S.S. Benedicto XVI, Audiencia General del 3 de octubre de 2012
La Iglesia se hace visible de muchas maneras: en la acción caritativa, en los proyectos de misión y en el apostolado personal que cada cristiano debe realizar en el propio ambiente. Pero el lugar donde se la experimenta plenamente como Iglesia es en la liturgia: la liturgia es el acto en el cual creemos que Dios entra en nuestra realidad y nosotros lo podemos encontrar, lo podemos tocar.
Es el acto en el cual entramos en contacto con Dios: Él viene a nosotros, y nosotros somos iluminados por Él. Por ello, cuando en las reflexiones sobre la liturgia sólo centramos nuestra atención en cómo hacerla atrayente, interesante y bella, corremos el riesgo de olvidar lo esencial: la liturgia se celebra para Dios y no para nosotros mismos; es su obra; Él es el sujeto; y nosotros debemos abrirnos a Él y dejarnos guiar por Él y por su Cuerpo, que es la Iglesia.
Pidamos al Señor aprender cada día a vivir la sagrada liturgia, especialmente la celebración eucarística, rezando en el «nosotros» de la Iglesia, que dirige su mirada no a sí misma, sino a Dios, y sintiéndonos parte de la Iglesia viva de todos los lugares y de todos los tiempos
S.S. Benedicto XVI celebra la Misa en la Capilla Sixtina
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