En preparación del XI
Congreso Eucarístico Nacional que tendrá lugar en San Miguel de Tucumán del 16
al 19 de junio de 2016, con el lema “Jesucristo, Señor de la historia, te
necesitamos”, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, estableció en la
arquidiócesis platense un año de adoración eucarística ininterrumpida desde la
solemnidad del Corpus Christi de 2015 hasta el Corpus Christi de 2016.
“Queremos prepararnos para el próximo Congreso
Eucarístico -dice monseñor Aguer en una carta enviada a los fieles de la
arquidiócesis- ofreciendo al Señor todo un año de adoración eucarística en
nuestra arquidiócesis; un año que ocupe a las comunidades durante tres días en
los que haya por lo menos algunas horas de adoración en la exposición
eucarística mayor o solemne; un año que no interrumpa ninguno de los días que
van desde este Corpus Christi 2015 hasta el próximo en 2016”.
A tal efecto fue
preparada una distribución de las jornadas de adoración entre todas las
parroquias, vicarías, colegios católicos y comunidades religiosas de la
arquidiócesis “para una responsable celebración y pido a cada uno de los
involucrados el mejor de los cumplimientos”, dice el arzobispo en su carta.
“La próxima celebración del XI Congreso
Eucarístico Nacional -añade- quiere ser un paso de Dios por nuestro pueblo que
ha de celebrar también el bicentenario de la independencia patria”.
“La Eucaristía, misterio central de nuestra fe
-expresa monseñor Aguer-, fue siempre ampliamente reverenciada por el pueblo
argentino; sea en los comienzos de la evangelización, cuando los misioneros
recorrían pueblos y caminos polvorientos llevando el Amor a Jesús Eucaristía;
sea cuando las ciudades fueron trazadas y en ellas se guardaba el lugar para el
templo, para la casa de Dios que en la Eucaristía volvía a quedarse entre los
suyos; sea cuando las grandes concentraciones populares de los congresos
eucarísticos, internacional como el de 1934, o nacionales como los diez ya
celebrados. En todos ellos el pueblo fiel rindió su acto de fe y de amor.
“Pero es justo también reconocer y destacar
que todos ellos fueron preparados con la diligente oración que desde todos los
rincones del país se elevaba y ofrecía al Señor de la mies. Oración que
preferentemente tomaba la forma de adoración eucarística continuada y que, ocupando
algunas horas de la jornada diurna o de la noche, iba jalonando los días del
calendario, permitiendo a cada comunidad diocesana, ocuparse de ese espacio de
culto”.
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