Si desapareciese el
sacramento del Orden, no tendríamos al Señor.
¿Quién lo ha puesto en
el sagrario? El sacerdote.
¿Quién ha recibido
vuestra alma apenas nacidos? El
sacerdote.
¿Quién la nutre para
que pueda terminar su peregrinación? El
sacerdote.
¿Quién la preparará
para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de
Jesucristo? El sacerdote, siempre el
sacerdote.
Y si esta alma llegase
a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la
paz?
También el sacerdote…
¡Después de Dios, el
sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo
lo entenderá en el cielo.
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