Cantemos al Amor de los Amores
cantemos al Señor,
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo Redentor!
¡Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra, bendecid
al Señor
honor y gloria a Ti, rey de
la gloria
amor por siempre a Ti
Dios del Amor!
Unamos nuestra voz a los cantares
Dios está aquí, al Dios de los Altares ala bemos con gozo angelical.
Jesús, que dijiste: “Pidan y recibirán, busquen y encontrarán, lla men y se les abrirá”; que enseñaste que si dos o
más se reúnen en la tierra para pedir
algo, el Padre del Cielo lo concederá; que dijiste que todo lo que se pida con
fe en la oración será concedido; que
todo el que pida el Espíritu Santo a Dios Padre le será dado porque es un Padre
bueno; Vos, que enseñaste que el Padre Dios sabe cuáles son nuestras
necesidades; que dijiste que hemos de orar en toda ocasión sin desanimarnos;
que enseñaste a tus discípulos a orar dándoles la
oración del Padre nuestro; Vos que rezaste durante tu vida terrena intimando
con Dios, que oraste ante los grandes misterios de tu misión redentora, que te
entregaste a la voluntad del Padre
en la pasión y en la muerte y que en tu oración intercediste por tus
discípulos para que fuesen fieles.
Jesús, Tu que eres el Sumo y Eterno Sacerdote, escucha esta oración que hoy queremos hacer por
todos los sacerdotes, una oración que sabemos que es simple y pobre pero llena
de confianza, como la de santa
Teresita.
Invocamos
al Espíritu Santo
¡Ven, Espíritu Santo, ven!
Tu Iglesia está en oración,
María está con nosotros
y no podés faltar Vos.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a
los cristianos de Éfeso
“Hermanos: Eleven
constantemente toda cla se de
oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia
incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que
encuentre pala bras adecuadas para
anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en
medio de mis cadenas. ¡Así podré habla r
libremente de él, como
debo hacerlo!”
Ef.6,18-20
Meditemos
desde la enseñanza de la
Iglesia en el Catecismo
La intercesión es una
oración de petición que nos conforma muy de cerca con la
oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los
hombres, de los pecadores en particula r:
“Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo,
hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el
testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol
para enseñar a los paganos la
verdadera fe. Digo la verdad, y no
miento.”(1 Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a los que por él
se llegan a Dios, ya que
está siempre vivo para interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio
Espíritu Santo "intercede por nosotros... y su intercesión a favor de los santos es según
Dios" (Rm 8, 26-27).
Interceder, pedir en favor
de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la
Iglesia , la
intercesión cristiana participa de la
de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos . En la
intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino el de los
demás" (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal.
Las primeras comunidades
cristianas vivieron intensamente esta forma de participación. El Apóstol Pablo
les hace participar así en su ministerio del Evangelio; él intercede también
por ella s. La intercesión de los
cristianos no conoce fronteras: "por todos los hombres, por todos los
constituídos en autoridad", por los perseguidores, por la salvación de los que rechazan el Evangelio.
La revela ción de la
oración en la economía de la salvación enseña que la
fe se apoya en la acción de Dios en la historia. La confianza filial es suscitada por
medio de su acción por excelencia: la Pasión y la
Resurrección de su Hijo. La oración cristiana es cooperación
con su Providencia y su designio de amor hacia los hombres. En San
Pablo , esta confianza es audaz, basada en la
oración del Espíritu en nosotros y en el amor fiel del Padre que nos ha dado a su Hijo único.
La transformación del
corazón que ora es la primera
respuesta a nuestra petición.
La oración de Jesús hace de
la oración cristiana una petición
eficaz. El es su modelo. El ora en nosotros y con nosotros. Puesto que el
corazón del Hijo no busca más que lo que agrada al Padre, ¿cómo el de los hijos
de adopción se apegaría más a los dones que al Dador? Jesús ora también por
nosotros, en nuestro lugar y en favor nuestro. Todas nuestras peticiones han
sido recogidas una vez por todas en sus Pala bras
en la
Cruz ; y escuchadas por su Padre en la
Resurrección : por eso no deja de interceder por nosotros ante
el Padre.
Si nuestra oración está
resueltamente unida a la de Jesús,
en la confianza y la audacia filial, obtenemos todo lo que pidamos en
su Nombre, y aún más de lo que pedimos: recibimos al Espíritu
Santo , que contiene todos los dones. “Igualmente, el
mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como
es debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.Y el
que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión
en favor de los santos está de acuerdo con la
voluntad divina.” (Rm. 8, 26-27).
