De la carta de San Francisco de Asís a los clerigos:
" "Todos aquellos, pues, que administran tan santos misterios reflexionen en su interior, especialmente los que administran sin discreción, cuán viles son los cálices, los corporales y los lienzos en donde se sacrifica el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Muchos dejan el santo Cuerpo en lugares despreciables, lo llevan con descuido, lo reciben indignamente y lo dan a otros sin discreción... Y, ¿no nos movemos a compasión y ternura pensando en estas cosas, siendo así que el mismo piadoso Señor se viene a nuestras manos, y lo manejamos, y todos los días lo recibimos por nuestra boca? ¿Por ventura ignoramos que hemos de caer en sus manos? Corrijamos, pues, prontamente y con esfuerzo todas estas cosas y otras semejantes."
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