Gracias a Infocatólica nos hemos enterado que el movimiento de
Adoración Nocturna Femenina de España (ANFE) se ha planteado como reto
profundizar en la formación de las adoradoras, así como hacer llegar su mensaje
al medio rural, especialmente ante el cierre de iglesias y parroquias que se
está produciendo. La falta de vocaciones es un «problema» al que la asociación
se enfrenta, especialmente a la hora de tener los templos abiertos, una
circunstancia por la que las cerca de 8.000 adoradoras en activo con las que
cuenta el movimiento trabaja, de cara a poder realizar su tarea.
(Efe) La asociación, amparada por la
Conferencia Episcopal Española (CEE) y dedicada, por grupos, a adorar a Cristo
Sacramentado por las noches, para que esté acompañado ininterrumpidamente, celebra
en Ávila mañana su asamblea nacional, que tiene lugar cada tres años, según ha
explicado a Efe la presidenta nacional de la asociación, Susana Fernández.
En la asamblea, a la
que asistirán cerca de medio millar de adoradoras de toda España, se designará
a la presidenta, un cargo al que aspira Susana Fernández, que lleva nueve años
al frente de la asociación.
La presidenta de ANFE
ha señalado que el movimiento está «muy vivo», a la vista de los grupos de
jóvenes que se registran en las ciudades, aunque el objetivo se centra en el
medio rural y en las localidades donde mantener una iglesia abierta resulta
«más difícil».
En este sentido y
conscientes de la tendencia al laicismo de la sociedad, Susana Díaz ha afirmado
que la asociación trabaja con «mucha esperanza» y «creencia en el poder de la
oración y de la transformación», a la vez que ha animado a «transmitir» el
mensaje a los demás.
«Mentalizar sobre
nuestra labor es importante», ha resaltado la presidenta nacional de ANFE, que
ha elegido Ávila para celebrar su asamblea nacional por las bodas de oro que
cumple la asociación en Ávila y por el hecho de que se cumpla el V Centenario
del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús (1515-2015).
Al respecto, ha llamado
la atención sobre el trabajo que llevó a cabo la monja reformadora de la Orden
del Carmelo, no sólo como mujer sino también como «mujer dentro de la Iglesia»,
lo que, a su juicio, debe servir como ejemplo.
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