Las más altas
revelaciones privadas que recibió acerca del Sagrado Corazón Santa Margarita
María de Alacoque (1647-1690), religiosa de la Visitación, se produjeron
estando ella precisamente en adoración del Santísimo expuesto.
Y como ella misma
refiere, esa devoción inmensa a la Eucaristía la tenía ya desde joven, antes de
entrar religiosa, cuando todavía vivía al servicio de personas que le eran
hostiles: «ante el Santísimo Sacramento me encontraba tan absorta que jamás
sentía cansancio. Hubiera pasado allí los días enteros con sus noches sin
beber, ni comer y sin saber lo que hacía, si no era consumirme en su presencia,
como un cirio ardiente, para devolverle amor por amor. No me podía quedar en el
fondo de la iglesia, y por confusión que sintiese de mí misma, no dejaba de
acercarme cuanto pudiera al Santísimo Sacramento» (Autobiografía 13).
De hecho, la devoción al Corazón de Jesús,
desde sus mismos inicios, ha sido siempre acentuadamente eucarística. Y lo ha
sido por causas muy profundas, como subraya el Magisterio de la Iglesia (cf.
Pío XII, 1946, Haurietis aquas, 20, 35; Pablo VI, cta. apost. Investigabiles
divitias 6-II-1965).
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