18 de octubre de 2015

Quince minutos en compañía de Jesús sacramentado


“No es necesario conocer mucho para agradarme, basta con amar. Háblame entonces, aquí, sencillamente, como lo harías con el más íntimo de tus amigos, como hablarías con tus padres o tu hermano.

¿Necesitas pedirme por alguien? Dime su nombre… quizás alguien de tu familia, de tus amigos o conocidos y cuéntame qué quieres que hiciera yo por ellos hoy. Pide mucho, no te canses de pedir; me gustan los corazones generosos que llegan en cierto modo hasta olvidarse de sí mismos para mirar las necesidades de los demás.

Cuéntame con sencillez de los pobres a quienes quisieras ayudar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que deseas ver de nuevo por el buen camino, de los amigos ausentes que deseas ver de nuevo a tu lado. Repíteme sus nombres y dime por ellos una palabra de amigo, entrañable y fervorosa

He prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ¿y cómo no saldrá de tu corazón el ruego que me diriges por aquellos que especialmente amas?



Y para ti ¿no necesitas alguna gracia? Hazme como una lista de todo lo que necesitas y cuéntamelo aquí, en esta intimidad de amigos.

Se franco y dime  que a veces te gana la soberbia y el amor por lo fácil y chato del mundo; que a veces tal vez eres egoísta e inconstante y pídeme que venga a ayudarte en tus esfuerzos por superarlo, no importa que sean muchos o pocos, Yo estaré contigo para sacudirte de encima esas miserias que no te dejan brillar. No te avergüences, por ello ¡si supieras cuantos Santos hay en el Cielo con tus mismos defectos! Pero rogaron con humildad y poco a poco los fueron superando.

Nunca dudes en pedirme bienes espirituales o corporales: salud, éxito en tus trabajos y proyectos… todo eso puedo dártelo y quiero dártelo, siempre que te ayude a crecer, a ser santo. Hoy mismo ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de ayudarte!

¿Tienes ahora mismo algún proyecto en tu mente y tu corazón? Vamos, cuéntamelo detalladamente… ¿Hay algo que te preocupa?... ¿Qué deseas?... cuéntame qué cosa llama hoy particularmente tu atención, que deseas más intensamente y qué medios tienes para conseguirlo y si algo no salió como lo esperabas, yo te diré las causas del mal éxito.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame amigo mío tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Alguien te hirió? ¿Alguien te despreció? Acércate a mi Corazón que tiene el remedio eficaz para curar todas las heridas del tuyo. Cuéntamelo todo con sinceridad y verás como al tiempo me dirás que a semejanza mía, todo lo perdonas y experimentarás en cambio el consuelo de mi Paz en tu corazón.
¿Hay algo que te causa temor? Cuéntamelo y confía en mí, aquí estoy, contigo, a tu lado me tienes, ni un momento te desamparo.

¿Sientes el desvío de personas que te quisieron bien y sin motivos se han alejado de ti? Soy el Señor de los corazones. Ruega por ellos y yo los volveré a tu lado, si eso es para tu bien.

¿Y no tienes alguna alegría que compartirme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella, como lo hacen los buenos amigos? Cuéntame aquello que hizo sonreír tu corazón en estos días. Quizás has tenido agradables sorpresas, recibiste buenas noticias o alguna muestra de cariño… tal vez lograste vencer alguna dificultad o saliste de un problema serio ¿Sabías que yo estaba detrás de esos momentos? Obra mía fue. ¿Por qué no habrás de decirme simplemente gracias? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios. Al Amor le agrada saberse correspondido.

¿No sientes hoy el deseo de hacerme alguna promesa? Conozco el fondo de tu alma, dime con toda sinceridad ¿tienes la resolución de no exponerte a aquella situación que enturbió la paz de tu alma, que enfrió tu fervor o te apartó del bien? ¿no tienes hoy el deseo de volver a ser amable con aquella persona que hasta hoy mirabas como enemiga?


Ahora, querido (se dice el nombre de uno mismo), vuelve a tus ocupaciones habituales, pero no olvides estos 15 minutos de agradable conversación que hemos tenido aquí, los dos, en la intimidad del Sagrario. Irradia la Paz que recibiste de mi Corazón a quienes tengas a tu lado. Ama a mi Madre, que es también tuya, la Virgen Santísima y vuelve nuevamente a visitarme que te estaré esperando cada día con nuevos beneficios, nuevos consuelos y un renovado Amor.”

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