El Santísimo pisoteado, las formas arrojadas contra las
paredes, mojadas en orines.
“Han atacado a lo más sagrado que tenemos los cristianos: el
Santísimo. Nunca imaginé que esto podría ocurrir”.
El Padre Aurelio es el párroco de Bigastro, un pequeño
pueblo de Alicante. El pasado sábado, de buena mañana, se dirigió a su
parroquia, la de Ntra. Sra. de Belén, sin imaginar lo que estaba a punto de
encontrarse.
"No hay palabras. Es una sensación de rabia, de
impotencia, de fragilidad, de tristeza. Me quedé aplomado”.
Lo que el padre Aurelio estaba presenciando, lo que le
causaba tantísimo dolor, era encontrar su iglesia profanada.
Por favor, pide a la alcaldesa de Bigastro, Teresa Belmonte,
que el ayuntamiento promueva una moción en defensa de la libertad religiosa
para que hechos así no vuelvan a ocurrir en el pueblo.
La imagen era desoladora. El padre Aurelio se emociona al
recordar el Santísimo tirado por el suelo, las sagradas formas pisoteadas y
pegadas por las paredes, mojadas en agua u orines.
"Han atacado a lo más sagrado que tenemos los
cristianos, que es el Santísimo. Nunca imaginé que esto podría ocurrir en este
pueblo, son gente muy devota, es una comunidad muy eucarística. No creo que los
culpables sean de aquí, me costaría creerlo".
No se contentaron con profanar el sagrario, Suscriptor. Los
vándalos arrancaron las cruces y los crucifijos, los pusieron del revés y
esparcieron incienso por el altar, como si se tratara de un rito satánico.
La corona de la Virgen ha desaparecido, así como tres
cálices. Sin embargo los asaltantes no sustrajeron el dinero del cepillo ni de
los lampadarios, lo que hace sospechar que la intención del ataque fue
profanar, no robar.
Por favor, apoya al padre Aurelio y a los fieles de Bigastro
pidiendo a la alcaldesa que apruebe una moción en defensa de la libertad
religiosa.
El párroco me ha contado que la comunidad está muy dolida
por lo ocurrido. No es para menos.
La agresión se produjo la madrugada del sábado pasado,
víspera de la procesión que conmemora el 300 aniversario de la patrona, la
Virgen de Belén, que iba a estrenar corona. Se esperaba una jornada de
devoción, fiesta y alegría… Todo quedó truncado por el ataque.
Para indignación de los fieles, la patrona no pudo lucir su
nueva corona, que aún sigue sin aparecer.
El sábado por la tarde se celebró una misa de reparación a
la que asistió el obispo.
Al padre Aurelio le cuesta imaginar que se pueda llegar a cometer
un acto tan monstruoso:
"Se está alimentando el odio, y no sabemos cómo puede
acabar todo esto".
No es la primera agresión que sufren los templos cristianos
en España. En los últimos años son cada vez más frecuentes los ataques
motivados por el odio religioso, que pretenden humillar a los creyentes,
arrinconar la fe al ámbito privado y desterrar las manifestaciones religiosas,
tuyas y mías, del ámbito público.
Por favor, te pido que actúes para erradicar este tipo de
profanaciones de las iglesias de nuestros pueblos y ciudades.
¡Gracias por defender tu libertad!
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