Santo Tomás de Aquino
(1224-1274), dominico, ha sido uno de los más grandes devotos y teólogos de la
Eucaristía. Según datos históricos, sabemos que era en su comunidad «el primero
en levantarse por la noche, e iba a postrarse ante el Santísimo Sacramento. Y
cuando tocaban a maitines, antes de que formasen fila los religiosos para ir a
coro, se volvía sigilosamente a su celda para que nadie lo notase. El Santísimo
Sacramento era su devoción predilecta. Celebraba todos los días, a primera hora
de la mañana, y luego oía otra misa o dos, a las que servía con frecuencia» (S.
Ramírez, Suma Teológica, BAC 29, Madrid 1957,57*).
Él compuso, por encargo
del Papa, el maravilloso texto litúrgico del Oficio del Corpus: Pange lingua,
Sacris solemniis, Lauda Sion, etc (cf. Sisto Terán, Santo Tomás, poeta del
Santísimo Sacramento, Univ. Católica, Tucumán 1979). La tradición iconográfica suele
representarle con el sol de la Eucaristía en el pecho. Un cuadro de Rubens, en
el Prado, «la procesión del Santísimo Sacramento», presenta, entre varios
santos, a santa Clara con la custodia en una mano, y junto a ella a santo
Tomás, explicándole el Misterio. Sobre la tumba de éste, en Toulouse, en la
iglesia de san Fermín, una estatua le representa teniendo en la mano derecha el
Santísimo Sacramento.
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