La Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
Retirado, como si fuera en el Huerto de los Olivos; así, en profundo silencio y amorosa intimidad, te adoro Jesús, que por mí quisiste morir y con muerte de cruz. Es tanto tu Amor por los hombres, que brotan gotas de tu preciosísima sangre. El cáliz que debes beber es amargo, pero es el plan de amor del Padre y das tu "Hágase tu voluntad y no la mía".
No estas solo ahora, pues mi pobre corazón quiere latir al unísono contigo y acompañarte en esta hora de angustia y temor. Quiero secar tu sudor y beber contigo el cáliz que el Padre te ha preparado. También yo te ofrezco mis noches y agonías, para unirlas a ti y darles un sentido de redención.
Muchas veces también, como a Pedro, Santiago y Juan, el sueño me venció. Y mis sentidos estuvieron embotados por mi pecado, por mi indiferencia e incomprensión.
Adoro tu vibrante corazón que late desangrado en el Sagrario. ¡Que cada latido del mío alivie tu dolor y colme tu Amor! ¡Cuánta soledad experimenta este Corazón en el Sagrario! El flujo y reflujo del mar trinitario desborda el tabernáculo, mientras los hombres permanecemos insensibles, con el corazón petrificado por la dura caparazón del egoísmo que nos impide recibir los dardos de Amor que envías desde el tabernáculo. Rompe las barreras que no nos dejan volar a la cumbres del Amor. Solo tu puedes transformar el vacío de nuestras tinajas en buen vino.
Madre de Cana, que sigues repitiéndonos "Haced lo que el os diga"
Tres veces buscas a tus amigos y siempre los encuentras dormidos. Por eso, Señor, tres veces quiero repetir.
¡Te adoro en el Santísimo Sacramento!
¡Te amo hasta morir de Amor!
¡Me entrego a ti por entero, para toda la eternidad!
Segundo misterio doloroso
La Flagelación
¡Jesús, presente en el Sagrario, atado por amor a nosotros con lazos indestructibles, que en este misterio nos enseñas por el amor a vincularnos al Padre y a nuestros hermanos, te adoramos! Liga nuestros corazones al tuyo para poder identificarnos contigo y así flagelar nuestra naturaleza humana, nuestra sensibilidad, nuestro yo, pero sobre todo nuestra frialdad, indiferencia y desamor. Haznos arder como la llama del Sagrario para que el mundo, así renovado por ti, llegue a ser hoguera sagrada encendida en el fuego de tu corazón. Noche y día, flagelando tu naturaleza divina, estas sujeto a la voluntad de los hombres que te tienen amarrado a la columna, flagelando tu cuerpo con el pecado, la sensualidad y la pereza.
¿Acaso no seré yo mismo, con mi dureza de corazón y con mi ceguera para descubrirte en los más pobres y necesitados, el que primero te azotó? Tantas veces estuve frente a ti, sin haber percibido siquiera tu mirada amorosa desde el Sagrario y el latir de tu corazón . . .
Perdón, Señor, por no corresponder a tanto amor.
Perdón, porque no se cruzaron nuestras miradas.
Perdón, Señor, porque no supe silenciar ni la memoria ni mi entendimiento y no me deje poseer por el Amor.
Saca el velo de mis ojos; purifica mi corazón a fin de que pueda contemplarte en la Eucaristía! ¡Solo los limpios de corazón y de manos rectas pueden permanecer en tus recintos santos!
Cuerpo llagado de mi Cristo, toma mi sangre a cambio de la tuya, tan sagrada.
Madre de la Alianza, enséñanos a ligarnos mutuamente, para aprender a morir en el Corazón de Cristo.
Tercer Misterio Doloroso
CORONACIÓN
Jesús, te vemos en la custodia, coronado de espinas y te adoramos. Coronas tu frente de ultrajes, humillación, pequeñez. Así eliges quedarte entre los hombres. Rey de reyes, Señor de señores, el Padre puso todo bajo tus pies para que la naturaleza entera sepa que no hay sobre la tierra otro nombre que el tuyo: ´Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que esta sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, doble la rodilla todo lo que haya en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame, para gloria de Dios Padre, Jesucristo es el Señor´ (Fil 2, 9-11)
A pesar de verte así mancillado, despreciado, te amo más que nunca en este misterio del Santo Rosario. Te humillas hasta el extremo. Recibes salivazos, burlas, ya que los hombres no saben descubrirte en la Santa Eucaristía.
Tu estás aquí, expuesto; el cielo entero, con los ángeles y los santos, está postrado, pero nosotros nos resistimos. Esta falta de fe, este débil fuego de nuestro amor, clava más hondamente las espinas en tu corazón. Nuestra desconfianza, hiere más tus entrañas que los mismos pecados de nuestra debilidad humana. Nuestra mediocre entrega traspasa tu corazón. Tibieza de parte de tantas almas a cambio de tu hoguera de misericordia.
Señor, recibe todo el honor y la Gloria; para ti sean todas las primicias de nuestros corazones. Aceptamos gustosos todas las espinas de las incomprensiones que debamos sufrir y soportar.
