El
Obispo de Alcalá de Henares ha hecho conocer una breve Carta de invitación a
toda la comunidad diocesana, instituyendo la Capilla de Adoración Perpetua en la que fuera
Capilla de las Santas Formas, bellamente restaurada:
CARTA DE MONS. JUAN ANTONIO REIG PLA
OBISPO DE ALCALÁ DE HENARES
ADORACIÓN PERPETUA DIOCESANA
Alcalá de Henares, 31 de octubre de 2012
Queridos sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles cristianos laicos:
Os escribo para anunciaros el comienzo de la Adoración perpetua en
nuestra Diócesis. El próximo 11 de noviembre quedará expuesto solemnemente el
Santísimo Sacramento en la capilla de las Santas Formas para ser adorado
ininterrumpidamente día y noche todos los días del año.
El árbol de la vida, que el pecado de nuestros primeros padres nos
arrebató, nos ha sido devuelto en el Hijo de Dios. Él nos redimió haciéndose
hombre, muriendo y resucitando por nosotros. Ahora continúa esta obra de
redención de los corazones quedándose con nosotros todos los días hasta el fin
del mundo en el Sacramento de la Eucaristía. Inaugurar
la Adoración
perpetua es plantar el árbol de la vida en medio de nuestra Diócesis,
posibilitar la comunión con Dios, acceder y ayudar a muchos a que accedan al
paraíso en la tierra. La amistad con Cristo, realmente presente en este
Sacramento, fuente de todo consuelo y de toda bendición, une el cielo con la tierra
y nos hace participar ya de la vida eterna.
Este es el mejor modo de comenzar el Año de la Fe y de llamar la atención
sobre el motor más íntimo y verdadero de la nueva evangelización que es la
oración. Como si de un manantial se tratara, desde la adoración en la Capilla de las Santas
Formas partirán ríos inagotables de gracias para todos los fieles, para todas
las familias y para todas las realidades apostólicas de nuestra Diócesis.
Como todos habéis podido comprobar por mis continuas referencias en las
cartas pastorales que os he dirigido, en nuestros encuentros o cada vez que me
he dirigido a vosotros haciendo referencia a las necesidades de la Diócesis , comenzar la Adoración perpetua es un
deseo profundo del corazón de vuestro obispo hecho realidad.
Con mucha alegría os invito a todos a participar en esta iniciativa que
reclama adoradores en espíritu y en verdad. El próximo día 11 de noviembre de
2012 tendrá lugar en la
Catedral a las 18 horas la Celebración de la Eucaristía. A
continuación será el solemne traslado del Santísimo Sacramento a la Capilla de las Santas
Formas para dar comienzo así a la
Adoración perpetua.
Os invito de modo especial a los sacerdotes para concelebrar juntos la Eucaristía y dar un
testimonio de unidad y de fe en torno a Cristo.
Invito también, de modo especial a las comunidades religiosas de vida
activa y cuento con la oración de los monasterios de contemplativas para que
sean muchos los frutos de esta celebración.
Invito a todos los responsables de los movimientos y asociaciones y a los
presidentes y hermanos mayores de las Cofradías y Hermandades para que hagan
llegar esta invitación a los miembros de sus movimientos y grupos.
Cuento con vosotros, fieles de Alcalá de Henares y del resto de la Diócesis , para que con
vuestra participación en este acontecimiento demos un testimonio de fe y
pongamos la mirada en el centro de nuestra vida cristiana.
Con mi bendición,
+ Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense
Obispo Complutense
Las Santas Formas. Historia de una tradición
Alcalá de Henares, 1°
de mayo de 1597.
Son las postrimerías del reinado de Felipe II. En
Según las crónicas,
este morisco se confesó autor, junto con otros compañeros, de la profanación de
varias Iglesias, hecho éste del que con frecuencia se solía acusar a los
musulmanes españoles en aquella época. Fruto de estas profanaciones eran
veintiséis formas consagradas sustraídas de tres distintas Iglesias que el penitente
arrepentido había salvado de la destrucción, entregándoselas envueltas en un
papel al padre jesuita.
