"Recién en 1973,
cuando empezamos nuestra Hora Santa diaria, fue que nuestra comunidad comenzó a
crecer y florecer. ... En nuestra congregación solíamos tener adoración una vez
a la semana durante una hora; luego en 1973 decidimos dedicar una hora diaria a
la adoración. El trabajo que nos espera es enorme. Los hogares que tenemos para
los indigentes enfermos y moribundos están totalmente llenos en todas partes.
Pero desde el momento
que empezamos a tener una hora de adoración cada día, el amor a Jesús se hizo
más íntimo en nuestro corazón, el cariño entre nosotras fue más comprensivo y
el amor a los pobres se nos llenó de compasión, y así se nos ha duplicado el número
de vocaciones. Dios nos ha bendecido con muchas vocaciones maravillosas. La
hora que dedicamos a nuestra audiencia diaria con Dios es la parte más valiosa
de todo el día."
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