3 de julio de 2014

Dos cardenales hablan sobre la comunión a los divorciados


El cardenal español Fernando Sebastián a los divorciados vueltos a casar: «si uno desea recibir la Eucaristía sabe muy bien lo que tiene que hacer»
El cardenal Fernando Sebastián fue entrevistado por el programa «El Espejo» de la cadena Cope, donde dio su parecer sobre la situación de los divorciados vueltos a casar, indicando que quienes desean recibir la Eucaristía saben muy bien lo que tiene que hacer.
 El cardenal habló sobre la polémica acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar:
«La prensa da la impresión de que la preocupación más grande que hay sobre la familia y al matrimonio es la de los divorciados y su deseo de volver a casarse además de recibir la eucaristía. Los divorciados vueltos a casar que sufren de verdad por no recibir la eucaristía no son muchos porque si uno desea recibir la eucaristía sabe muy bien lo que tiene que hacer.

El problema de fondo que la Iglesia y la sociedad tiene que ponderar es el giro que se está produciendo en la comprensión del matrimonio y en la valoración de la familia. Da la impresión de que está en marcha un plan para reconfigurar la noción de matrimonio y familia y de esa manera se reconfigura la sociedad entera y la vida del hombre. Es una pretensión verdaderamente arrolladora porque es suplantar a Dios en la creación».
El purpurado recordó que «la Iglesia no se inventó el matrimonio y la familia. Es portadora de la mente divina por la revelación. Si el hombre quiere remoldear la convivencia y la sociedad entera no solo va contra la doctrina de la Iglesia va contra la sabiduría y los proyectos de Dios». Es por ello por lo que insta 'a un trabajo de campo'.
«Hay que acercarse a las personas que están siendo víctimas de esta ideología profundamente destructiva, incluso a quienes la defienden de buena voluntad. La actitud cristina es estar a favor de las personas y ayudarles a no caer en esta trampa que nos destruye».
Por último pidió ser testigos de la palabra de Cristo. «Con la oración hay que valorar a Jesús, su figura, su persona y su aportación. Sin Cristo el mundo es imposible y su influencia va mucho más allá de la Iglesia y del propio cristianismo. Muestra el camino de la vida, de la justicia y de la paz a la humanidad entera. Los cristianos tienen que ser entusiastas de Cristo pese a las dificultades. Es la hora de mostrar el amor, la lealtad y la confianza. Hay que tener confianza en el Señor y no dejarlo solo en los momentos de la contradicción”.



El cardenal y arzobispo de Ontario (Canadá), S.E.R Thomas Collins, ha concedido una entrevista a Randon Vogt, director de «Word on Fire Catholic Ministries», en la que explica las razones por las que los divorciados vueltos a casar no pueden ni podrán comulgar, que se resumen finalmente en una: «la decisión consciente, por las más diversas razones, de persistir en una situación duradera de alejamiento del mandamiento de Jesús». El cardenal recuerda que la Iglesia, ni siquiera el Papa, puede cambiar la doctrina que ha sido revelada por Dios.
 El arzobispo de Ontario recuerda el Magisterio de la Iglesia: «Los católicos divorciados y vueltos a casar no pueden recibir la sagrada comuniónporque, con independencia de sus disposiciones personales o de las razones por las que se encuentran en esa situación, quizá conocidas sólo por Dios, persisten en un modo de vivir que está objetivamente en contradicción con el claro mandamiento de Jesús».
El cardenal añade que «esta es la clave. La clave no es que ellos hayan cometido un pecado; la misericordia de Dios está asegurada de modo abundante para todos los pecadores. El homicidio, el adulterio y otros pecados, no importa lo graves que sean, son perdonados por el Señor, especialmente a través del sacramento de la reconciliación, y el pecador perdonado recibe la comunión. En materia de divorcio y de segundo matrimonio el problema está en la decisión consciente, por las más diversas razones, de persistir en una situación duradera de alejamiento del mandamiento de Jesús».
El purpurado canadiese explica que «aunque a ellos no les está permitido recibir los sacramentos, debemos encontrar mejores caminos para ayudar a las personas que se encuentran en esta situación, para ofrecerles una atención llena de amor».
El cardenal cree que «debemos reflexionar sobre las cosas que podemos hacer para ayudar a las personas que se encuentran en esta situación, con amor y de modo eficaz. Pero haciendo esto, hemos de ser también fieles al mandamiento de Jesús y a la necesidad de no poner en peligro la santidad del matrimonio, lo que tendría graves consecuencias para todos, especialmente en un mundo en el que la estabilidad del matrimonio ya está trágicamente comprometida. Si nosotros pusiéramos de manifiesto con hechos, quizá también con las palabras, que el pacto matrimonial no es efectivamente el que Jesús dice que es, esto ofrecería un alivio solamente momentáneo, al precio de un sufrimiento de larga duración. Si la santidad del matrimonio se fuese debilitando progresivamente, al final serán los hijos los que más sufrirán».
El prelado norteamericano recuerda que «en los años que precedieron a la encíclica del papa Pablo VI Humanae vitae, que reafirmó la constante enseñanza cristiana de que la contracepción no está de acuerdo con la voluntad de Dios, había una expectativa difundida de que la Iglesia iba a cambiar su enseñanza. Este tipo de expectativa se basaba en cierto modo sobre la idea de que la doctrina cristiana es como la política de un gobierno: cuando las circunstancias cambian, o cuando mucha gente sostiene una alternativa en lugar de otra, entonces la política cambia».
«Pero», añade, «la enseñanza cristiana se funda sobre la ley natural que está escrita en nuestros corazones por Dios, y especialmente sobre la palabra de Dios revelada. Nosotros descubrimos la voluntad de Dios, y las Escrituras y la fe viva de la Iglesia nos ayudan a cumplirla. Nosotros no modelamos la voluntad de Dios según lo que actualmente nos parece mejor».
Finalmente, el cardenal Collins explica que «cuando el papa Pablo VI no cambió lo que no estaba en su poder cambiar, sino que reafirmó la fe cristiana, mucha, mucha gente quedó contrariada, y simplemente decidió ignorar la enseñanza. Esta es nuestra situación presente. Yo espero de verdad que no tengamos que sufrir una repetición de lo mismo, ahora que se difunden expectativas infundadas sobre un cambio por parte de la Iglesia de la explícita enseñanza de Jesús sobre el matrimonio».

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