Te consagramos nuestro corazón y que cada latido repita, aunque mi entendimiento esté ausente: ´Señor yo te amo. Sagrado Corazón de Jesús en vos confio´.
Madre del Verbo, acepta que te proclamemos reina de nuestros problemas, dolores, cruces y contrariedades. Regálanos la gracia de poder llevar, con Jesús, la corona de espinas que el Padre nos tiene preparada para este día.
Cuarto Misterio Doloroso
Camino al Calvario
Señor Jesús, tú que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, podrás haber terminado tu calvario hace dos mil años y, sin embargo, sigues con la Cruz a cuestas. ¿Acaso no hay mayor dolor que un amor no correspondido? ¿Qué recibes a diario a cambio de tanto amor y entrega? Solo desconfianza, indiferencia, ignorancia, ultraje. Por eso, Señor, estamos aquí, frente a ti en el Sagrario y junto a tu Madre, acompañándote en tu camino de cruz.
Sabemos que somos pequeños, que nuestra oración es pobre y que fácilmente no abrazamos la cruz, nos cuesta negarnos a nosotros mismos, es que vamos el dolor; pero, así y todo, queremos recorrer, junto a tu Madre, tu camino de cruz. Por eso, hacemos ofrenda amorosa de nuestra vida, cargada con las astillas de tu Cruz en un interminable caer y levantarse. Te ofrecemos también las cruces de nuestros hermanos pecadores, pobres y afligidos, enfermos, e imploramos tu gracia. Queremos ser otras Verónicas y aliviar con nuestra oración y amor tu rostro sangrante y desfigurado. A pesar de que nuestras vidas están entrelazadas, generalmente no percibimos que sigues cargando la Cruz en los mas necesitados, en los que sufren, en los solitarios, en los que necesitan de nuestro amor. Abre nuestro entendimiento y mueve nuestra voluntad para que amemos sin medida, aliviando así tu Cruz en nuestros hermanos. Tu fuerza que brota del Sagrario, tiene que llevarnos al mundo, a fin de que podamos, como Simón de Cirene, ponernos al servicio desinteresado de todos los que sufren, pues eres tu mismo quien mora en ellos.
Madre del encuentro, enséñanos a mirar a Jesús en el Santísimo Sacramento, con esa mirada de amor con que Tu y El se encontraron en el camino. Mirada que se hace lenguaje entre enamorados, comunicándose el fuego de la gracia para seguir adelante bajo el peso agobiante de la cruz.
´Agonizaba cuando veía que en algún sitio dominaba el pecado y era ultrajado Jesucristo´ (S.M.Magdalena de Pazzis)
Quinto Misterio DolorosoMuerte de Jesús
Señor Jesús, mueres de amor por los hombres, crucificado en el madero que yo mismo te he preparado con mi pecado. Quiero adorarte y unirme a tu ardiente deseo de morir de amor. ´Con tu bautismo tengo que ser bautizado, y ¡como traigo oprimido mi corazón hasta que se cumpla!´ (LC 12,50)
Te consume el deseo de derramar tu sangre y por eso te quedas en la Eucaristía, para que los hombres comprendamos el amor que nos tienes. No puedes calmar la sed de amor al hombre que te devora. Con el Santo Rosario, mi pobre alma quiere adorar esta locura de amor. Quiero abandonar riquezas, honras, cetros y coronas para sepultarme contigo en el Sagrario; y vivir allí, adorándote y amándote por toda la eternidad.
´Cuando sea elevado a la cruz atraeré todo hacia mi´ ¡Que imán tan grande es la Eucaristía! Es conocer el don de Dios, probar el Agua Viva y ver como desde nuestras almas brotan manantiales que riegan la Iglesia entera. ¡Como María, queremos estar de pie frente a ti, para contigo morir al pecado y a todo cuanto impide adorarte como Esposo, Rey y Señor! Nuevamente nos regalas a tu Madre y así, en esta trinidad, vivimos este cielo anticipado, entonando el mismo cántico de alabanza al Padre Celestial. Volvemos a consagrarnos a tu corazón, centro vibrante de la cruz, y recibimos las gracias de tu misericordia con el perdón de todas nuestras infidelidades, ya que tu no ignoras que nosotros no sabemos lo que hacemos.
Todo esta consumado Todo lo has entregado por tu infinito amor al hombre. Locura de amor que solo los pequeños y pobres pueden adorar. Madre del Calvario, presenta a tu Hijo todas nuestras pequeñas muertes de cada instante para que unidas Jesús, ADQUIERAN UN SENTIDO DE REDENCION. Madre, ¡somos tus hijos! ¡Clarifícate!, es Palabra de Dios.
´¡Oh Dios, enamorado de nuestras almas!
De tal manera quisiste incorporarnos
Con tu carne virginal
Que tu corazón y el nuestro,
Unidos entre sí
No formasen mas que uno´ (San Lorenzo Justiniano)
De pequeñas astillas
De mis muertes de amor
Está formado el madero.
Cruz que da vida,
Cruz que abrazo cada día,
Entiende Señor que solo es el amor
El que mueve a dejar atrás
Sangre, fuego y naturaleza
Solo en tu corazón entierro mi vida
Para que mi madero vida tenga
Al ver en su centro
Un corazón en llamas.
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