El morisco ya no
volvió más por la Iglesia ,
pero las formas quedaron en poder de los jesuitas, los cuales dudaron en un
principio sobre la forma de proceder con ellas. Rechazada la propuesta de
consumirlas (por entonces se habían dado varios casos de envenenamientos de
sacerdotes en Murcia y en Segovia), en un principio se pensó arrojarlas al “fumidero”
(es decir, destruirlas), pero la sospecha de que pudieran estar consagradas
(así lo había afirmado el morisco) les hizo renunciar a ese irrespetuoso (para
la época) proceder optando por guardarlas en una cajita de plata que
depositaron junto con otras reliquias, en el altar mayor. Esperaban los sacerdotes
que estas formas se corrompieran con el tiempo, lo que de acuerdo con las
costumbres litúrgicas de entonces permitiría su definitiva destrucción.
Pero el tiempo pasó e
inexplicablemente las formas no se corrompieron. Los jesuitas, al tiempo que
guardaban un discreto silencio sobre este hecho, comenzaron a hacer
investigaciones. Así, en 1608, (es decir, once años después) se pusieron las
formas en una húmeda bóveda subterránea junto con otras sin consagrar,
comprobándose que algunos meses después estas últimas se habían corrompido
mientras las primeras continuaban frescas y tersas.
Vivamente interesadala
Compañía de Jesús por este tema (el padre Luis de Palma,
provincial de Toledo, había tomado ya cartas en el asunto), las formas fueron
trasladadas de nuevo a la Iglesia ,
procediéndose seis años más tarde (en 1615) a comunicarse públicamente el
aparente milagro. Los jesuitas sometieron las formas al estudio de varios de
los médicos (los científicos de entonces) más afamados de su época, entre ellos
el que fuera médico real y catedrático de la universidad alcalaína don Pedro
García Carrero, el cual realizó en 1615 y en público un detenido examen de las
formas llegando a la conclusión de que no existía ninguna razón científica que
justificara su incorrupción, por lo que apoyaba el carácter milagroso del
acontecimiento.
A partir de aquí los acontecimientos se desencadenaron con rapidez. El 16 de junio de 1619 el vicario general de Alcalá, monseñor doctor don Cristóbal Cámara y Murga, proclama públicamente el milagro. A partir de entonces el culto a las Santas Formas contó con la plena aprobación de las autoridades eclesiásticas, como lo demuestran la concesión de una indulgencia plenaria por el papa Urbano VIII (1623-1644) a quienes visitaranla Iglesia donde se
custodiaban el día de su celebración, así como una serie de privilegios en el
culto a los difuntos otorgados por el también papa Alejandro VII (1655-1667), a
lo que hay que sumar la indulgencia plenaria concedida el 23 de marzo de 1789
por el papa Pío VI a quienes visitaran la Catedral Magistral
el día de la fiesta litúrgica de las Santas Formas, o los cien días de
indulgencia otorgados el 10 de noviembre de 1792 por el cardenal Lorenzana,
arzobispo de Toledo y señor de Alcalá, a quienes invocaran a las Santas Formas
en algún acto de religión.
Vivamente interesada
A partir de aquí los acontecimientos se desencadenaron con rapidez. El 16 de junio de 1619 el vicario general de Alcalá, monseñor doctor don Cristóbal Cámara y Murga, proclama públicamente el milagro. A partir de entonces el culto a las Santas Formas contó con la plena aprobación de las autoridades eclesiásticas, como lo demuestran la concesión de una indulgencia plenaria por el papa Urbano VIII (1623-1644) a quienes visitaran
Rápidamente las Santas
Formas se convirtieron en objeto preferido del fervor popular, alcalaíno y
foráneo. Su fiesta se fijó definitivamente en el quinto domingo después del de
Resurrección.
Los actos religiosos
que tenían lugar el día de la festividad consistían en una Misa por la mañana y
una procesión por la tarde, procesión que solía tener lugar por el interior de la Iglesia de los jesuitas. La
procesión salió a las calles de Alcalá, como ocurrió por vez primera cuando
tuvo lugar, el 25 de abril de 1620, cuando el traslado de las Santas Formas desde
la antigua iglesia de los jesuitas a la recién construida, que es la que
conocemos. Esta procesión, contó con la presencia de la familia real encabezada
por el rey Felipe III y su esposa la reina Margarita de Austria junto con todas
las autoridades civiles y religiosas alcalaínas, y recorrió con toda solemnidad
las calles de la ciudad, engalanadas para tal ocasión con miles de tapices y
colgaduras. Llegadas finalmente a la nueva Iglesia, fueron instaladas en una
capilla dedicada a ellas en el lado del Evangelio, a la izquierda del altar
mayor.
