem desde la alegre noticia de que van a viajar a la Ciudad Santa hasta las impresiones de la despedida del momento de regresar.

10o. PETICIONES DE BENDICION. Son salmos que se pueden resumir en estas palabras: “Que Dios os bendiga”. Son el 67-7 y el 144.

11o. SALMOS DE LA ALIANZA: Cantan la Alianza o compromiso de ayuda mutua que Dios y su pueblo han pactado. Son unos 17. Por ejemplo 105 y 106.

“Con las palabras de los salmos podemos orar con mayor facilidad y fervor, ya se trate de dar gracias y alabar a Dios en el júbilo, ya de invocarlo desde lo profundo de la angustia” (IGLH 105). Estamos uniéndonos a la Sinfonía Universal que brota del corazón de los mejores amigos del Señor, desde todos los rincones de la tierra y que Ilegará a los oídos del buen Dios para volver luego a nosotros convertida en regalos del Padre del cielo para sus queridos hijos de la tierra.

3 comentarios:

carnet de manipulador de alimentos dijo...

siempre es gratificante la palabra del señor, gracias por explicar todo lo que ahí pones es muy interesante.
Un saludo para el blog!

P. Milton Paz y Bien dijo...

muy buenos comentarios a los salmos que refresco mi cabeza
saludos y santa semana santa

Anónimo dijo...

Muy buena enseñanza muchas gracias Dios los bendiga!