1- Jesús, te
adoro, porque Tú eres mi Dios.
Jesús, te amo,
porque Tú todo acto que comienzas lo acabas.
Jesús, creo en
Ti, porque por María te ensalzaste.
2 - Jesús, te
adoro, porque Tú eres el Señor ensalzado.
Te doy gracias
porque estás sentado a la diestra del Padre e intercedes por nosotros.
Te doy gracias
porque en tu camino de vida reconozco mi camino. Te bendigo porque tu vida es
la medida y seguridad de mis días. Hoy especialmente deseo glorificarte y alabarte
porque a través de la vida de María me manifiestas una vez más mi camino terrenal.
Hoy a Ella la elevaste al cielo en alma y cuerpo. Ella entró a la gloria del cielo,
donde Tú con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas. Ahora haz que mi corazón
cante con alegría y haz que se abra totalmente para que gloríe tu amor y tu poder,
que mostraste en su vida.
- Jesús, te
glorifico con María, asunta al cielo. (Esta invocación la repito interiormente)
3 - Señor Jesús,
hoy quiero agradecerte por el camino de su vida. Tú siempre fuiste el centro y
la razón de su vida. Mientras que fue joven oraba y esperaba al Mesías prometido.
Ella ni siquiera presintió que sería la elegida para ser tu Madre. Tú eras el sentido
de su vida. Todo lo que hacía lo hacía para Ti. Por eso te glorifico, con ella,
tu Madre y canto con toda la Iglesia:
-Jesús Te
glorifico porque magnificaste a Tú Madre María. (Esta invocación la repito interiormente)
4 - Jesús, se
que a ella todo se le convirtió en bien. Te amaba a Ti con todo el corazón, con
toda su alma, con toda su vida. Gracias, Jesús, porque la premiaste con la
asunción, por aquella fidelidad que te mostró desde la concepción. Te dió a luz
en un pobre pesebre de Belén, porque estaba embarazada y nadie le quiso dar hospedaje. Te dió calor con
su amor materno y te protegió en su regazo cuando tuvo que huir a Egipto porque
Herodes los amenazó a Ti y a ella. A ella no le costó ser perseguida en el
extranjero para salvarte a Ti.
- Jesús, te
adoro y te glorío con María, quien te protegió de Herodes. (Esta invocación
la repito
interiormente)
5 - Jesús, María
te presentó en el templo y entonces vivieron juntos momentos gozosos y momentos
de dolor . En el templo estaba el anciano Simeón y la profetiza
Ana. Simeón se
alegró por el encuentro pero anunció el sufrimiento proclamado ya allí.
San Lucas nos
dejó escrito:
“Y he aquí que
había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y
esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había
sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto
al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los
padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre
él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según
tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación,
la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los
gentiles y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados
de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este
está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que
queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
(San Lucas
2,25-35)
- Jesús, te
adoro con María, quien te presentó en el templo. (Esta invocación la repito interiormente)
6-Jesús, te
adoro con María, asunta al cielo, porque ella te criaba y educaba como
Madre. Te llevó
a peregrinar a Jerusalén cuando tenías 12 años. Ella, en el templo, te reconoció
que no sabía donde estabas y eso le produjo un profundo dolor. Te doy gracias
porque ya entonces convertiste su dolor en gozo, porque ella guardaba las palabras
en su corazón y las meditaba.
Aquellas
palabras, cuando le dijiste que era la voluntad del Padre de que Tú estuvieras en
el templo. María, gracias a Ti porque tú corazón cuidaba con fidelidad la
palabra de tú Hijo. Hoy deseo también que mi corazón sea como el tuyo, para que
cuide de la palabra, que vele y medite sobre Tus palabras.
