9 de junio de 2015

Un año de adoración eucarística permanente en preparación al Congreso Eucarístico de Argentina


En preparación del XI Congreso Eucarístico Nacional que tendrá lugar en San Miguel de Tucumán del 16 al 19 de junio de 2016, con el lema “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, estableció en la arquidiócesis platense un año de adoración eucarística ininterrumpida desde la solemnidad del Corpus Christi de 2015 hasta el Corpus Christi de 2016.



“Queremos prepararnos para el próximo Congreso Eucarístico -dice monseñor Aguer en una carta enviada a los fieles de la arquidiócesis- ofreciendo al Señor todo un año de adoración eucarística en nuestra arquidiócesis; un año que ocupe a las comunidades durante tres días en los que haya por lo menos algunas horas de adoración en la exposición eucarística mayor o solemne; un año que no interrumpa ninguno de los días que van desde este Corpus Christi 2015 hasta el próximo en 2016”.

A tal efecto fue preparada una distribución de las jornadas de adoración entre todas las parroquias, vicarías, colegios católicos y comunidades religiosas de la arquidiócesis “para una responsable celebración y pido a cada uno de los involucrados el mejor de los cumplimientos”, dice el arzobispo en su carta.

“La próxima celebración del XI Congreso Eucarístico Nacional -añade- quiere ser un paso de Dios por nuestro pueblo que ha de celebrar también el bicentenario de la independencia patria”.

 “La Eucaristía, misterio central de nuestra fe -expresa monseñor Aguer-, fue siempre ampliamente reverenciada por el pueblo argentino; sea en los comienzos de la evangelización, cuando los misioneros recorrían pueblos y caminos polvorientos llevando el Amor a Jesús Eucaristía; sea cuando las ciudades fueron trazadas y en ellas se guardaba el lugar para el templo, para la casa de Dios que en la Eucaristía volvía a quedarse entre los suyos; sea cuando las grandes concentraciones populares de los congresos eucarísticos, internacional como el de 1934, o nacionales como los diez ya celebrados. En todos ellos el pueblo fiel rindió su acto de fe y de amor.


 “Pero es justo también reconocer y destacar que todos ellos fueron preparados con la diligente oración que desde todos los rincones del país se elevaba y ofrecía al Señor de la mies. Oración que preferentemente tomaba la forma de adoración eucarística continuada y que, ocupando algunas horas de la jornada diurna o de la noche, iba jalonando los días del calendario, permitiendo a cada comunidad diocesana, ocuparse de ese espacio de culto”.

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