¡Oh María, Madre nuestra! Alcánzanos la gracia de reconocer los tesoros y riquezas que tu Hijo nos dejó en este Sacramento de amor.
Alcánzanos las fuerzas necesarias para llegar a él con mucha frecuencia a enriquecernos con sus virtudes.
Seános, Madre nuestra, muy doloroso apartarnos de este sacramento, como es doloroso al niño separarse de los pechos de la madre que lo alimenta con su propia sangre.
Porque desde hoy queremos amar a tu Hijo para devolverle amor por amor.
Si tú nos ayudas, Madre nuestra, no nos ha de costar el amor a tu Hijo que tanto nos amó y es tan digno de ser amado.
Si amamos a los autores de nuestros días, a nuestros hermanos, a nuestros parientes, a nuestros amigos y bienhechores, ¿cómo no amaremos a nuestro Salvador divino, más que nuestro padre, nuestro hermano querido, nuestro amigo fiel, nuestro bienhechor temporal y eterno?
Y vos, dulcísimo Salvador: Hacénos conocer la grandeza del don que nos dejaste en la Hostia consagrada, y el infinito amor que nos manifiestas en ella, para recibirte con frecuencia en ella y unirnos contigo, a fin de participar de vuestra misma vida, de vuestra misma divinidad y de vuestra misma gloria. La que a todos deseo.
1 comentario:
HERMOSA ORACION!OH MARIA,OH MARIA QUIEN COMO TU.....
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