[80.] La Eucaristía sea
propuesta a los fieles, también, «como antídoto por el que somos liberados de
las culpas cotidianas y preservados de los pecados mortales», como se muestra claramente en diversas
partes de la Misa. Por
lo que se refiere al acto penitencial, situado al comienzo de la Misa , este tiene la finalidad
de disponer a todos para que celebren adecuadamente los sagrados misterios, aunque «carece de la eficacia del
sacramento de la Penitencia »,
y no se puede pensar que sustituye, para el perdón de los pecados graves, lo
que corresponde al sacramento de la Penitencia. Los pastores de almas cuiden
diligentemente la catequesis, para que la doctrina cristiana sobre esta materia
se transmita a los fieles.
[81.] La costumbre de la Iglesia manifiesta que es
necesario que cada uno se examine a sí mismo en profundidad, para que quien sea consciente de estar
en pecado grave no celebre la
Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la
confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya
oportunidad de confesarse; en este caso, recuerde que está obligado a hacer un
acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto
antes.
[82.] Además, «la Iglesia ha dado normas que
se orientan a favorecer la participación frecuente y fructuosa de los fieles en
la Mesa
eucarística y, al mismo tiempo, a determinar las condiciones objetivas en las
que no debe administrarse la comunión».
[83.] Ciertamente, lo mejor es que
todos aquellos que participan en la celebración de la santa Misa y tiene las
debidas condiciones, reciban en ella la sagrada Comunión. Sin embargo, alguna
vez sucede que los fieles se acercan en grupo e indiscriminadamente a la mesa
sagrada. Es tarea de los pastores corregir con prudencia y firmeza tal abuso.
[84.] Además, donde se celebre la Misa para una gran multitud
o, por ejemplo, en las grandes ciudades, debe vigilarse para que no se acerquen
a la sagrada Comunión, por ignorancia, los no católicos o, incluso, los no
cristianos, sin tener en cuenta el Magisterio de la Iglesia en lo que se
refiere a la doctrina y la disciplina. Corresponde a los Pastores advertir en
el momento oportuno a los presentes sobre la verdad y disciplina que se debe
observar estrictamente.
[85.] Los ministros católicos
administran lícitamente los sacramentos, sólo a los fieles católicos, los
cuales, igualmente, los reciben lícitamente sólo de ministros católicos, salvo
lo que se prescribe en los canon 844 §§ 2, 3 y 4, y en el canon 861 § 2. Además, las condiciones establecidas
por el canon 844 § 4, de las que nada se puede derogar, son inseparables entre
sí; por lo que es necesario que siempre sean exigidas simultáneamente.
[86.] Los fieles deben ser guiados
con insistencia hacia la costumbre de participar en el sacramento de la
penitencia, fuera de la celebración de la Misa , especialmente en horas establecidas, para
que así se pueda administrar con tranquilidad, sea para ellos de verdadera
utilidad y no se impida una participación activa en la Misa. Los que frecuente
o diariamente suelen comulgar, sean instruidos para que se acerquen al
sacramento de la penitencia cada cierto tiempo, según la disposición de cada
uno.
[87.] La primera Comunión de los
niños debe estar siempre precedida de la confesión y absolución sacramental. Además, la primera Comunión siempre
debe ser administrada por un sacerdote y, ciertamente, nunca fuera de la
celebración de la Misa.
Salvo casos excepcionales, es poco adecuado que se administre
el Jueves Santo, «in Cena Domini». Es mejor escoger otro día, como los domingos
II-VI de Pascua, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo o los
domingos del Tiempo Ordinario, puesto que el domingo es justamente considerado
como el día de la
Eucaristía. No
se acerquen a recibir la sagrada Eucaristía «los niños que aún no han llegado
al uso de razón o los que» el párroco «no juzgue suficientemente dispuestos».Sin
embargo, cuando suceda que un niño, de modo excepcional con respecto a los de
su edad, sea considerado maduro para recibir el sacramento, no se le debe negar
la primera Comunión, siempre que esté suficientemente instruido.
De la instrucción Redemptionis Sacramentum ( año 2004)
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