Invoquemos al Espíritu Santo cantando...
Santo, Espíritu Santo Enséñame a orar Y a confiar en Ti Llena, de gozo mi alma Y afianza tu amor, Tu amor en mi.
Entrada del Santísimo...
Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Virgen concebida sin pecado original Celebremos con fe viva Este pan angelical es Jesús Sacramentado Dios eterno e inmortal. Es el Dios que da la vida, y nacio en un portal, de la Virgen concebida sin pecado original El manjar más regalado de este suelo terrenal es Jesús Sacramentado Dios eterno e inmortal.
Entra la palabra...
Ven, oh Santo Espíritu, Y de tu amor enciende la llama. Ven, Espíritu de amor, ven Espíritu de amor.
Meditamos...
Encíclica: “Dios es Amor”
Israel, la Shema: « Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno » (Dt 6, 4). Existe un solo Dios, que es el Creador del cielo y de la tierra y, por tanto, también es el Dios de todos los hombres. En esta puntualización hay dos elementos singulares: que realmente todos los otros dioses no son Dios y que toda la realidad en la que vivimos se remite a Dios, es creación suya. Ciertamente, la idea de una creación existe también en otros lugares, pero sólo aquí queda absolutamente claro que no se trata de un dios cualquiera, sino que el único Dios verdadero, Él mismo, es el autor de toda la realidad; ésta proviene del poder de su Palabra creadora. Lo cual significa que estima a esta criatura, precisamente porque ha sido Él quien la ha querido, quien la ha « hecho ». Y así se pone de manifiesto el segundo elemento importante: este Dios ama al hombre. La potencia divina a la cual Aristóteles, en la cumbre de la filosofía griega, trató de llegar a través de la reflexión, es ciertamente objeto de deseo y amor por parte de todo ser —como realidad amada, esta divinidad mueve el mundo—, pero ella misma no necesita nada y no ama, sólo es amada. El Dios único en el que cree Israel, sin embargo, ama personalmente. Su amor, además, es un amor de predilección: entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo ama, aunque con el objeto de salvar precisamente de este modo a toda la humanidad. Él ama, y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé.
Benedicto XVI
Lectura del libro de génesis
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día...
...Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero. Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana el día quinto...
Entra el agua bendita...
Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.”
(Gn 1)
Cantamos: Ven Espíritu de Santidad...
Ven Espíritu de Santidad Ven Espíritu de Luz Ven Espíritu de Fuego Ven abrázanos.
Meditamos...
Dice Santa Teresita: “Permanecer niño es reconocer su propia nada, esperarlo todo de Dios como un niño espera todo de su padre; no inquietarse por nada, … ser pequeño significa no atribuirse a sí mismo las virtudes que se practican, creyéndose capaz de algo, sino reconocer que Dios pone ese tesoro de la virtud en la mano del niño; pero es siempre tesoro de Dios.”
Hacerse niño, vivir la experiencia del ABBA (querido Papá) no sólo en la oración sino sobretodo en las eventualidades de la vida, viviendo confiadamente abandonados a lo que disponga el Padre, todo eso parece cosa simple y fácil. Pero en realidad se trata de la transformación más fantástica, de una verdadera revolución en el viejo castillo amasado de autosuficiencia, egocentrismo, y locuras de grandezas.
“La santidad no es tal o cual práctica sino que consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados hasta la audacia en su Bondad de Padre” (santa Teresita)
Por eso como Dios es nuestro Padre y con sus dos manos, el Hijo y el Espíritu, ha creado todo de la nada, y todo lo sigue sosteniendo en sus manos buenas de Padre, no le causes ningún disgusto prométele ser un hijo tierno y fiel, y pide esta gracia a María , hija perfecta del Padre celestial, “la única criatura que no dio nunca un disgusto a su Creador.nos animamos a pedirle todo lo que necesitamos.
Jesús que estás presente en la Eucaristía, te adoramos en esta presencia sacramental y te agradecemos por haber venido al mundo a revelarnos que Tu Padre es nuestro Padre. Tu vida entre nosotros fue un modelo para nuestra vida.
Abandonado en las manos del Padre, la vida de Jesús transcurre feliz y gozosa, a pesar de las hostilidades y fracasos. En medio de grandes problemas vive en una profunda y contagiosa paz. Si por alegría entendemos la serenidad imperturbable de quien está por encima de las alternativas de la vida, podemos afirmar que a Jesús lo sentimos alegre, feliz.
Uno de los temas permanentes, cuando habla en privado con los discípulos, es el gozo del cual su corazón estaba rebosante como efecto de la cordialidad y confianza con que se abandona en la voluntad de su Padre.
Aquí está la grandeza original de Jesús y de los cristianos: poder vivir en medio de los fracasos y tempestades con el alma llena de serenidad y calma, el poder ser profundamente felices viviendo entre adversidades. Este es el fruto más sabroso del sentir a Dios como un querido Padre y del vivir confiadamente abandonados en sus benditas manos.
Permaneced en mi amor como Yo permanezco en el cariño de mi Padre, para que yo goce en vosotros y vuestro gozo sea pleno. Ahora vengo a Ti, Padre mío, y hablo estas cosas delante de ellos para que también ellos tengan mi gozo cumplido en sí mismos. (Jn.17,13) Quiere decir que la finalidad de su vida ha sido hacer partícipes a todos de su profunda felicidad.
Al Padre, tu creador, dale gracias por el don de la vida. Cada mañana debes caer en la cuenta que tu existes porque un Padre muy dulce y bueno te soñó y te creo y quiere tenerte un día, consigo en el cielo, que por consiguiente eres su hijo y debes esforzarte al máximo por agradarlo.
Gracias Padre Eterno por habernos llamado a ser tus hijos amados en Tu Hijo.
Gracias por cuidarnos y tenernos siempre entre tus manos.
Gracias por el don de tu Hijo Jesús
Gracias por el don del Espíritu que habita en nosotros y por el cual podemos llamarnos y ser en verdad hijos tuyos.
Gracias…
Rezamos todos juntos...
Altísimo, Omnipotente y buen Señor: tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor, y toda bendición. A ti sólo, Altísimo, corresponden y ningún hombre es digno de hacer de ti mención. Loado seas, Señor, con todas las criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día y por él nos alumbras. Y él es bello y radiante con gran esplendor; de ti, Altísimo, lleva significación. Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las has formado luminosas, y preciosas y bellas. Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire, y el nublado, y el sereno y por todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sustento. Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa, y casta. Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego por el cual alumbras la noche; él es bello y alegre, robusto y fuerte. Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueren en pecado mortal! Bienaventurados aquellos a quienes encontrarás en tu santa voluntad, pues la muerte segunda no les hará mal. Loen y bendigan a mi Señor, y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
San Francisco de Asís
Bendición con el Santísimo Sacramento
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