Quiero afirmar con
alegría que la Iglesia
vive hoy una «primavera eucarística»:¡Cuántas
personas se detienen en silencio ante el Sagrario para entablar una
conversación de amor con Jesús! Es consolador saber que no pocos grupos de
jóvenes han redescubierto la belleza de orar en adoración delante del Santísimo
Sacramento. Pienso, por ejemplo, en nuestra adoración eucarística en Hyde Park, en
Londres (vigilia de
oración en la beatificación del Cardenal Newman, 18-9-2010).
Renovemos
la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Como
nos enseña el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, «Jesucristo
está presente en la
Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en
efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre,
con su alma y su divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente
en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan
y del vino» (n. 282).
Queridos
amigos, la fidelidad al encuentro con Cristo Eucarístico en la santa misa
dominical es esencial para el camino de fe, pero también tratemos de ir con
frecuencia a visitar al Señor presente en el Sagrario. Mirando en adoración la Hostia consagrada
encontramos el don del amor de Dios, encontramos la pasión y la cruz de Jesús,
al igual que su resurrección. Precisamente a través de nuestro mirar en
adoración, el Señor nos atrae hacia sí, dentro de su misterio, para
transformarnos como transforma el pan y el vino. Los santos siempre han
encontrado fuerza, consolación y alegría en el encuentro eucarístico. Con las
palabras del himno eucarístico Adoro te devote repitamos delante del Señor, presente
en el Santísimo Sacramento: «Haz que crea cada vez más en Ti, que en Ti
espere, que Te ame».
Papa Benedicto
XVI, en la Audiencia
General en la
Plaza de San Pedro del día 17 de noviembre de 2010.
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