1. Jesús, yo te adoro.
Tú eres mi Dios. Gracias porque sé que Tú quisiste ardientemente estar entre
los hijos de los hombres. Por eso, Tú quisiste ardientemente estar conmigo.
Bendito seas por el
amor que te inspiró que de esta manera te quedes conmigo.
Tu anhelo de estar
conmigo, sencillamente, se encuentra realizado: te encuentras presente en esta
Hostia. Dios Todopoderoso, Hijo de Dios, oculto en esta pequeña Hostia.
Misterio infinito. Yo
creo y te adoro.
-Yo anhelo tu rostro,
Jesús. (Esta invocación la repito interiormente)
2. El salmista canta:
El Señor es mi luz y mi
salvación ¿A quién temeré?
El Señor es el refugio
de mi vida? Ante quién temblaré?
Cuando se alzaron
contra mí los malvados para devorar mi carne, fueron ellos; mis adversarios y
enemigos los que tropezaron y cayeron.
Aunque acampe contra mí
un ejército, mi corazón no temerá; aunque estalle una guerra contra mí, no
perderé la confianza.
Una sola cosa he pedido
al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de
mi vida para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo.
Sí, El me cobijará en
su tienda de campaña en el momento del peligro; me ocultará al amparo de su
Carpa y me afirmará sobre una roca.
Por eso tengo erguida
mi cabeza frente al enemigo que me hostiga; ofreceré en su
Carpa sacrificios
jubilosos, y cantaré himnos al Señor.
Escucha, Señor, yo te
invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
“Busquen mi rostro”.
Yo busco tu rostro,
Señor, no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu
servidor, Tú, que eres mi ayuda, no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi
salvador.
Aunque mi padre y mi
madre me abandonen, el Señor me recibirá.
Salmo 27, 1-10
-Yo busco tu rostro
Señor, añoro tu rostro. (Esta invocación la repito interiormente)
3. Jesús, alabado seas,
bendito y enaltecido eternamente.
Que te enaltezcan el
cielo y la tierra, ángeles y santos, que toda la tierra te cante porque no
tuviste temor de quedarte conmigo de este modo tan simple.
Tu presencia es mi
realidad más profunda, es la verdad de la Iglesia y de todos los cristianos.
Haz que tu vivo deseo
de estar conmigo despierte en mí una profunda añoranza y ansias de estar
contigo.
Haz que mi corazón,
como el del salmista, diga continuamente: busco el rostro del
Señor.
Concédeme la gracia de
que te ame con el mismo amor con que Tú me amas y que te anhele como tú me
anhelas a mí.
-Haz que te ame como Tú
me amas a mí. (Esta invocación la repito interiormente)
4. El poeta inspirado
suspira por Ti, Señor. Escucho sus palabras y las acompaño con mi corazón. Haz
que el siguiente salmo sea la canción, el suspiro y la voz de mi alma:
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi
Dios.
Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios viviente ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de
Dios?
Las lágrimas son mi
único pan de día y de noche, mientras me preguntan sin cesar
“¿Dónde está tu Dios?”
Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia: ¡ cómo iba en medio de la multitud y la guiaba
hacia la Casa de Dios, entre cantos de alegría y alabanza, en el júbilo de la
fiesta!
¿Por qué te deprimes,
alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias a
él, que es mi salvador y mi Dios.
Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti, desde la tierra del Jordán y el Hermón, desde el
monte Misar.
Un abismo llama a otro
abismo, con el estruendo de sus cataratas; tus torrentes y tus olas pasaron
sobre mí.
De día, el Señor me
dará su gracia; y de noche cantaré mi alabanza al Dios de mi vida.
Diré a mi Dios: “Mi
roca ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué tendré que estar triste, oprimido por
mi enemigo?”
Mis huesos se
quebrantan por la burla de mis adversarios; mientras me preguntan sin cesar:
“¿Dónde está tu Dios?”
¿Por qué te deprimes
alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a Él, que es salvador y mi Dios. (Salmo 42,1-12)
Haz que mi alma suspire
por Ti, así como el ciervo suspira por los manantiales de agua.
(Esta invocación la
repito interiormente)
5. Jesús, Tú ardes en
amor y deseo por nosotros. Tú quieres ser nuestro amor, nuestra paz, nuestra
vida, nuestra verdad nuestro camino, nuestro manantial de agua viva. Con tu
amor deseas servir a todos para que vivamos felices amándonos los unos a los
otros.
Jesús, reconozco que
muchas veces mis deseos y anhelos están lejos de los tuyos.
Muchas veces me invade
este mundo pasando a ser el señor de mis pensamientos y anhelos, de mis
sentimientos y actos. Entonces, estoy tan lejos de Ti!
Las personas, cosas,
éxitos, los deseos mundanos y la felicidad mundana alejan mi atención de Ti.
Fácilmente creo que el mundo y sus acontecimientos me pueden dar la felicidad y
la paz; que pueden dar consuelo a mi alma, todos mis anhelos están dirigidos
hacia el mundo.
En este tiempo de
adoración, de rodillas frente a Ti, yo te ruego que limpies mi corazón y mi
alma, sana mi pasado y mis sentimientos para que se vuelvan hacia Ti, mis
deseos para que seas Tú mi última meta.
Jesús, haz que mi
corazón encuentre sosiego en Ti para que todos mis anhelos encuentren la
repuesta en Ti.