-Jesús, haz que
mi corazón vele y medite sobre tus palabras. (Esta invocación la repito interiormente)
7- Jesús te
adoro y te doy gracias porque en Nazaret viviste en paz durante mucho tiempo
largamente, con María y José, porque ella era tú Madre y porque te enseñaba y Tú crecías en
sabiduría y conocimiento, delante de Dios y de los hombres. Bendito seas por
cada uno de sus gozos contigo y por cada una de las preocupaciones. Hoy te agradezco
con ella, porque la educación fue exitosa y porque hoy es totalmente gratificada.
Jesús, hoy deseo
ser integrante de la familia de Nazaret, deseo estar contigo y con María, deseo
ser obediente contigo y crecer contigo en sabiduría y conocimiento. Hoy la
elijo a Ella como Madre y Maestra y deseo tener éxito en su escuela; deseo ir
por el mismo camino que Tú fuiste. Deseo que todas nuestras familias sean como
vuestra familia de Nazaret, que todos los padres eduquen a sus hijos
exitosamente y que todos los hijos crezcan en sabiduría y conocimiento frente a
Dios y a los hombres.
Jesús, te adoro
y me uno a Ti y a María con todo mi corazón y mi alma. (Esta invocación la
repito interiormente)
8- Jesús, te doy
gracias porque, a solicitud de María, realizaste el primer milagro, porque ella
estuvo contigo en el Vía Crucis, porque estuvo bajo la cruz, porque me la entregaste
a mi para que sea mi Madre y a mi para que sea su hijo.
Ella vivió todo
esto contigo, amaba contigo y perdonaba. Y cuando por tu muerte dejaste de
sufrir, ella como madre continuó sufriendo y compadeciéndose. Bendito seas
porque después de tu resurrección ella fue la primera a quien alegraste en su corazón.
Te doy gracias porque ella oró junto con los apóstoles para esperar la venida del
Espíritu Santo e inspiraba a la primera Iglesia con su oración y con su
presencia.
Te doy gracias
por toda su vida, la cual te la entregó totalmente a Ti en servicio y así quedó
siempre fiel, humilde y servicial. Te agradezco, porque a ella la hiciste causa
de nuestro gozo y esperanza, madre del amor y del consuelo.
Por eso, con el
profeta Isaías clamo porque en su vida se realizó aquello que profetizó sobre
ella:
«Con gozo me
gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de
salvación, en manto de justicia me ha envuelto como el esposo se pone una
diadema, como la novia se adorna con aderezos.» (Isaías 61,10-11)
9- Bendito seas
por aquel momento en que María pasó de este mundo al otro, cuando es asunta y
elevada, cuando sobre ella se realizó lo que Juan escribe en el Apocalipsis:
“Una gran señal
apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y
una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores
del parto y con el tormento de dar a luz.” (Apocalipsis 12,1-2)
Bendito sea
aquel momento cuando en el cielo fue coronada como nuestra Reina y fue Reina del cielo
y de la tierra para siempre.
Jesús, haz que
en ella mi corazón reconozca la fuerza del Espíritu Santo en mi camino y mi
meta de vida, haz que mi corazón te cante a Ti junto con ella y todos los ángeles
y santos. Haz que no deje de aclamarte porque Tú exaltas a los humildes. Haz
que mi alma sea adornada con todas aquellas virtudes que adornaron su alma,
para que alguna vez pueda unirme a la inmensa gloria del cielo.
- Jesús, te
alabo, porque Tú enalteces a los humildes y los premias con la gloria del cielo.
(Esta invocación la repito interiormente)
10-BENDICION
Jesús, ahora te
ruego con María asunta y exaltada en el cielo, para que me bendigas con todas
las bendiciones del cielo y de la tierra. Para que me sanes en el alma y en el cuerpo
y así me liberes de todo temor frente a la muerte.
Bendice a mi
familia, comunidad y a todo el mundo. Por su intercesión, líbranos a todos
nosotros del maligno y de todas sus tentaciones. Calma nuestros corazones con la
fuerza del Espíritu, el que estuvo sobre Ti y en el cual Ella te sirvió hasta
el final. A Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. AMEN
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