Dos años más tarde, el
6 de junio de 1622, tuvo lugar la aprobación oficial del milagro por el cardenal
arzobispo de Toledo, y en esa misma fecha las Santas Formas, que hasta entonces
habían permanecido guardadas en una caja de plata y nácar, fueron introducidas
en una preciosa Custodia que, para tal fin, fue donada por el cardenal Spínola,
obispo de Tortosa y arzobispo de Santiago y Sevilla. Esta Custodia era de plata
maciza sobredorada, con una forma muy similar al tabernáculo del retablo mayor
de la Iglesia
de los jesuitas: Una cúpula semiesférica rematada con una cruz y sostenida por
cuatro pares de columnas. En su interior se encontraba un viril de forma
octogonal, con tres ventanas por lado en las cuales se colocaron las
veinticuatro formas que se conservaban (diecinueve enteras y cinco partidas),
todas ellas protegidas por unos gruesos cristales de roca que fueron soldados a
la custodia para evitar posibles sustituciones. Todo el conjunto se sustentaba
en una columna que terminaba en una base cuadrada y más tarde se añadió un
anillo a la cruz del remate.
Conforme pasaban los años la piedad popular fue aumentando cada vez más,
atribuyéndose a la intercesión de las Santas Formas las bruscas interrupciones
de la pertinaz sequía de 1622 y de la peligrosa riada de 1626.
A finales del siglo
XVII (en 1687) fue inaugurada en la
Iglesia de jesuitas la Capilla definitiva de las Santas Formas, con su
airosa cúpula de media naranja y sus frescos de Cano Arévalo.. También en ese
año le fue concedido a Alcalá el título de ciudad, lo que se aprovechó para
colocarla bajo la protección de las Santas Formas.
Transcurriría casi un
siglo hasta que en 1767 fueron expulsados de España los jesuitas. Las Santas
Formas permanecieron, no obstante, en su iglesia hasta que en 1777 se solicitó
a Carlos III su traslado a la Catedral Magistral , solicitud a la que accedió el
monarca. El traslado tuvo lugar el 20 de abril de ese mismo año en grandiosa
procesión. De la Magistral
salió una comitiva integrada por cofradías religiosas, instituciones y pueblo
portando las imágenes de los Santos Niños. Llegada la procesión a la Iglesia de jesuitas se
incorporó a ella la carroza de las Santas Formas, retornando finalmente a la Magistral. Era la
tercera vez que las Santas Formas salían a la calle.
Instaladas las Santas Formas en el altar mayor
de la Catedral Magistral ,
permanecieron allí durante más de siglo y medio veneradas con tal devoción por
alcalaínos y foráneos que se tuvo que regular la asistencia de los fieles... Y
de los reyes españoles, ya que además de Felipe III serían visitadas por Carlos
II, Carlos III (en 1759), José Bonaparte (en 1810), Fernando VII (en 1816), y
Alfonso XII y la reina María Cristina en 1880.
Pero nada queda ya de todo ello. Poco después de celebrarse solemnemente en 1897 el III centenario de las Santas Formas se cerró al culto
La procesión de 1931
fue la última vez que las Santas Formas recorrieron las calles alcalaínas.
Prohibidas las procesiones públicas por el gobierno de la segunda república,
durante varios años se hizo la procesión por el interior de la Magistral. Hasta
que llegó la, por tantos motivos, fatídica fecha de julio de 1936.
Apenas estallada la Guerra Civil varias
iglesias de Alcalá fueron bárbaramente saqueadas e incendiadas, entre ellas la Magistral. Fruto
de este vandálico atentado fue la pérdida de insustituibles obras de arte,
entre ellas la preciada custodia de las Santas Formas, desaparecida sin dejar
el menor rastro.
Nunca se llegó a saber
qué fue lo que sucedió aquel 22 de julio de 1936.
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