El Santísimo pisoteado, las formas arrojadas contra las
paredes, mojadas en orines.
“Han atacado a lo más sagrado que tenemos los cristianos: el
Santísimo. Nunca imaginé que esto podría ocurrir”.
El Padre Aurelio es el párroco de Bigastro, un pequeño
pueblo de Alicante. El pasado sábado, de buena mañana, se dirigió a su
parroquia, la de Ntra. Sra. de Belén, sin imaginar lo que estaba a punto de
encontrarse.
"No hay palabras. Es una sensación de rabia, de
impotencia, de fragilidad, de tristeza. Me quedé aplomado”.
Lo que el padre Aurelio estaba presenciando, lo que le
causaba tantísimo dolor, era encontrar su iglesia profanada.
Por favor, pide a la alcaldesa de Bigastro, Teresa Belmonte,
que el ayuntamiento promueva una moción en defensa de la libertad religiosa
para que hechos así no vuelvan a ocurrir en el pueblo.
La imagen era desoladora. El padre Aurelio se emociona al
recordar el Santísimo tirado por el suelo, las sagradas formas pisoteadas y
pegadas por las paredes, mojadas en agua u orines.
"Han atacado a lo más sagrado que tenemos los
cristianos, que es el Santísimo. Nunca imaginé que esto podría ocurrir en este
pueblo, son gente muy devota, es una comunidad muy eucarística. No creo que los
culpables sean de aquí, me costaría creerlo".