Cantamos…
Tu fiel servidor (Bendición a
los sacerdotes)
Bendice,
Señor, a los sacerdotes,
Bendice
a tu fiel servidor,
Bendice
la entrega de todos los días,
Su
vida, sus manos, su voz.
Bendice,
Señor, a los sacerdotes,
Regála les tu corazón,
Enciende
en su vida, el amor a María,
Que
reine la
Madre de Dios.
Jesús, Buen Pastor,
Conduce a tu Pueblo
Mediante su santo ministerio
Gracias, Señor,
Por tu regalo al mundo
Concédeles un corazón profundo
Reflejo de Ars
Que su rebaño cuide
Y el Espíritu Santo quien lo
guíe
Distingan, Señor,
Los signos de los tiempos
Que irradien tus mismos
sentimientos.
Rogamos, Jesús,
Por quienes son lla mados
Que se dejen moldear y ser
amados.
Te escuchen, Señor,
Y sepan descubrirte;
Que tengan el coraje de
seguirte.
Sin su intercesión
No podemos ser Hijos
Del Padre que un día los
bendijo.
Sin ellos, Señor,
No son igual los días;
Sin ellos no hay Eucaristía
Oración
de Teresita pidiendo por el seminarista
que la superiora le había
encomendado
“Jesús mío, te
doy gracias por haber colmado uno de mis mayores deseos: el de tener un hermano
sacerdote y apóstol…
Me siento
sumamente indigna de este favor; sin embargo, ya que has querido concederle a
tu pobre y humilde esposa la gracia
de trabajar de manera especial por la
santificación de un alma destinada al secerdocio, te ofrezco por ella , feliz, todas la s
oraciones y los sacrificios de que puedo disponer. Te pido, Dios mío, que no
mires a lo que soy, sino a lo que quisiera y debiera ser (…).
Tú sabes,
Señor, que mi único anhelo es hacete conocer y amar, y ahora mi deseo se va a
convertir en realidad (…). Divino Jesús, escucha la
oración que te dirijo por el que quiere ser tu misionero, guárdale en medio de
los peligros del
mundo (…). que su sublime apostola do
se ejerza ya desde ahora sobre los que lo rodean, y que sea un apóstol digno de
tu Sagrado Corazón.
¡María, dulce
Reina del Carmelo! A ti te confío el alma de este futuro sacerdote cuya indgna
hermanita soy. Enséñale, ya desde ahora, con cuánto amor tocabas tú al Divino Niño
Jesús, lo envolvías en pañales, para que él pueda un día, subir al altar santo
y llevar en sus manos al Rey de los Cielos. Te pido también que lo guardes
siempre a la sombra de tu manto
virginal, hasa el momento feliz, en que, dejando este valle de lágrimas, pueda
contempla r tu esplendor y gozar por
toda la eternidad de los frutos de
su glorioso apostola do…”
Meditemos
en silencio…
Una
carmelita nos cuenta por qué su congregación reza especialmete por los sacerdotes:
“Se sabe, por tradición, que la s
monjas carmelitas, rezamos especialmente por los sacerdotes; pero muy pococs
saben el por qué de dicha misión en la Iglesia. Era
el año 1566 y Teresa de Ávila se
encuentra en el primero de sus conventos reformados escribiendo: en este tiempo
vinieron a mí noticia de los daños de Francia y el estrago que habían hecho
estos luteranos… toda mi ansia era, y aún es que, pues el Señor tiene tantos
enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos, determiné hacer ese
poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos, con toda
perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí
hiciesen lo mismo, confiada en la
bondad de Dios que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo
todo…“ Teresa de Ávila penetra y
revive en sí misma la vida de la
Iglesia , sus dolores, el nuevo desgarro de su unidad y, de
modo especial, la s profanaciones de la
Eucaristía y del sacedocio. Conmovida por estos aconteciemientos,
imprime a su vida y a la nueva
familia del Carmelo un sentido apostólico, orientando la
oración, el retiro y la vida entera
de la s Carmelitas Descalzas al
servicio de la Iglesia.”
