En
todo momento de gracia, el cristiano, «muriendo» al hombre viejo carnal, «vive»
el hombre nuevo espiritual. Si un
cristiano perdona, mata en sí el deseo de venganza y vive la misericordia de
Cristo. Si da una limosna, mata el egoísmo y vive la caridad del Espíritu
Santo. Si se priva de un placer pecaminoso, toma la cruz y sigue a Cristo,
muere y vive. Y así sucede «cada día», en todos y cada uno de los instantes de
la vida cristiana:muerte al hombre viejo, en
virtud de la pasión de Cristo, y vivificación del hombre nuevo en virtud de su
resurrección gloriosa. Es una vida continuamente eucarística y pascual. No
se puede participar de la vida divina sin inmolar al Señor sacrificialmente
toda la vida humana, en cuanto está marcada por el pecado: sentimientos y
afectos, memoria, entendimiento y voluntad.
De Cristo nos viene, pues,
juntamente, la capacidad de morir a la vida vieja, y la posibilidad de recibir
la vida nueva y santa. De Él nos viene esta gracia, y no sólo como ejemplo, sino como impulso que íntimamente nos mueve y vivifica.
Siendo la misa actualización del misterio pascual, es en ella fundamentalmente
donde participamos de la muerte y resurrección del Salvador. Por tanto, de la eucaristía fluye,
como de su fuente, toda la vida cristiana, la personal y la comunitaria.
Esto nos hace concluir que la
espiritualidad cristiana ha de arraigarse siempre y cada vez más en la
eucaristía. Quiere Dios que haya en la Iglesia diversas espiritualidades, en referencia
a un santo fundador, a un cierto estado de vida, a un servicio de caridad
predominante. Pero, en todo caso, será ex-céntrica cualquier espiritualidad cristiana
concreta que no tenga su centro en el sacrificio de la Nueva Alianza. Y,
pasando ya del plano teórico al de los hechos, habrá que reconocer que hay
espiritualidades concretas más o menos
centradas en la eucaristía. Las más centradas
en el sacrificio eucarístico son las más perfectas, las más conformes a la
revelación y a la tradición; las menos centradas son las más deficientes.
Éstas, al extremo, pueden ser simplemente una falsificación del cristianismo.
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