El cardenal español Fernando Sebastián a los divorciados vueltos a casar: «si uno desea recibir
El cardenal Fernando Sebastián fue
entrevistado por el programa «El Espejo» de la cadena Cope, donde dio su
parecer sobre la situación de los divorciados vueltos a casar, indicando que
quienes desean recibir la
Eucaristía saben muy bien lo que tiene que hacer.
El cardenal habló
sobre la polémica acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar:
«La prensa da la impresión de que la preocupación más
grande que hay sobre la familia y al matrimonio es la de los divorciados y su
deseo de volver a casarse además de recibir la eucaristía. Los divorciados vueltos a casar que sufren de verdad por no recibir la
eucaristía no son muchos porque
si uno desea recibir la eucaristía sabe muy bien lo que tiene que hacer.
El problema de fondo que
El purpurado recordó que «la
Iglesia no se
inventó el matrimonio y la familia. Es portadora de la mente divina por
la revelación. Si el hombre quiere remoldear la convivencia y la sociedad
entera no solo va contra la doctrina de la Iglesia va contra la sabiduría y los proyectos de
Dios». Es por ello por lo que insta 'a un trabajo de campo'.
«Hay que acercarse a las personas que están siendo
víctimas de esta ideología profundamente destructiva, incluso a quienes
la defienden de buena voluntad. La actitud cristina es estar a favor de las
personas y ayudarles a no caer en esta trampa que nos destruye».
Por último pidió ser testigos de la
palabra de Cristo. «Con la oración hay que valorar a Jesús, su figura, su
persona y su aportación. Sin Cristo el mundo es imposible y su influencia va mucho más allá de la Iglesia y del propio
cristianismo. Muestra el camino de la vida, de la justicia y de la paz a
la humanidad entera. Los cristianos tienen que ser entusiastas de Cristo pese a
las dificultades. Es la hora de mostrar el amor, la lealtad y la confianza. Hay
que tener confianza en el Señor y no dejarlo solo en los momentos de la
contradicción”.
El cardenal y arzobispo de Ontario
(Canadá), S.E.R Thomas Collins, ha concedido una entrevista a Randon Vogt,
director de «Word on Fire Catholic Ministries», en la que explica las razones
por las que los divorciados vueltos a casar no pueden ni podrán comulgar, que
se resumen finalmente en una: «la decisión consciente, por las más diversas
razones, de persistir en una situación duradera de alejamiento del mandamiento
de Jesús». El cardenal recuerda que la Iglesia , ni siquiera el Papa, puede cambiar la
doctrina que ha sido revelada por Dios.
El arzobispo de
Ontario recuerda el Magisterio de la
Iglesia : «Los
católicos divorciados y vueltos a casar no pueden recibir la sagrada comuniónporque,
con independencia de sus disposiciones personales o de las razones por las que
se encuentran en esa situación, quizá conocidas sólo por Dios, persisten en un modo de vivir que está objetivamente en contradicción con
el claro mandamiento de Jesús».
El cardenal añade que «esta es la clave. La clave no es que ellos hayan cometido un
pecado; la misericordia de Dios está asegurada de modo abundante para todos los
pecadores. El homicidio, el adulterio y otros pecados, no importa lo
graves que sean, son perdonados por el Señor, especialmente a través del
sacramento de la reconciliación, y el pecador perdonado recibe la comunión. En
materia de divorcio y de segundo matrimonio el problema está en la decisión consciente,
por las más diversas razones, de persistir en una situación duradera de alejamiento del mandamiento de
Jesús».
El purpurado canadiese explica que
«aunque a ellos no les está permitido recibir los sacramentos, debemos encontrar mejores caminos para ayudar a las personas que se
encuentran en esta situación, para ofrecerles una atención llena de
amor».
El cardenal cree que «debemos
reflexionar sobre las cosas que podemos hacer para ayudar a las personas que se
encuentran en esta situación, con amor y de modo eficaz. Pero haciendo esto, hemos de ser también fieles al mandamiento de Jesús y a la necesidad de
no poner en peligro la santidad del matrimonio, lo que tendría graves
consecuencias para todos, especialmente en un mundo en el que la estabilidad
del matrimonio ya está trágicamente comprometida. Si nosotros pusiéramos de
manifiesto con hechos, quizá también con las palabras, que el pacto matrimonial
no es efectivamente el que Jesús dice que es, esto ofrecería un alivio solamente momentáneo, al
precio de un sufrimiento de larga duración. Si la santidad del
matrimonio se fuese debilitando progresivamente, al final serán los hijos los
que más sufrirán».
El prelado norteamericano recuerda
que «en los años que precedieron a la
encíclica del papa Pablo VI Humanae
vitae, que reafirmó la constante enseñanza cristiana de que la
contracepción no está de acuerdo con la voluntad de Dios, había una expectativa difundida de que la Iglesia iba a cambiar su
enseñanza. Este tipo de expectativa se basaba en cierto modo sobre la
idea de que la doctrina cristiana es como la política de un gobierno: cuando
las circunstancias cambian, o cuando mucha gente sostiene una alternativa en lugar
de otra, entonces la política cambia».
«Pero», añade, «la enseñanza
cristiana se funda sobre la ley natural que está escrita en nuestros corazones
por Dios, y especialmente sobre la palabra de Dios revelada. Nosotros
descubrimos la voluntad de Dios, y las Escrituras y la fe viva de la Iglesia nos ayudan a
cumplirla. Nosotros no modelamos la voluntad de Dios
según lo que actualmente nos parece mejor».
Finalmente, el cardenal Collins
explica que «cuando el papa Pablo VI no
cambió lo que no estaba en su poder cambiar, sino que reafirmó la fe
cristiana, mucha, mucha gente quedó contrariada, y simplemente
decidió ignorar la enseñanza. Esta es nuestra situación presente. Yo
espero de verdad que no tengamos que sufrir una repetición de lo mismo, ahora
que se difunden expectativas infundadas sobre un cambio por parte de la Iglesia de la explícita
enseñanza de Jesús sobre el matrimonio».
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