* Jesús dijo a la samaritana: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (4,14).
¿Encuentro en Jesús la fuente de agua viva que me da la alegría y la felicidad? ¿Quiero vivir su misma vida, su mismo amor, su misma entrega?
* Jesús dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed»(6,35).
¿Tengo verdaderas ganas de llenarme de Jesús, de que él sea el alimento de mi vida?
* Jesús dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»(6,54-56).
¿Participo cada domingo con fe de la celebración de la Eucaristía, para unirme a Jesús comiendo su carne y bebiendo su sangre?
* Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, tendrá la luz de la vida» (8,12).
¿Me dejo iluminar por Jesús? ¿Busco conocer mejor su camino para poder seguirlo? ¿Se lo pido en la oración? ¿Dedico tiempo a adorar el santísimo y a leer el evangelio? ¿Reflexiono junto con otros para conocer mejor lo que significa para mí ahora seguir el camino de Jesús?
* Jesús dijo a Marta: «Yo soy la resurrección y la vida. El que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que está vivo y tiene fe en mí, no morirá nunca» (11 25).
¿Creo en la vida renovada que Jesús nos ha prometido? ¿Confío en la alegría de la vida eterna de Dios?
* Jesús dijo: «Os lo aseguro: si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo; en cambio, si muere, da fruto abundante’» (12,24).
¿Le agradezco a Jesús su entrega, su amor hasta la muerte? ¿Creo de verdad que lo único que realmente hace vivir es entregarse totalmente, darse totalmente?
* El día de la institución de la Eucaristía, cuando acabó de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «‘Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (1 3,12-15).
Cuando llega el momento culminante de su existencia, Jesús realiza el signo lleno de significado de lavarles los pies a sus discípulos, y nos dice a sus seguidores que nosotros actuemos como él ha actuado. ¿Es ésta, de verdad, la orientación de mi vida?
* Jesús dijo: «Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros. Igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros» (1 3,34-35).
¿Cómo vivimos el mandamiento nuevo de Jesús? ¿Se nota, por nuestro amor, que somos discípulos de Jesús?
* Jesús dijo: «El que me ama, hará caso de mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él»(14,23).
Si amamos a Jesús, si seguimos el camino que él nos muestra, Dios Padre está dentro de nosotros. ¿La vivimos, esta comunión con Dios?
* Jesús dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde» (14,27).
¿Busco mi paz en Jesús? ¿Confío en él? ¿Creo que siguiéndole a él encontraré todo lo que mi corazón desea?
* Jesús dijo: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada» (15,5).
¿Tengo a Jesús siempre presente en mi vida? ¿Lo busco a través de la Eucaristía, de los sacramentos, de la oración, de la lectura del evangelio? ¿Le pido la fuerza necesaria para dar fruto?
* Jesús dijo: «No sois vosotros los que me habéis elegido. Soy yo quien os he elegido, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure» (15,16).
¿Siento la alegría de haber sido elegido y enviado por Jesús para dar fruto? ¿Transmito a mi alrededor el fruto de Jesús, sus criterios de vida, su amor que transforma, su esperanza, su lucha por los que sufren, su confianza plena en Dios, el Padre?
* Estaban los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (20,19.21).
Jesús resucitado se hace presente entre sus discípulos y les da la paz, los envía a continuar su misión y les da su mismo Espíritu. Lo mismo hace con los creyentes de todos los tiempos, con nosotros, en cada eucaristía. Y nosotros, ¿respondemos a su llamada? ¿continuamos, con nuestra vida y con nuestra palabra, su misión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario