1 de febrero de 2015

Acerca del cuarto domingo durante el año


El poder de la Eucaristía para expulsar demonios lo presenta, claramente, toda la tradición de la Iglesia. Basta unos pensamientos de san Juan Crisóstomo para iluminar esta realidad:

"El cristiano que vuelve de la mesa eucarística se asemeja a un león, que presenta llamas de fuego por la boca; su vista es insoportable al demonio".




"Tenemos un excelente cáliz que embriaga, un cáliz que embriaga y causa la castidad, no la relajación. Y ¿cuál es éste? El cáliz espiritual, el cáliz incontaminado de la Sangre el Señor. Este no causa embriaguez, no causa relajación; porque no debilita las fuerzas, antes las despierta; no relaja los nervios, antes los vigoriza; este cáliz causa la vigilancia del espíritu, este cáliz es adorable para los ángeles, terrible para los demonios, precioso para los hombres, amable para el Señor".


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