"Los días de mi primera comunión han quedado grabados en mi corazón como un recuerdo sin nubes. Creo que no podía estar mejor preparada de lo que estuve, y mis sufrimientos del alma desaparecieron durante casi un año. Jesús quería darme a gustar la alegría más plena posible en este valle de lágrimas ...
¿Recuerdas, Madre querida, el precioso librito que me preparaste tres meses antes de mi primera comunión? Aquel librito me ayudó a preparar metódica y rápidamente mi corazón; pues si bien es cierto que ya lo venía preparando desde hacía mucho tiempo, era necesario darle un nuevo impulso, llenarlo de flores nuevas para que Jesús pudiese descansar a gusto en él..."
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