La prisa, el stress, el utilitarismo, el llamado “aprovechamiento del tiempo”……….. han entrado en nuestra vida cristiana con la misma fuerza con que abaten los distintos ámbitos de la vida humana, social, cultural…etc. Y un signo de esta “decadencia de lo esencial” es nuestra actitud más corriente a la hora de recibir la Eucaristía en la Santa Misa. Fijémonos bien en NOSOTROS mismos y también, con prudencia, observemos a muchos otros, pues estas cosas suelen suceder tras comulgar:
- Tras recibir la comunión, volvemos al asiento y tras unos breves momentos nuestro pensamiento discurre por todo tipo de caminos alejados de la Presencia Real de Cristo en nuestra persona. Distracciones, miradas al móvil, charlas en voz baja con la persona de al lado, revisión de la cartera o bolso………..todo menos rezar.
- Si aún así rezamos, muchas veces prima la oración de PETICIÓN por encima de la acción de gracias. Son momentos prioritarios para dar gracias a Dios por todos los dones recibidos: por la misma Eucaristía, por el Perdón en la Confesión, por la Vida, por la Redención, por el Bautismo, por la Divina Providencia…..
- No somos conscientes de que cada persona, tras comulgar, es como un “sagrario viviente”: durante unos minutos (sobre diez) y mientras la Sagrada Forma no se haya descompuesto en nuestro metabolismo, CRISTO está presente en nuestro interior. Y sin embargo nos aprieta la PRISA para que el sacerdote despida a la comunidad cuanto antes.
- Si el sacerdote celebrante finaliza pronto la Misa, sin que hayan pasado apenas…..5 minutos, desde la comunión, salimos de inmediato del Templo sin considerar la posibilidad de permanecer allí tras el “Podéis ir en Paz”, al menos unos minutos más en compañía íntima de Jesús Sacramentado.
Qué bueno sería recuperar una espiritualidad de “gratitud” a Dios a través de la Eucaristía bien recibida. Un corazón cristiano con devoción, fervor…..amor a Cristo, NO TIENE PRISA tras comulgar. Al contrario, pues sienta o no sienta ese fervor (el estado de ánimo es lo de menos), da gracias a Dios con serenidad, con cariño, sin deseo de terminar.
Si tras dar gracias a Dios con cariño se nos “acaban las palabras”……….sigamos orando desde la mera contemplación del misterio de amor. Y también añadamos preciosas oraciones vocales ideales para este momento, tales como:
- Aspiraciones de San Ignacio de Loyola “Alma de Cristo”
- Oración a San Miguel Arcángel
- Actos de Fe, Esperanza y Caridad
- Cántico de los tres jóvenes
- Letanías de la Humildad
- Oraciones a la Virgen María y a San José
Pero sobre todo que no nos venza la PRISA MUNDANA frente a la INTIMIDAD DIVINA que tanto bien nos hace y tanto agrada a Dios Nuestro Señor.
De un autor anónimo leí que estando un sacerdote celebrando Misa, y finalizando él mismo la misma Misa con toda rapidez y pensando solo en el intenso trabajo pastoral que le esperaba en el despacho……….de repente sintió una voz de Cristo en su conciencia que le decía “¿Por qué me tratas así?”…………….y desde entonces dio gracias a Dios como es debido.
Pues que sintamos nosotros ese dulce reproche de Dios, si lo merecemos, para que enmendemos nuestra conducta en el tiempo de acción de gracias tras la comunión.
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