Teresita
de Lisieux, al saberse hija de santa Teresa, ofreció también ella toda su vida orante, en el trabjo, en la recreación, en la
oración personal y comunitaria, en la
vida fraterna y en la soledad de la celda, por los sacerdotes y misioneros en particula r.”A los pies
de Jesús Hostia, en el interrogatorio que precedió a mi profesión, decla ré lo que venía a hacer al Carmelo: “He venido
para salvar almas y, sobre todo, para orar por los sacerdotes”. Esto demuestra no sólo su profundo amor a
Jesús y a su Iglesia, sino también su fidelidad y obediencia a su estado de
vida como monja.
Pero
Teresita, a su vez, se sabía feliz de rezar por los sacerdote., Considerando la importantísima misión que cada uno de ellos tiene
y consciente de su fragilidad humana, entregaba todo por la
santificación de estos siervos de Dios. Así, también exhorta a su hermana
Celina, a trabajar con ella : “Celina, durante los cortos instantes que nos quedan,
no perdamos tiempo, salvemos almas. Las almas se pierden como copos de nieve, y
Jesús llora, y nosotras pensamos en nuestro dolor sin consola r a nuestro prometido. Sí, Celina, vivamos para la s almas, seamos apóstoles, salvemos sobre todo la s almas de los sacerdotes. Esas almas debieran ser
mas transparentes que el cristal. Pero,¡ay! cuántos malos sacerdotes, cuántos
sacerdotes que no son lo bastante santos! Oremos y suframos por ellos, y en el
último día Jesús estará agradecido. ¡Nosotras le daremos almas! ¿Comprendes,
Celina, el grito de mi corazón? Juntas, siempre juntas.” Tomemos estas pala bras de
esta santa que nos enseñó el “Caminito de la
confianza” como dichas a nosotros en este año en que nuestro querido Papa,
vicario del mismo Cristo, nos lla ma,
como Iglesia, a rezar por los sacerdotes, cada uno según su estado de vida,
pero con el mismo fervor de Teresita. “Si quieres, salvemos almas. ¡Tenemos
que forjar este año muchos sacerdotes que sepan amar a Jesús! ¡que le toquen
con la misma delicadeza con que lo tocaba
María en la cuna!”
Cantamos…
La confianza, sólo la
confianza,
es la que
debe conducirnos al Amor.
Mi pequeñez y mi
pobreza
es lo que agrada a
mi Dios
y mi confianza
ciega
en su
Misericordia.
Cuanto mas débil
se es
tanto mas cerca se
está
de este amor
consumidor
y transformante.
Permanecer débil
sin fuerzas,
no deseando brilla r,
nos hará pobres
y Jesús irá a
buscarnos
Puesto que vemos
el camino
que nos lleva
hacia Dios
entreguémonos a
Él,
corramos juntos.
Rezamos todos juntos…
Señor Jesús, que en San Juan María
Vianney,
has querido dar a la
Iglesia una imagen viva de tu caridad pastoral,
haz que en su compañía y socorridos por
su ejemplo,
vivamos con plenitud este Año
Sacerdotal.
Haz que, como él, dela nte
de la
Eucaristía ,
podamos aprender lo simple y cotidiano
de tu Pala bra que nos instruye,
el tierno amor para dar acogida a los
pecadores arrepentidos;
el consola dor
abandono confiado en tu Inmacula da
Madre.
Haz, Señor Jesús, que, por la intercesión del Santo Cura de Ars,
en la s
que se puedan acoger y valorar
Concédenos, Señor Jesús,
poder repetir con el mismo fervor del
Santo Cura
Te amo, oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,
y prefiero morir amándote
que vivir un instante sin amarte.
Te amo, oh mi Dios,
Y la única gracia que deseo
es amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua no es capaz de decir
a cada momento que os ama,
quiero que mi corazón lo diga
tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh Divino Salvador,
Porque ha sido crucificado por mí,
Y me tienes aquí crucificado contigo.
Dios mío, concédeme la gracia
de morir amándote
y sintiendo que te amo.
Nos
animamos a pedir con confianza al Padre, por medio de Jesús en el Espíritu
Santo, respondiendo a cada intención: “Señor, danos sacerdotes santos”
Tantum Ergo
Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui:
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui:
Praestet fides supplementum
Sensuum defectui.
Genitori, Genitoque
Laus et jubilatio,
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio:
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.
Amen
Tan sublime Sacramento
adoremos en verdad,
que los ritos ya pasados
den al nuevo su lugar.
Que la fe preste a los ojos
la visión con que mirar.
Bendición y gloria eterna
a Dios Padre creador,
a su Hijo Jesucristo,
y al Espíritu de Amor,
demos siempre igual gloria, alabanza y honor.
Amen.
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