Por obra del Espíritu
Santo se realiza la Eucaristía, el gran Mysterium fidei que actualiza el
sacrificio pascual de Cristo en la Cruz. En la invocación del Espíritu Santo
(epiclesis) que en todas las Plegarias eucarísticas precede a la Consagración,
se contempla la transubstanciación como obrada por el Espíritu Santo. Por obra
del Espíritu Santo es la Encarnación del Hijo, y por obra del Espíritu Santo se
hace presente Cristo en el pan y el vino consagrados:
«Por eso, Padre, te
suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado
para ti [el pan y el vino], de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestror» (Pleg. euc. III). Y como la Eucaristía, todos los
sacramentos santifican por obra del Espíritu Santo.
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