Obra en mí para que Tú
seas la primera y última meta de mis anhelos y deseos, para que ocupes el
primer lugar en mis palabras, pensamientos, sentimientos y acciones.
Jesús, libérame y
vuelve mi corazón y mis pensamientos hacia Ti. (Esta invocación la repito
interiormente)
6. Jesús, yo te adoro y
te doy gracias porque quieres ser la luz viva, la paz, el amor, el anhelo, el
camino y la vida para nuestras familias, padres, madres, progenitores, hijos, jóvenes
y ancianos, enfermos y sanos.
Tú deseas ser Dios con
ellos y en ellos. Bendito seas, alabado y enaltecido en nuestras familias.
Sed el anhelo de
nuestras familias para que se abran a la paz y al gozo, a la unidad y al amor.
Jesús, Tú sabes que
muchas veces las familias te han olvidado. Los hijos no te conocen porque sus
padres y madres se han olvidado de Ti. En muchas familias eres un extranjero y
no te conocen. Muchos se han vuelto hacia el mundo, al dinero, al goce y a la
riqueza. De este modo nace la incredulidad y la separación; así se abren los
caminos a la destrucción.
Perdona a nuestras
familias, libéralas. Sé hoy el Emanuel-Dios con nuestras familias. Despierta en
nosotros el anhelo por tu rostro.
Sean nuestras familias
liberadas de todo engaño, de todo deseo de pecado y de todo engaño. Haz que las
familias tengan una profunda conciencia de tu presencia y así las despiertes,
las conviertas y las apacigüe, las afiances y les des felicidad para que sus vidas
sean ricas. (Quédate en silencio y medita concretamente sobre tú familia y aquellos
con los que convives.)
7. Jesús te adoro
porque yo también soy tu Iglesia miembro de tu Cuerpo Místico. Te adoro con
toda la Iglesia de la cual Tú eres la cabeza, de quien María es Madre y el
Espíritu Santo es el
defensor. Tú la donaste al mundo para que continúe tu obra y anuncie al mundo
tu amor y muestre tu presencia.
Haz que en Tu Iglesia
el anhelo por tu rostro arda constantemente como en un arbusto ardiente en cada
corazón sellado por el signo del bautismo y de la confirmación, el cual ha sido
lavado con la gracia del perdón y alimentado con tu Cuerpo Eucarístico.
Haz que en todos los
corazones que miran a la criatura en vez del creador abrace una nueva llama de
anhelo por tu rostro.
Que la brasa ardiente
por tu rostro queme todos las tentaciones en los corazones y almas y así tu
Iglesia, en cada uno de sus miembros, resplandezca con el nuevo brillo testimoniándote
a Ti.
(En silencio ora por
los sacerdotes, el Papa, los obispos y confesores.)
8. Te adoro Jesús, con
todo el mundo, el que ha sido creado por Ti, con todos los hombres y naciones
que no te conocen y se han vuelto al mundo y te buscan con corazón sincero en
las criaturas, en las estrellas, en el sol, en el mar, y en el agua, en los
ríos, en las sierras, en las flores multicolores, los cuales siguen el profundo
deseo de su corazón y te buscan eternamente, pero no te encuentran. Envíales a
su encuentro a aquellos que con su vida y sus hechos los ayudarán a descubrirte
como respuesta a todos sus deseos y anhelos. Haz que te encuentren para que sus
corazones se calmen y alegren, y en Ti descansen.
Te presento también a
aquellos que te conocieron, pero que conscientemente te rechazaron y están
seducidos por el pecado. (Oro por todos los hombres que se encuentran en la
oscuridad porque para eso me invita Tu Madre María:
"Queridos hijos!
En sus vidas, todos
ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas. Dios concede a cada
hombre reconocer el bien y el mal. Yo los invito a llevar la luz a todos los
hombres que viven en tinieblas. Cada día llegan a sus casas personas que están en
tinieblas. Queridos hijos, dénles ustedes la luz. Gracias por haber respondido
a mi llamado!" Mensaje 14-3-85
-Jesús, ten piedad de
todos los hombres, por intercesión de María Reina de la Paz.
(Esta invocación la
repito interiormente)
9. Jesús, te presento a
todos aquellos que han envenenado sus corazones y sus almas llevados por el
deseo del alcohol, la droga y los gozos corporales. Ellos están cansados, al
quedarles el corazón vacío, porque perdieron todo el respeto por sus vidas y la
de los demás. Están muriéndose vagabundeando por los caminos de este mundo, y
aún de ese modo suspiran por su salvación.
Jesús, se Tú su
salvación, su amor y su anhelo. Extráelos de su abismo, sácalos del extravío y
abre los manantiales de vida. (Presenta al Señor a todos aquellos que sabes que
tienen problemas)
BENDICIÓN
10. Jesús, Tú eres el
anhelo y el amor de todos los santos, de todos los justos, el anhelo y amor de
tu Madre María. Ahora, bendícenos a todos nosotros, a nuestras familias, a los
grupos de oración, a todas las comunidades de la Iglesia y a la Iglesia.
Pronuncia tú palabra y
despierta en mí el dormido anhelo por Ti.
Abre mi ojos como los
abriste al ciego, para que te vea y te ame y arda por Ti.
Sana a todos aquellos
que tienen el alma enferma por sus malos hábitos y así se han acarreado
enfermedades y problemas. Ilumina al mundo para que todos los corazones se
encuentren buscándote a Ti , con anhelo y amor, el único y verdadero Dios en el
Espíritu Santo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. AMEN.
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