Exposición del
Santísimo Sacramento
Canto de Adoración
Meditamos con San
Francisco de Asís mirando la Eucaristía: “Oh sublime humildad, oh humilde
sublimidad: que el Señor del mundo universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla
hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de
pan!" (Francisco de Asís)
Francisco de Asís
“sabía que el centro de la Iglesia es la Eucaristía, donde el Cuerpo de Cristo
y su Sangre se hacen presentes. A través del Sacerdocio, la Eucaristía es la
Iglesia. Donde sacerdocio y Cristo y comunión de la Iglesia van juntos, sólo
aquí habita también la Palabra de Dios.”
“En Francisco el amor a
Cristo se expresó de modo especial en la adoración del Santísimo Sacramento de
la Eucaristía. En las Fuentes franciscanas se leen expresiones conmovedoras,
como esta: "¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo y
exulte el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, se encuentra sobre el
altar en manos del sacerdote! ¡Oh celsitud admirable y condescendencia
asombrosa! ¡Oh sublime humildad, oh humilde sublimidad: que el Señor del mundo
universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para
nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!" (Francisco de Asís,
Escritos, Editrici Francescane, Padua 2002, p. 401).”
“Se ha dicho que
Francisco representa un alter Christus, era verdaderamente un icono vivo de
Cristo. También fue denominado "el hermano de Jesús". De hecho, este
era su ideal: ser como Jesús; contemplar el Cristo del Evangelio, amarlo
intensamente, imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor
fundamental a la pobreza interior y exterior, enseñándola también a sus hijos
espirituales. La primera Bienaventuranza en el Sermón de la montaña
-Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos (Mt 5, 3)- encontró una luminosa realización en la vida y en las
palabras de san Francisco. Queridos amigos, los santos son realmente los
mejores intérpretes de la Biblia; encarnando en su vida la Palabra de Dios, la
hacen más atractiva que nunca, de manera que verdaderamente habla con nosotros.
El testimonio de Francisco, que amó la pobreza para seguir a Cristo con entrega
y libertad totales, sigue siendo también para nosotros una invitación a
cultivar la pobreza interior para crecer en la confianza en Dios, uniendo
asimismo un estilo de vida sobrio y un desprendimiento de los bienes
materiales.
“Francisco fue un gran santo y un hombre
alegre. Su sencillez, su humildad, su fe, su amor a Cristo, su bondad con todo
hombre y toda mujer lo hicieron alegre en cualquier situación. En efecto, entre
la santidad y la alegría existe una relación íntima e indisoluble. Un escritor
francés dijo que en el mundo sólo existe una tristeza: la de no ser santos, es
decir, no estar cerca de Dios. Mirando el testimonio de san Francisco,
comprendemos que el secreto de la verdadera felicidad es precisamente: llegar a
ser santos, cercanos a Dios.”
Canto de adoración
Aclamaciones
Eucarísticas
Terminamos invocando a María con las mismas palabras del
"Poverello" de Asís: "Santa Virgen María, no ha nacido en el
mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey
sumo y Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del
Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo Hijo amado, Señor y
maestro" (Francisco de Asís, Escritos, 163).”
Canto a María
Bendición con el Santísimo
Sacramento
Canto final
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