“Así como el profeta Elías fue alimentado en su camino hacia el Horeb, el monte de Dios, también nosotros necesitamos el alimento espiritual que nos ayude en el camino de nuestra vida. Este alimento es Cristo que, con su muerte y resurrección, nos ha abierto las puertas de la vida eterna. Él es el pan vivo que ha bajado del cielo para que todo el que coma de él tenga vida”
Benedicto XVI
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