26 de mayo de 2015

La Eucaristía y la Liturgia de las Horas


«La Liturgia de las Horas extiende (PO 5) a los distintos momentos del día la alabanza y la acción de gracias… que se nos ofrecen en el Misterio eucarístico, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana” (CD 30)» (OGLH 12). Jesucristo manifiesta máximamente su amor al Padre precisamente en la ofrenda total de la Eucaristía, es decir, de la Cruz: «conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre, y que, según el mandato que me dio el Padre, así hago» (Jn 14,31). Y una vez resucitado y ascendido a los cielos junto al Padre, «vive siempre para interceder por nosotros» (Heb 7,25).



La Iglesia se une, pues, a Cristo muy especialmente en la Eucaristía y en el rezo de las Horas, y así se entrega siempre con El en ofrenda de alabanza y expiación, para que el mundo conozca su amor al Padre, y que también ella con Cristo resucitado vive siempre para interceder ante el Padre por los hombres. De este modo, la oración común y permanente de la Iglesia extiende la Eucaristía a todas las horas del día, asociándola al sacerdocio de Jesucristo, cuya «función sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo no sólo celebrando la Eucaristía, sino también de otras maneras, principalmente recitando el Oficio divino» (SC 83).


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