19 de septiembre de 2012

Preparándonos al Año de la Fe: del "Pequeño catecismo eucarístico" IV



La Transubstanciación

36. ¿Qué quiere decir exactamente la palabra ‘transubstanciación’? Significa ‘pasar (trans) de una sustancia (substantia) a otra’.

37. ¿Qué es ‘la sustancia’? La sustancia es ‘la realidad que existe sólo en sí misma’; por ejemplo, un árbol, un gato o un hombre son sustancias distintas, porque existen en sí mismos. Al contrario de esto, sus medidas, sus colores y sus propiedades son seguramente realidades, pero no existen en sí mismas, sólo en otra cosa. Por ejemplo, no existe el color del gato sin el gato. Decimos que el color no es una sustancia, sino algo que existe en la sustancia y que le pertenece. Los estudiosos (los filósofos) los llaman ‘accidentes’, del latín accidere, que significa ‘suceder, pasar’. Se puede decir que estos accidentes suceden a todas las sustancias. Como ésta palabra es un poco compleja, en lugar de ‘accidentes’ normalmente se habla de ‘propiedades’, o ESPECIES, es decir ‘apariencias’.

38. ¿Qué significación tiene esto en la Eucaristía? Significa que en la Eucaristía la sustancia del pan y del vino es transformada en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, mientras que sus propiedades, es decir, la ‘especie’ o apariencias del pan y el vino, se mantienen iguales. Por lo tanto, las dimensiones de la hostia no cambian, ni el sabor, el olor o el color, porque todas estas cosas son ‘accidentes o especies’. Pero sí cambia la sustancia, y lo mismo sucede con el vino.

39. ¿Cuándo sucede esta trasformación? Sucede cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración Eucarística. Cuando el sacerdote acaba de decir: «Esto es mi Cuerpo» el pan deja de ser pan, y en su lugar está el Cuerpo de Jesús. Igualmente, cuando acaba de decir: «Esto es mi Sangre», el vino ya no es vino, en su lugar está la Sangre del Señor.

40. ¿Cómo sucede la transubstanciación? Es posible gracias a la omnipotencia divina. Cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración, Dios interviene con su omnipotencia y realiza la transformación, es decir, la transubstanciación. Si analizamos bien, esto no nos debe sorprender tanto, pues si Dios ha creado las cosas de la nada, ¿cómo no podría también transformar una cosa en otra?

41. Pero las especies, o las apariencias del pan y del vino, ¿cómo pueden existir sin su sustancia propia? Existen milagrosamente, por obra de Dios, que es omnipotente.

42. ¿Jesús deja el Cielo para venir a las especies del pan y del vino? No, Jesús no deja el Cielo, y no obstante esto, también lo encontramos verdaderamente en el pan y en el vino consagrados.

43. ¿Cómo es posible esto? Se trata, precisamente, de LA TRANSUBSTANCIACIÓN, que hace posible este hecho extraordinario. En efecto, el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre de Jesús que está en el Cielo, se convierten en Jesús real y vivo, que está sentado a la derecha del Padre. Por lo tanto, no es que Jesús cambie, o deje el Cielo, sino que el pan y el vino, después de las palabras de Consagración, se convierten en el mismo Jesús que está en el Cielo.

44. Por lo tanto, ¿en el tabernáculo está presente el mismo Jesús que está en el Cielo? Exacto. Jesús está en el Santísimo Sacramento, como también en el Cielo, con la diferencia que Él existe en el Santísimo Sacramento bajo las especies del pan y el vino, y por lo tanto no es visible a los ojos.

45. ¿No es maravilloso pensar que en el tabernáculo está el mismo Jesús que está sentado a la derecha del Padre? Es maravilloso, y nos muestra todo el amor que Jesús nos tiene, queriendo estar presente entre nosotros también real y físicamente, para que podamos encontrarlo siempre. Pero nosotros muchas veces nos olvidamos con rapidez de todo esto y vamos muy raramente al encuentro con Jesús, presente en el Santísimo Sacramento.

46. ¿Por cuánto tiempo se queda Jesús bajo las especies eucarísticas? Jesús permanece bajo estas especies todo el tiempo que las mismas conserven la forma de pan y de vino. Por esto, Jesús se queda en nosotros después de que hemos recibido la Santa Hostia, hasta que las especies eucarísticas son asimiladas por nuestro organismo y, por lo tanto, desaparecen. Normalmente, las especies eucarísticas permanecen todavía un cuarto de hora después de la Comunión. Tenemos que recordarlo y prolongar la conversación con Jesús, y no salir apresuradamente del templo después de la Comunión. Sobre este aspecto, se cuenta que, cierta vez, San Felipe Neri hizo buscar a uno que salió inmediatamente del templo después de comulgar, por dos monaguillos que llevaban velas encendidas.

47. ¿También está presente Jesús aunque sea en un fragmento pequeñísimo de hostia? Sí, Jesús está presente aunque en una migaja, por más pequeña que sea, mientras ésta conserve las apariencias del pan. Por cierto, si hemos decidido hacer la comunión recibiéndola sobre la mano (porque se puede recibir también directamente en la boca), tenemos que tener cuidado de no dejar nada en la palma. En este caso, también estas migajas tienen que ser llevadas a la boca. ¡Debemos tener mucho más respeto por la Santísima Eucaristía!

48. Cuando se fracciona una Hostia, ¿se fracciona también el Cuerpo de Jesús? No, se fraccionan sólo las especies eucarísticas.

49. ¿Cómo es posible esto? Esto es posible porque Jesús está presente también en el pedazo más pequeño de la Hostia Consagrada. Así, aunque se separe un pedazo muy pequeñito, éste también contiene a Jesús entero.

50. Según las palabras de la Consagración, bajo la especie del pan debería estar presente sólo el cuerpo, y bajo la especie del vino, sólo la sangre. ¿Es así? En este punto hay que estar atentos: es verdad que las palabras de la Consagración hacen que esté presente el Cuerpo, bajo la especie del pan, y la Sangre, bajo la especie del vino. Pero no olvidemos que en Jesús, que está vivo en el Cielo, el Cuerpo y la Sangre están unidos indivisiblemente. Puesto que Jesús está presente, vivo y realmente, durante la Eucaristía, bajo la especie del pan, junto con el Cuerpo está también, necesariamente, la Sangre, y donde está la Sangre bajo la especie del vino, está también, necesariamente, el Cuerpo. Se trata de una presencia indirecta, que viene señalada como presencia «por concomitancia», en el sentido de que una presencia acompaña a la otra. La presencia de la Sangre acompaña la presencia del Cuerpo, y viceversa. También «por concomitancia », donde están presentes el Cuerpo y la Sangre, también están el alma y la divinidad, por lo que debemos decir que, sea bajo la forma del pan o bajo la forma del vino, está presente Jesús en cuerpo, sangre, alma y divinidad.

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