Exposición del Santísimo Sacramento
Canto de Adoración...
Recordemos aquello del Santo Cura de Ars: “El me mira…y yo lo
miro”
Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a rezar, tomando conciencia que Jesucristo nos está mirando: Cantamos "Veni creator"...
Ciertamente, como decía la Madre Teresa de Calcuta:
“La cosa más importante no es lo que
decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. Jesús está siempre ahí,
esperándonos. En el silencio nosotros escuchamos su voz”
En la Eucaristía la Iglesia nos dice: "Déjense mirar por el
Señor"
Hagamos silencio...
Canto de Adoración...
Meditamos juntos:
A
lo largo de la vida, uno va curando su mirada, la va purificando de tantas
cosas que quizá la enturbiaron. Una mirada hermosa necesita tiempo, necesita
haber visto muchas cosas en la vida y en el propio corazón, haberse rebalsado
de risas y haber pasado por el crisol misterioso del dolor. Y necesita, por
encima de todo, “dejarse mirar por Dios”.
….La
mirada de Jesús es misericordiosa y profunda. Nos mira y nos confronta con sus
ojos penetrantes…No son severos, ni juzgan, pero ven todo lo que
existe…Expresan una omnipotencia que no inspira miedo, sino que manifiesta el
cuidado amoroso de alguien que está pendiente de nosotros en todo momento y en
todo lugar, expresan un deseo de mirar dentro de los corazones y entenderlos.
Su mirada es clara y benevolente…nos hace sentir cercanos a El…Sus ojos nos ven
en lo más escondido y nos aman con una misericordia divina…Al mirar a Jesús a
los ojos sentimos satisfecha nuestra más profunda aspiración. Esos mismos ojos
que ven el corazón de Dios (Padre), vieron los sufrimientos del corazón del
pueblo de Dios y lloraron (Jn 11, 36). Su afable humanidad nos pide dejar a un
lado nuestros miedos y acercarnos a él con confianza y amor. Vemos sus ojos,
unos ojos que penetran no sólo la interioridad del mismo Dios, sino la
inmensidad del sufrimiento humano…Si contemplamos así a Cristo, él nos conduce
al corazón de Dios al mismo tiempo que nos acerca al corazón de todo lo que es
humano.
Al
amparo de esa mirada, uno debe entablar un diálogo con el Señor. Así lo
aconsejaba Santa Teresa: “Represéntenlo al Señor junto a ustedes y no estén sin
tan buen amigo…ÉL ve lo que hacen con amor…Si están alegres, mírenlo (y déjense
mirar por Él) resucitado… Si están con mucho estudio o tristes, mírenlo (y
déjense mirar por Él) camino del huerto… o mírenlo atado a la columna, o
cargando con la cruz… y Él olvidará sus dolores para consolar los de ustedes… Y
si no sólo quieren mirarlo sino también hablar con él, háganlo no sólo con
oraciones compuestas, sino de la pena de su corazón. En la Eucaristía revivimos los misterios de la vida de Cristo: allí nos espera para que nos dejemos mirar por Él.
Hagamos silencio...
Aclamaciones eucarísticas
Bendición con el Santísimo Sacramento
Canto final...
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